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WHAT LIES IN THE FUTURE OF CAPITALISM
By Manuel E. Yepe
http://manuelyepe.wordpress.com/
A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann.
US American economists of different political orientation have been commenting these days on Robert Reich´s new book entitled Saving Capitalism: For the Many, Not the Few, in the New York Review of Books (December 17, 2015).
For Paul Krugman “It was gratifying to find the stark candor behind the title of Reich’s book. ‘Saving capitalism’ assuredly implies that capitalism is on the ropes –in danger of expiring– an implication that I both believe and welcome.”
Marxist analyst Zoltan Zigedy says that Robert Reich, Paul Krugman, and Joseph Stiglitz share lofty accomplishments in academic economics and constitute the intellectual triumvirate informing the non-Marxist left in the US.
Although they do not agree on everything, they share a core set of beliefs in the viability of capitalism and its need for reform. It is unusual to see Krugman and Reich blatantly suggesting the urgency of saving the capitalist order.
The urgency they feel turns on the dramatic increase in economic inequality in major capitalist countries, particularly the US. Krugman stresses that inequality was an issue that Reich and he “were already taking seriously” twenty-five years ago.
“That may be, but I think it’s fair to say that neither was taking the growth of inequality seriously as a structural feature of capitalism until the important work of Thomas Piketty two years ago.”
According to Zigedy, Krugman, Reich, and other non-Marxist economists modified their understanding of the causes of the growth of inequality over the last several decades. Krugman, says Zigedy, describes a currently- evolved capitalism resembling the capitalism that Marxists described well over half of a century ago.
Decades ago, liberal economists believed that rising inequality sprang from a poor match between technological requirements and workers’ skill sets –what Krugman calls “skill-based technological change” (SBTC). Education was seen as the great leveler, restoring wealth and income to those falling behind.
But with the correlation between levels of education and compensation broken today, all reject SBTC as an adequate explanation and the key to arresting the growth of inequality. The growth of debt-laden college graduates working in call centers surely shattered that illusion.
Krugman thus dismisses a technological explanation for the growth of inequality. Instead he urges that we consider the centerpiece of Reich’s study: monopoly power.
It is the concentration of economic power in the hands of fewer corporate players that accounts for growing economic inequality. According to Krugman and Reich: “…it’s obvious to the naked eye that our economy consists much more of monopolies and oligopolists than it does of atomistic competitors.”
Zigedy wonders, why did it take Reich and Krugman so long to arrive at this juncture, a place that Lenin had visited over a hundred years ago? Marxist writers like Paul Baran and Paul Sweezy devoted an entire influential book to monopoly capitalism nearly fifty years ago.
Thus, non-Marxist economists and their political allies have scorned the concept of monopoly power until recently, a concept that Marxists have made a centerpiece of their analyses.
Krugman and Reich reveal another crucial linkage –that between economic power (monopoly power) and political power. They see monopoly power as sustained, protected, and expanded by political actors. At the same time, they see political actors as selected, nourished, and guided by monopoly power. This creates a troubling conundrum for those seeking to reform capitalism.
Reich’s conclusion, in Krugman’s words: Rising wealth at the top buys growing political influence via campaign contributions, lobbying, and the rewards of the revolving door. Political influence in turn is used to rewrite the rules of the game in society. The result is a sort of spiral, a vicious cycle of oligarchy.
For Marxists, concentration necessarily begets monopoly capitalism, which subsequently completely fuses with the state, creating a mutually reinforcing synthesis. The state rules in the interest of monopoly capitalism while policing the economic terrain to maximize the viability and success of monopoly capital.
Nothing demonstrates the intimacy more than the crisis bailouts of mega-corporations (“too big to fail”) and the increasing monopoly capital’s dominance over the two-party political system that rules the United States.
January 8, 2016.
LO QUE DEPARA EL CAPITALISMO PARA EL FUTURO
Por Manuel E. Yepe
http://manuelyepe.wordpress.com/
Economistas estadounidenses de diversa orientación política han estado opinando en estos días acerca del nuevo libro de Robert Reich titulado Salvando al capitalismo: para los muchos, no para los pocos, presentado en la Revista de Libros de Nueva York el 17 de diciembre de 2015.
