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THE USA’S SUPERHERO DAYS ARE OVER
By Manuel E. Yepe
http://manuelyepe.wordpress.com/
A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann.
“Many governments and their citizens would be sympathetic to a United States that behaves more like a normal country; but most Americans still believe that their country is exceptional, even those who disagree on what it does, or on how it protects such exceptionality. However, some say the time has come for the United States to mind its own business and let other countries solve their own problems,” says economist and political scientist Ian Bremmer in his book “Superpower: Three Choices for America’s Role in the World “, published in May 2015.
In the foreseeable future, he says, the United States will remain the only country on Earth with enough military, economic and political muscle to persuade governments in every region of the world to take actions that they otherwise would not take. This is because no other country has the hard power, innovative economy and cultural influence the United States can exercise.
In his book, Bremmer proposes the adoption of three alternative strategies for the future leaders of the US. These are essentially:
Being an independent country. Instead of wasting lives and resources on poorly-planned foreign policy adventures; minding our own business and letting other countries take greater responsibility for their own security and prosperity. The US must rebuild the country’s strength from within, investing in education, innovation and infrastructure that are presently crumbling because of the billions we waste abroad. Pay more attention to veterans in the country and leave more money in the taxpayers’ pockets to promote advancement of the US economy.
Being an economically viable country (Moneyball). If the country is to stay safe and prosperous, we must face some outside challenges. We cannot afford to intervene in so many p at once; nor should we retreat and expect others to deal with the mess. We must stop treating the rest of the world as Americans in pre-development. We must abandon meaningless arguments about “US exceptionality” and build a foreign policy designed exclusively for making the country safer and more prosperous, and monitor costs and set priorities accordingly.
Being an indispensable country. In a deeply-interconnected and dangerous world, our country cannot remain safe unless Washington works to ensure that governments around the world are accountable to their citizens. Americans must fight for democracy, the rule of law, human rights and open markets, because the world –and therefore the United States– will never enjoy sustainable security and prosperity without them. Promote alliances to manage conflicts, prevent terrorists from accessing more dangerous weapons and threats in cyberspace. Lead the fight against transnational crime and the worst effects of climate change. Who but the United States can deal with these problems?
Bremmer regrets that US foreign policy in the last 25 years has been inconsistent. From Somalia to Afghanistan and Iraq, as well as in their relations with Russia and China, Presidents Clinton, Bush and Obama have improvised their responses to the problems and crises as they have arisen, and they have certainly not improvised well.
Bremmer believes that, as the only superpower in the world, these three policy choices are the only viable ones, but only if future presidents can build lasting public support to maintain them. “It is easier said than done, of course, and that is one of the reasons why the independent nation is the option that comes closest to what I think is best for the country.”
He believes that this is not isolationism and that the US must never become a closed fortress. It must export its value products –particularly technology, energy and food– and welcome those who come to the US to build a better life for themselves and their families.
This is not a defeatist view. Imagine the momentum that the US economy would have had if the billions spent in Iraq and Afghanistan had gone to reinforce US strength and resistance, ending the superhero foreign policy and investing more in education in the country; building a country that others consider too important to fail.
During the last 25 years, Washington has acted as if the United States were growing stronger in the world. It is not; and its foreign policy should reflect that, says Bremmer.
August 15, 2015.
LOS DIAS DE EEUU COMO SUPERHÉROE ACABARON
Por Manuel E. Yepe
http://manuelyepe.wordpress.com/
“Muchos gobiernos y sus ciudadanos verían con simpatía a un Estados Unidos que se comporte más como un país normal, pero la mayoría de los estadounidenses todavía cree que su país es excepcional, incluso quienes no están de acuerdo en lo que hace o en la manera de proteger esa excepcionalidad y creen que es hora de que se ocupe de sus propios negocios internacionales y deje que otros hagan lo mejor que pueden con los suyos”, afirma el economista y politólogo estadounidense Ian Bremmer en su libro “Superpotencia: tres opciones para el papel de Estados Unidos en el mundo” (“Superpower: Three Choices for America’s Role in the World”), publicado en mayo de 2015.
