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A Brief Analysis of the Current Moment
by Domingo Amuchastegui
February 18, 2021
A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann.
For some time now I have insisted that we are in the presence of the gestation of what I have called “Navalny’s route a la Cubana.” Understand well “a la cubana.” What do I mean by this? We are in the presence -without the mass component so far seen in Russia or a more effective figure than Navalny- of the maturation of concerted initiatives on both shores -and with financing and sponsorship from the side here- in order to achieve the crystallization of a current or movement capable of negatively impacting the image of the Cuban Revolution, or what is left of it at this point, with its [consequent] costs both internally and externally.
To the well-known components of extreme aggravation of the crisis of the Cuban model (proven inoperative in the economic field, the sixty-year old embargo was turned into an economic war by Trump plus the multiple effects and costs of the pandemic), we must now add other no less important ones.
On an international scale, Navalny’s route is defined as the most influential -and most encouraged- option to erode the Putin option from the US and the EU. In the Cuban case, it is primarily aimed at weakening the international credibility of the Cuban government and at fostering internally superior schemes of agitation and confrontation that will increase to levels never seen before the levels of unrest and discontent in broad sectors of society with a tendency to the hypothesis of socio-political explosions of the kind called “Maleconazo”.
The following factors favor such a scenario:
a. The unprecedented levels of the current crisis;
b. There is no way out or improvement in the short or medium-term;
c. The gravitation of the “Miami” factor has grown as never before;
d. And, an extremely novel and influential factor: the accelerated computerization in recent times with its links through social networks now create levels of information and communication that escape any attempt to control or annul them.
We are not now facing the projects of the Cuban-American Foundation, the Ladies in White, Payá, etc., etc., which were exhausted and defeated in the long road from the ’90s to date. The so-called San Isidro Movement may resemble some of those old attempts, but it is now inscribed in a different perspective. Even more so are the incidents in front of the Ministry of Culture in terms of defiance and larger participation.
Episodes like this were unimaginable in the 90s. Now they are there and, eventually, [will be] called-upon to continue and multiply. A singular fact, by way of a novel milestone, is the Patria y Vida episode, which cannot be underestimated in the least, both for its content and its effects.
It would be a serious mistake to approach these novel contexts with the usual media disqualifications, police operations or violent actions (not to mention the rapid response brigades). The moment is essentially different and demands from the Cuban authorities entirely different economic-social, political, and media responses to neutralize these tendencies and re-establish, as far as possible, greater legitimacy.
And from all of the above -in order to interrupt the “Cuban Navalny route”- the so-called “historical exiles” based in Miami, and those in Washington who seek to prevent or reduce as much as possible the resumption of the process of normalization of bilateral relations, with greater or lesser effectiveness, may or may not benefit. Now the bases that are being configured tend to favor the most negative schemes in this direction.
Un breve análisis del momento actual
Por Domingo Amuchastegui
18 de febrero 2021
De un tiempo a esta parte he insistido en que estamos en presencia de la gestación de lo que he llamado “la ruta de Navalny a la cubana,” entiéndase bien “a la cubana.” ¿Qué quiero decir con esto? Estamos en presencia -sin el comnponente de masas hasta ahora que se ha visto en Rusia ni una figura más eficaz que Navalny- de la maduración de iniciativas concertada en ambas orillas -y con financiamiento y auspicio del lado de acá- a fin de lograr la cristalización de una corriente o movimiento capaz de impactar negativamente la imagen de la Revolución cubana o lo que queda de ella a esta altura, con sus costos tanto internos como externos.
A los conocidos componentes de agudización extrema de la crisis del modelo cubano (probadamente inoperante en lo económico, el embargo sexagenario convertido en guerra económica por Trump más los múltiples efectos y costos de la pandemia), hay que añadir ahora otros no menos importantes. A escala internacional la ruta de Navalny se define como la opción más influyente -y más alentada- para erosionar la opción Putin desde EEUU y la UE. En el caso cubano se enfila primordialmente a debilitar la credibilidad internacional del Gobierno cubano y de fomentar a lo interno esquemas superiores de agitación y confrontación que agiganten a niveles nunca antes vistos los niveles de malestar y descontento en amplios sectores de la sociedad con tendencia a la hipótesis de explosiones socio-políticas del corte del llamado “Maleconazo.” Favorecen semejante escenario: a. Los niveles sin precedentes de la crisis actual; b. No avizorarse una salida o mejoría a corto ni mediano plazo; c. La gravitación del factor “Miami” ha crecido como nunca antes; d. Y un factor en extremo novedoso e influyente: la informatización acelerada en estos últimos tiempos con sus enlaces por medio de las redes sociales crean ahora niveles de información y comunicación que escapan a cualquier intento por controlarlas o anularlas.
No estamos ahora frente a los proyectos de la Fundación Cubano-Americano, de las Damas de Blanco, Payá, etc., etc. los que quedaron agotados y derrotados en el largo camino de los 90 hasta la fecha. El llamado Movimiento San Isidro puede parecerse a algunos de esos viejos intentos, pero se inscribe ahora en una perspectiva diferente. Lo son más todavía los incidentes ante el Ministerio de Cultura en términos de desafío y participación más numerosa. Episodios así era inimaginables en los 90. Ahora están ahí y, eventualmente, llamados a continuar y multiplicarse. Un hecho singular, a manera de novedoso hito, es el episodio de Patria y Vida, que no puede subestimarse en lo más mínimo tanto por su contenido como por sus efectos. Craso error será abordar estos novedosos contextos con las descalificaciones mediáticas habituales, operativos policiales o acciones violentas (para no recordar las brigadas de respuesta rápida). El momento es esencialmente diferente y demanda de parte de las autoridades cubanas respuestas económico-sociales, políticas y mediáticas enteramente diferentes que neutralicen estas tendencias y restablezcan en lo posible una mayor legitimidad.
Y de todo lo anterior -a fin de interrumpir “la ruta de Navalny a la cubana”- podrán o no beneficiarse el llamado “exilio histórico” asentado en Miami y aquellos que en Washington buscan impedir o reducir al máximo el que se retome con mayor o menor eficacia el proceso de normalización de las relaciones bilaterales y ahora las bases que se están configurando tienden a favorecer los esquemas más negativos en esta dirección.
¿Qué les parece? Sería útil compartir estas apreciaciones con algunos amigos por allá…
Un abrazo,
Chomin
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