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Coronavirus: Cutting the Illicit Will Prevent the Advance of a Corrupting Pandemic
By Jorge Rodríguez Hernández
April 28, 2020
Translated and edited by Walter Lippmann for CubaNews
“Now more than ever, we must rescue respect for the law and fight a corrupt socialism that masks the dangerous underground economy.
Graziella Pogolotti (La gangrena, Juventud Rebelde, 1 May 2016, p.3)
Thirty or more years ago, as part of my research – still in progress – on the underground economy and its different features, I wrote that speculation constitutes the visible face of the black market, due to the role played by those who plunder the goods of the public treasury, in collusion with drivers, through crime on wheels, and through a sort of symbiosis with citizens who work in state agencies, without ruling out links with marginal subjects. As you will infer, it is a complex skein.
We are in the presence of an issue similar to a hydra, with different tentacles, whose neutralization requires the use of an integral and multidisciplinary approach. The recent dismantling of a clandestine network of 13 members, who were engaged in stealing different equipment and goods from the warehouses of the National Medical Supplies Company (ENSUME), located in Berroa, east of Havana, demonstrates the need and urgency to cut off these illicit activities, in order to prevent the advance of this corrupting pandemic, in the midst of Cuba’s confrontation with another pandemic that is also lethal: COVID-19.
For the Cuban psychiatrist and criminalist, Dr. Fernando Barral, a student of economic crime on the island, the shortage is a “contributing circumstance”, but this expert believes that “one cannot wait for everything to be in place to resolve this phenomenon to some extent”, and whose existence compromises the survival of the Revolution, as has been said repeatedly.
During the crisis of the 1990s, when the country lived through the Special Period in peacetime, the mismatch between supply and demand reinforced the tentacles and space of the black market, and during that time the amount of transactions on the black market grew more than 20 times, according to economists’ calculations.
When I mention speculation and hoarding, criminal figures in the current Penal Code, I am not talking about small-scale operations, nor about a certain number of people who have found a way of life in this illicit act -which should not be underestimated and much less justified-, but I am also referring to the thinking heads of large smuggling operations, who transfer goods and products from state agencies to the black market.
Cuba must take very much into account the circumstances of the failure of the French Revolution, which was not because of the extremist actions of terrorism, but because it did not find ways to consolidate the masses and direct them against both the big and the small parasites.
In the script applied to the former Union of Soviet Socialist Republics (USSR) by the head of the US Central Intelligence Agency (CIA), between 1953 and 1961, Allen W. Dulles, was “actively and constantly encouraging (…) the despotism of officials, bribery, corruption, lack of principle”, and his “main bet” was on “the youth”, which “we will corrupt, demoralize, pervert”.
The causes of the failure of socialism in the former USSR always deserve a critical and instructive look from Cuba, both here and now, and towards the future. To corroborate this last point, there is “the precedent of the mythical “Uncle Basia” (the figure of the clandestine speculator on a large scale who emerged in the Brezhnev era), who with the penguins of profits accumulated in 20 years is today devastating the auctions of state property with constant and resounding money,” as the magazine Bohemia reported in July 1992.
Coronavirus: cortar los ilícitos impedirá avance de pandemia corruptora
por Jorge Rodríguez Hernández
Abril 28, 2020
“Ahora más que nunca, hay que rescatar el respeto a la ley y combatir un socialismo corruptor que enmascara la peligrosa economía sumergida”.
Graziella Pogolotti (La gangrena, Juventud Rebelde, 1 de mayo de 2016, p.3)
Hace 30 o más años, como parte de mi investigación- vigente aún- sobre economía sumergida y sus disímiles rasgos, escribí que la especulación constituye la cara visible del mercado negro, por el papel que desempeñan quienes depredan los bienes de la hacienda pública, en contubernio con choferes, mediante el delito sobre ruedas, y a través de una suerte de simbiosis con ciudadanos que laboran en las dependencias estatales, sin descartar vínculos con sujetos marginales. Como inferirán, se trata de una compleja madeja.
Estamos en presencia de un asunto semejante a una hidra, con disímiles tentáculos, cuya neutralización pasa por el empleo de un enfoque integral y multidisciplinario. La reciente desarticulación de una red clandestina de 13 integrantes, quienes se dedicaban a sustraer disímiles equipos y bienes en almacenes de la Empresa Nacional de Suministros Médicos (ENSUME), ubicados en Berroa, al este de La Habana, demuestra la necesidad y urgencia de cortar estos ilícitos, para impedir el avance de esta pandemia corruptora, en medio del enfrentamiento de Cuba contra otra pandemia también letal: la COVID-19.
Para el psiquiatra y criminalista cubano, doctor Fernando Barral, estudioso de la delincuencia económica en la Isla, la escasez resulta una “circunstancia contribuyente”, pero dicho experto considera que “no puede esperarse a que haya de todo para resolver este fenómeno en cierta medida”, y cuya existencia compromete la supervivencia de la Revolución, como se ha dicho, de forma reiterada.
Durante la crisis de los años 90 del pasado siglo XX, cuando el país vivió el Período Especial en tiempo de paz, el desencuentro entre oferta y demanda, reforzó los tentáculos y espacio del mercado negro, y en el transcurso de esa época el monto de las transacciones en el mismo crecieron más de 20 veces, según cálculos de economistas.
Cuando menciono la especulación y el acaparamiento, figuras delictivas en el Código Penal vigente, no hablo de operaciones de poca monta, ni de una determinada cifra de personas que han encontrado un modo de vida en este ilícito -lo cual no debe se subestimado y mucho menos justificado-, sino me refiero también a las cabezas pensantes de grandes operaciones de contrabando, quienes trasvasan mercancías y productos de las dependencias estatales hacia el mercado negro.
Cuba debe tener muy en cuenta las circunstancias del fracaso de la Revolución Francesa, lo cual no fue a causa de las acciones extremistas del terrorismo, sino por no haber encontrado vías para consolidar a las masas y dirigirlas tanto en contra de los parásitos grandes como de los pequeños.
En el guion aplicado a la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) por parte del jefe de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), entre 1953 y 1961, Allen W. Dulles, se propició de una forma “activa y constante (…) el despotismo de los funcionarios, el soborno, la corrupción, la falta de principios”, y su “principal apuesta” fue “la juventud”, la cual “corromperemos, desmoralizaremos, pervertiremos”.
Las causas del fracaso del socialismo en la ex URSS, merece siempre una mirada crítica y aleccionadora por parte de Cuba, tanto aquí y ahora, como hacia el futuro. Para corroborar esto último, ahí está “el precedente del mítico “tío Basia” (la figura del especulador clandestino a gran escala surgido en la era Brezhnev), quien con los pingües beneficios acumulados en 20 años arrasa hoy con dinero constante y sonante en las subastas de la propiedad estatal”, como reseñó la revista Bohemia en julio de 1992.
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