Para Paul Krugman fue gratificante constatar la sinceridad descarnada que expresa el título de libro de Reich porque “salvar el capitalismo” implica que el capitalismo está contra las cuerdas, o sea, en peligro de extinción, “consideración en la que creo, saludo y comparto”.
El marxista Zoltan Zigedy señala que Robert Reich, Paul Krugman y Joseph Stiglitz comparten altos logros en la economía académica y constituyen un triunvirato intelectual no marxista bien informando. Aunque ellos no estén de acuerdo en todo, comparten un conjunto básico de creencias en la viabilidad del capitalismo y su necesidad de reforma. No obstante es raro ver a algunos sugiriendo manifiestamente la urgencia de salvar el orden burgués.
La urgencia deriva del espectacular aumento de la desigualdad económica en los principales países capitalistas, particularmente en Estados Unidos. Krugman confiesa que la desigualdad era una cuestión que Reich y él “empezaron a tomar en serio” ya hace veinticinco años. “Pero creo que es justo decir que no tomamos en serio ese crecimiento de la desigualdad como una característica estructural del capitalismo hasta que apareció el importante trabajo de Thomas Piketty hace dos años”.
Según Zigedy, los economistas no marxistas Krugman y Reich han modificado su interpretación de las causas del crecimiento de la desigualdad durante las últimas décadas. Krugman, afirma Zigedy, describe un capitalismo desarrollado actual que se asemeja al capitalismo que los marxistas vienen describiendo desde hace más de medio siglo.
Hace décadas, los economistas liberales sostenían que el aumento de la desigualdad era resultado de que había sectores de la clase obrera que no reunían los requisitos tecnológicos o carecían de las habilidades exigidas por el “cambio tecnológico basado en la habilidad” (SBTC, por sus siglas en inglés). La educación era vista por ellos como el gran nivelador, estabilizador de la riqueza y el avance de los atrasados.
Pero con la actual ruptura de la correlación ente nivel de educación y compensación, todos rechazan el SBTC como explicación adecuada y clave para detener el crecimiento de la desigualdad. El aumento del número de graduados universitarios abrumados de deudas rompió esa ilusión.
Así, Krugman sustituye la explicación tecnológica para el crecimiento de la desigualdad, por algo que es eje central del estudio de Reich, el poderío monopólico. Es la concentración del poder económico en manos de pocos jugadores corporativos lo que lleva al aumento de la desigualdad económica. Según Krugman y Reich: “… es evidente que nuestra economía se asienta mucho más en los monopolios y oligopolios que en la competencia atomística.”
Zigady pregunta ¿Por qué Reich y Krugman tardaron tanto tiempo en llegar en esta consideración a la que Lenin arribó hace más de cien años? Escritores marxistas como Paul Baran y Paul Sweezy dedicaron hace casi cincuenta años un influyente libro al capitalismo monopolista.
Así, los economistas no marxistas y sus aliados políticos hasta hace poco desdeñaban el concepto de poder de monopolio, que los marxistas han hecho pieza central de sus análisis.
Pero Krugman y Reich revelan otros acoplamientos cruciales: entre el poder político y el poder económico (poder monopólico) y los del mercado con el poder político. Ellos observan que el poder monopólico es sostenido, protegido y ampliado por actores políticos, así como que los actores políticos son seleccionados, alimentados y guiados por el poder de monopolio. Esto crea un preocupante problema para aquellos que buscan la reforma del capitalismo.
En palabras de Krugman, la conclusión a que llega Reich es que la creciente riqueza en el segmento poblacional superior incrementa su influencia política mediante contribuciones de campaña, cabildeo y recompensas. La influencia política, a su vez, sirve para reescribir las reglas del juego en la sociedad. El resultado es una especie de espiral, el círculo vicioso de la oligarquía.
Para los marxistas, la concentración engendra necesariamente capitalismo de monopolio, que posteriormente se funde con el Estado, creando una síntesis que convierte a las normas del Estado en policías en el terreno económico encargados de maximizar la viabilidad y el éxito del capital monopolista.
Nada demuestra mejor ese maridaje que los rescates de las mega-corporaciones (“supuestamente demasiado grandes para quebrar”) ante las crisis y el evidente incremento del dominio del capital monopolista en el sistema político de dos partidos que rige en Estados Unidos.
Enero 8 de 2016.