Escalar una pared en vertical al más puro estilo del hombre araña es un superpoder solo al alcance de pequeñas criaturas, como el propio arácnido que inoculó sus habilidades a Peter Parker, resalta la revista Muy Interesante.
De hecho, los gecos son los animales más grandes capaces de hacerlo así, a pata limpia, sin garras o dedos especializados para trepar. Un nuevo estudio publicado en la revista científica PNAS explica por qué: a mayor tamaño, el escalador necesita unas extremidades adhesivas cada vez más grandes, y hay un límite impuesto por las leyes de la física y la biología.
Los investigadores, zoólogos de la Universidad de Cambridge, han hecho sus cálculos: un ácaro destina 200 veces menos de su volumen corporal que un geco a esa función. Si lo extrapoláramos a un humano, la parte pegajosa ocuparía un 40% de toda la superficie de su cuerpo. Y si limitamos esta proyección a la mitad frontal, con la que escalaría a toda velocidad por los rascacielos, el porcentaje asciende a un inmanejable 80%. Nuestro Spiderman necesitaría unos zapatones de la talla 145, para hacernos una idea.
El problema, indican los expertos, es que a medida que aumenta el tamaño de un animal, disminuye su área de contacto: mientras que una ligera hormiga es muy “superficial”, por decirlo así, una ballena azul es todo volumen, con escasa zona corporal de superficie.
Este estudio no solo servirá para desarrollar nuevos materiales superadhesivos inspirados por la naturaleza, sino también para saber mejor cómo se han adaptado las distintas especies escaladoras a las constricciones anatómicas. Así, por ejemplo, han constatado que las ranas han desarrollado extremidades más adherentes, en vez de incrementar la superficie corporal de contacto.
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