En el futuro previsible, afirma, Estados Unidos seguirá siendo el único país en la tierra con militares, economía y músculo político suficientes para persuadir a los gobiernos en cada región del mundo a tomar acciones que de otro modo no tomarían porque ningún otro país tiene el poder duro, la economía innovadora y la influencia cultural que Estados Unidos puede ejercer.
Las 3 estrategias alternativas cuya adopción propone Bremman en su libro a los futuros líderes de Estados Unidos son en esencia: Ser un país independiente, en vez de malgastar vidas y recursos en aventuras mal planificadas de política exterior, ocuparse de sus propios asuntos y dejar que otros países asuman una mayor responsabilidad en su propia seguridad y prosperidad. Hay que reconstruir la fortaleza del país desde adentro invirtiendo en la educación, la innovación y la infraestructura actualmente desmoronada los miles de millones que derrochamos en el exterior. Prestar mayor atención a los veteranos del país y dejar más dinero en los bolsillos de los contribuyentes para potenciar el avance de la economía estadounidense.
Ser un país económicamente viable (Moneyball): Si el país ha de permanecer seguro y próspero, habrá que enfrentar algunos desafíos exteriores, no puede permitirse intervenir en tantos focos a la vez, y tampoco debe retroceder y esperar que otros asuman el entuerto. Dejar de tratar al resto del mundo como norteamericanos en una etapa anterior de desarrollo. Abandonar argumentos sin sentido sobre la “excepcionalidad de Estados Unidos” y construir una política exterior diseñada exclusivamente para hacer más seguro y más próspero al país. Vigilar los costos y establecer las prioridades en consecuencia.
Ser un país indispensable: en un mundo profundamente interconectado y peligroso, el país no puede permanecer seguro a menos que Washington trabaje para asegurar que los gobiernos en todo el mundo respondan a sus ciudadanos. Los estadounidenses deben luchar por la democracia, el estado de derecho, los derechos humanos y la apertura de los mercados, porque el mundo – y por lo tanto Estados Unidos– nunca sabrán de seguridad sostenible y prosperidad sin ellos. Hay que llevar alianzas para manejar los conflictos, impedir que los terroristas accedan a armas más peligrosas y amenazas en el ciberespacio. Dirigir la lucha contra la delincuencia transnacional y los peores efectos del cambio climático. ¿Quién sino puede Estados Unidos puede hacer frente a estas cosas?
Bremman se lamenta de que la política exterior estadounidense de los últimos 25 años ha sido incoherente, porque desde Somalia hasta Afganistán e Iraq así como en las relaciones con Rusia y China, los presidentes Clinton, Bush y Obama han improvisado sus respuestas a los problemas y las crisis en la medida que éstas han ido surgiendo, y ciertamente no han improvisado muy bien.
Bremman cree que, como superpotencia única del mundo, sus tres opciones de políticas son las únicas viables, pero sólo si los futuros presidentes pueden construir un duradero apoyo público para sostenerlas. “Es más fácil decirlo que hacerlo, por supuesto, y esa es una de las razones por las que la nación independiente es la opción que más se acerca a lo que creo mejor para el país”.
Considera que esto no es aislacionismo y que Estados Unidos nunca debe convertirse en fortaleza cerrada. Debe exportar sus productos de valor, particularmente tecnología, energía y alimentos, y acoger a quienes llegan a Estados Unidos para construir una vida mejor para ellos y sus familias.
Tampoco es una visión derrotista, imaginando el impulso que habría tenido la economía de Estados Unidos si los cientos de miles de millones gastados en Irak y Afganistán hubieran ido a reforzar la resistencia y la fuerza estadounidense, poniendo fin a la política exterior de superhéroe e invirtiendo más en la educación en el país. Construir un país que los demás consideren demasiado importante para fracasar.
Durante los últimos 25 años, Washington ha actuado como si Estados Unidos fuera cada vez más fuerte en el mundo. No lo es, y su política exterior debe reflejarlo así, afirma Bremmer.
Agosto 15 de 2015.