The New York Times
Betty Dodson: La adivina del sexo en solitario.
“Un orgasmo de verdad,” dijo la Sra. Dodson, “no importa de dónde venga, es algo de lo que se apropia la mujer.”
Por: Ruth La Ferla
26 de marzo 2020
Translation to Spanish by CubaNews. Traducción dedicada a Mileyda Menéndez y al Dr. Alberto Roque Guerra.
¿Qué hace falta para hacer ruborizar a Gwyneth Paltrow? Pues resulta que basta con algunas clases explícitas sobre cómo entonar su suelo pélvico. Su instructora, Betty Dodson, artista convertida en educadora sexual y evangelista de la auto-estimulación femenina, exaltaba los beneficios del ejercicio kegeliano que, según sostiene, ayuda a provocar el orgasmo.
“Levanta, contrae, relaja,” insistía, causando que la Sra. Paltrow, vendedora de una vela de $75 llamada This Smells Like My Vagina [Esto Huele Como Mi Vagina] enrojeciera desde el mentón hasta la frente.
La escena es de “The Goop Lab,” una entrega de Netflix sobre el negocio de régimen de vida de la Paltrow (popular entre los ‘millennials’) que marcó un hito para la Dodson, pues le dio más visibilidad y, posiblemente, más relevancia de la que ha disfrutado desde que comenzó hace medio siglo a enseñar a las mujeres a alcanzar el orgasmo.
“Ahora hay educadoras más jóvenes,” dijo Annie Sprinkle, estrella porno de la década de 1970 devenida educadora sexual y desde hace mucho discípula de Dodson, “pero Betty todavía les puede dar dos vueltas.”
La Sra. Dodson, una perturbadora desde antes de que el término se pusiera de moda, ha ganado adeptas a su ideal de sexo positivo durante décadas, exhortando a las asistentes a los talleres Bodysex que fundó en los 70 a sentarse desnudas en su piso alfombrado, observarse mutuamente sus vulvas y aprender a masturbarse con eficacia.
Incluso antes de que el Dpto. de Salud de Nueva York afirmara “you are your safest sex partner” [Tú eres tu pareja sexual más segura] en un memo muy publicitado, la Sra. Dodson, que ya tiene 90 años, disfrutaba de un oportuno renacer. Su mensaje se hace sentir en su primer manual, “Bodysex Basics” [Fundamentos del Bodysex], con Carlin Ross como coautor, y en una versión reeditada de sus memorias de 2010, “Sex by Design: The Betty Dodson Story” [Sexo Intencional: La Historia de Betty Dodson]; en los populares talleres mensuales que ofrece en su apartamento de Midtown Manhattan (actualmente sustituidos por charlas colectivas por Internet); en el arte erótico que captó la atención del público por primera vez (sus imágenes de parejas copulando, que se exhibirán este año cuando el Museo del Sexo, del cual es consultora, reabra sus puertas); y en www.dodsonandross.com, la página web que mantiene junto con la Sra. Ross, su asociada comercial y presunta heredera de 46 años.
En “The Goop Lab,” la Sra. Ross yace bocabajo en la penumbra de un cuarto. Dodson está encima de ella, aplicándole suavemente aceite en los genitales mediante una técnica de masaje que se acelera gradualmente, y susurrando dulcemente mientras guía a la Sra. Ross hacia un eventual clímax.
Si la tierra tembló para la Sra. Ross, no se notó. Aparte de su respiración agitada y algún que otro estremecimiento por momentos, el auditorio no vio ni escuchó nada parecido a los fuegos artificiales sonoros y visuales que desde siempre han sido el puntal de la pornografía heterosexual.
Las Acusaciones Eran Falsas. Pero, ¿Podíamos Probarlo?
Si pareció insulso por comparación, dijo la Ross, “es porque no fue un orgasmo actuado.”
Antes de la propagación del nuevo coronavirus que obligó a los neoyorquinos a auto-aislarse, ella estaba chateando en la oficina-dormitorio donde ambas escriben y planifican sus proyectos.
Un pene dorado con alas, uno de los diversos premios curiosos de la Sra. Dodson, ocupa el lugar de honor en uno de los estantes superiores de un librero lleno de videocasetes que ella misma ha promovido—tales como “Viva la Vulva”—y de varios de sus trabajos iniciales, incluyendo “Sex for One: The Joy of Self-Loving” [Sexo para Uno: El Goce del Auto-amor], su trascendental primer manual (1987) sobre la masturbación femenina.
