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The Hijacking of Presidential Prerogatives
By Manuel E. Yepe
http://manuelyepe.wordpress.com/
A CubaNews translation.
Edited by Walter Lippmann.
Two decades ago, on March 12, 1996, William J. Clinton, then President of the United States, signed and put into effect the Helms-Burton Act formally designated the Cuban Liberty and Democratic Solidarity Act. It was identified in Congress by the names of its main promoters, North Carolina Republican Senator Jesse Helms and Illinois Democratic Representative Dan Burton, with the backing of the most conservative and right-wing sectors in the US political spectrum and of Cuban emigration.
It was a legal instrument that clearly violated the United States Constitution and numerous acts of international law which regulate international political relations and US legal norms. It was aimed at attacking the laws and achievements of the Cuban people.
This law has been characterized as an infringement on the freedoms of trade and investment; a source of conflict with major US partners; and a violation of several rules governing the economic, commercial and financial relations between states. It is considered by experts, governments and organizations around the world as a legal aberration, against which numerous mirror-laws and antidote-laws have been adopted worldwide.
The Helms-Burton Act forces non-US companies to choose between having dealings with Cuba or the United States. This is achieved through threats of legal reprisals, including the eventual prohibition to enter US territory of non-complying company leaders.
Supposedly, the Helms Burton was the US government’s response to an incident that took place in February 1996, when Cuban government jet fighters shot down two private planes operated by a paramilitary group, “Brothers to the Rescue”, founded by counterrevolutionary Cubans based in South Florida. They were supposedly dedicated to providing help to Cuban rafters who left from the island to the United States.
In fact, these aircraft illegally and repeatedly carried out intelligence and subversive propaganda missions flying over Cuban airspace, ignoring warnings from the Cuban authorities about the serious risks these missions entailed.
In 1995, the draft law was presented to the Senate by Jesse Helms who was acting chair of its Foreign Relations Committee, and a similar one by Burton was presented in the House. Thereafter, they were amended ,modified and adjustmented, all intended to harm, not only the interests of the island of Cuba, but also those of any country deemed Cuba’s partner in any investment or commercial business.
Between September and October that year, both initiatives were approved. And although the Clinton administration had been opposed to signing the law, a majority vote in the Senate and House blocked the presidential veto.
The incident of the downed aircraft served as a pretext for pressing Clinton to give the presidential approval.
On 5 March, Congress approved the proposal; and on March 12, before television cameras, Clinton signed it into law in the presence of the main Washington-sponsored Cuban counterrevolutionary “leaders”.
In May of the same year the first penalties arising from the new law were given. The first impacted were Canadian, Swiss and French venture capital companies: Sherritt, Cementos Curacao, Domos and BM Group, that had invested in Cuba and were accused of “trading in confiscated property”.
The Helms Burton Act states that Cubans in exile were not compensated by the Cuban government when it confiscated their properties. According to its provisions they remain owners –in exile– of lands and possessions in Cuba, and no transaction could be made without their authorization. (It obviated the fact that the United States prohibited persons or entities under their jurisdiction to negotiate with the government of Cuba any compensation for the expropriation of those properties, as had their European counterparts).
The legal monstrosity embodied in the Helms Burton was designed not only to cause economic damages to Cuba, but also to prevent that any US administration that had the leadership in the future could repeal it. To this end, it raised the normative category of all regulations, rules and executive orders adopted since 1962 in relation to theblockade imposed on Cuba, regardless their previous normative hierarchy.
This is the reason why today the President of the United States does not have the authority to rectify the seizing of a faculty so essential for the exercise of the sovereign international relations of his country. A faculty that would allow him to rectify the shame of having subjected to a criminal siege a neighbor country –modest but dignified- which has been able to resist and overcome the empire.
March 13, 2016.
Secuestro de facultades presidenciales
Por Manuel E. Yepe
http://manuelyepe.wordpress.com/
Hace dos décadas, el 12 de marzo de 1996, William J. Clinton, entonces presidente de los Estados Unidos, firmó y puso en vigor la llamada Ley Helms-Burton, oficialmente registrada como Ley de la libertad cubana y solidaridad democrática. Se le identificó en el Congreso por los nombres de sus principales promotores, el senador republicano por Carolina del Norte, Jesse Helms, y el representante demócrata por Illinois, Dan Burton, contando con el respaldo de los sectores más conservadores y derechistas del espectro político estadounidense y el de la emigración cubana.
Se trató de un instrumento legal claramente violatorio de la Constitución de Estados Unidos y de numerosos actos del derecho internacional que regulan las relaciones políticas y normas jurídicas estadounidenses, enfilado a agredir las leyes y logros del pueblo cubano.
Se ha señalado a esta ley como atentatoria contra las libertades de comercio e inversión; fuente de conflictos con los principales socios de Estados Unidos; violatoria de varias normas que regulan las relaciones económicas, comerciales y financieras entre los Estados, y es considerada por especialistas, gobiernos y organizaciones de todo el mundo como una aberración jurídica, contra la cual se han proclamado numerosas leyes-espejo y leyes-antídoto en todo el mundo. La Ley Helms Burton obliga a empresas no estadounidenses a elegir entre tener tratos con Cuba o con Estados Unidos mediante amenazas con represalias legales, entre las cuales la eventual prohibición de la entrada a suelo norteamericano a sus dirigentes.
Pretendidamente, la ley Helms Burton era la respuesta del gobierno norteamericano a un incidente que tuvo lugar en febrero de 1996, cuando aviones caza del gobierno cubano derribaron dos aviones privados operados por el grupo paramilitar “Hermanos al rescate”, integrado por cubanos contrarrevolucionarios radicados en el Sur del estado de la Florida, supuestamente dedicados a brindar ayuda a balseros cubanos emigrar de la isla hacia Estados Unidos.
En realidad, esos aviones realizaban misiones de inteligencia y propaganda subversiva al sobrevolar ilegal y reiteradamente el espacio aéreo de la isla, ignorando las advertencias por las autoridades cubanas por los serios riesgos que eso conlleva.
En 1995 el proyecto fue presentado al Senado por Jesse Helms quien fungía de presidente de su comité de relaciones exteriores y otro similar por Burton a la Cámara. A partir de entonces, sufrieron modificaciones y ajustes, destinados todos a perjudicar, no solo los intereses de la isla cubana, sino también a los de cualquier país que se proyectara como socio suyo en algún negocio inversionista o comercial.
Entre septiembre y octubre de ese año fueron aprobadas ambas iniciativas. Y, aunque la administración Clinton se había mostrado contraria a firmar la ley, la mayoría de votos en el Senado y la Cámara frenaban cualquier posibilidad de veto presidencial.
El incidente de los aviones derribados sirvió de pretexto para presionar a Clinton por la aprobación presidencial.
El 5 de marzo, el Congreso aprobó la propuesta y el 12 de marzo, ante las cámaras de televisión, Clinton la firmó como ley en presencia de los principales “líderes” contrarrevolucionarios cubanos patrocinados por Washington. En mayo del mismo, año se dieron las primeras sanciones emanadas de la nueva ley. Las primeras entidades impactadas fueron empresas de capital canadiense, suizo y francés: Sherrit, Cementos Curazao, Domos y BM Group, que invertían en Cuba y resultaron acusadas por “comerciar con propiedades confiscadas”.
La ley Helms Burton señala que los cubanos en exilio no fueron resarcidos por el gobierno cubano al serles confiscadas sus propiedades, por lo que seguían siendo dueños -en el exilio- de tierras y posesiones en Cuba, con las que no se podía comerciar sin autorización de éstos. (Se obviaba el hecho de que Estados Unidos prohibía a personas o entidades bajo su jurisdicción negociar con el gobierno de Cuba cualquier compensación por expropiación de esas propiedades, como había hecho sus similares europeos).
El engendro jurídico que significó la ley Helms Burton no sólo se propuso causar daños en el terreno económico a Cuba sino además impedir que cualquier gobierno estadounidense que en el futuro asumiera la conducción de la nación norteamericana pudiera derogarla y, a tal fin, elevó la categoría normativa de todas las regulaciones, normas y órdenes presidenciales adoptadas desde 1962 en relación al bloqueo impuesto a Cuba, sin distinción de jerarquía normativa.
Esta es la razón por la que hoy ni el propio Presidente de los Estados Unidos tiene autoridad para rectificar el secuestro de una facultad tan elemental para el ejercicio de la conducción soberana de las relaciones internacionales de su país como la que le permitiría corregir la vergüenza de haber sometido a asedio criminal a un pueblo vecino, pobre pero muy digno, que ha sido capaz de resistir y vencer al propio imperio.
Marzo 13 de 2016.
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