Herramientas de trabajo: Vibradores Magic Wand [Varita Mágica] que la Sra. Dodson utiliza en sus talleres.
La Dodson hizo su entrada vestida con una bata de baño desgarbada cuyo bolsillo superior está decorado con las letras B.A.D., “mis iniciales, Betty Anne Dodson,” dijo entornando los ojos antes de retomar su tema.
Claro que sí, el orgasmo puede ser ruidoso en ocasiones. “Sin embargo, por lo general los sonidos son mucho más guturales, profundos y animalistas,” afirmó. “Las piernas tiemblan, el cuerpo entero tiembla. Eso nunca lo he visto en pornografía.”
¿Por qué entonces tantas mujeres se sienten obligadas a montar un espectáculo enriquecido con una banda sonora de gemidos y gritos desgarradores? “Los hombres no quieren ver un orgasmo de verdad, quieren el pornográfico,” señaló la Dodson con mordacidad. “Es cosa del ego. Quieren ver el tipo de efecto que causan en una mujer.”
“Un orgasmo de verdad,” agregó, inclinándose hacia adelante para mayor énfasis, “no importa de dónde venga, es algo de lo que se apropia la mujer.”
He ahí un precepto básico de sus enseñanzas. “Tienen que dirigir” el coito, le pide a las mujeres encarecidamente: Asuman el mando, o sea, participen activamente en su propio placer. Si están con una pareja, “Llévenla a hacer lo que ustedes quieren,” dijo casi con furia. “Busquen la posición que ustedes quieren.”
En su opinión, la masturbación, sea manual o con dispositivos de baterías, es la piedra angular de la realización sexual, un catalizador del placer, y, más que eso, la base fiable de la independencia social y emocional.
“Mi instinto me dijo,” escribe en su monografía, “que movilidad sexual era lo mismo que movilidad social. Los hombres la tenían y las mujeres no.”
Su actitud de mando, subversiva e incluso incendiaria de principios de los años 70, no les sentó muy bien a algunas feministas que consideraban la noción de la Sra. Dodson sobre el apareamiento como mecánica y carente de conexión. Además, estaban demasiado concentradas en protestar por los abusos y las humillaciones que sufrían por obra de los hombres. “Siempre se estaban quejando,” recordó con irritación.
Otras fruslerías sobre el buró de la Dodson.
Respondió, imperturbable, con un modelo de concientización sexual. El repudio total al amor romántico era vital para su mensaje. “El romance es algo muy serio,” dijo en su apartamento. “Ya no es ese paradigma de que yo tengo que amarte y tú tienes que corresponderme.”
La Sra. Ross intervino: “El sexo puede ser juguetón, algo más parecido a, ‘Vamos a divertirnos.’”
Los jóvenes pueden enseguida a guías en la Internet tales como “How to Masturbate, Female Style: 8 Steps to Having Orgasms” [Cómo Masturbarse al Estilo Femenino: 8 Pasos para Tener Orgasmos] en Bustle, con instrucciones a mano, según escribe la autora, “porque conocer varias formas de producirse un orgasmo es una habilidad que todo el mundo debería tener.” Similar naturalidad respalda la afirmación un tanto simplista de Flo Perry, escritora e ilustradora británica de 27 años, en “How to Have Feminist Sex: A Fairly Graphic Guide” [Cómo Tener Sexo Feminista: Una Guía Bastante Gráfica], al afirmar que la masturbación no consiste en mucho más que “una forma de cuidado personal.”
No obstante, algunas de las más jóvenes parecen preferir el enfoque manual (si me perdonan) de la Sra. Dodson. Las lecciones que ofrece en la Internet tienen muchísimos clientes, de las cuales aproximadamente la mitad tienen entre 24 y 40 años, según la Sra. Ross. Pocas pueden responder al caudal de furia que caracteriza a los escritos de la Dodson y caldea su conversación.
Ella recuerda en su monografía el caso de una amiga de más edad que se le insinuó con manoseos a su mejor amiga. La Dodson agarró un cuchillo de encima de la tabla de cortar y le dijo con rabia, “Mejor vete antes de que te clave este cuchillo en el estómago.”
Sin embargo, en otros casos, la Sra. Dodson parece inexplicablemente cooperativa. En su escrito describe el encuentro en su patio trasero con un extraño semidesnudo, que se le acercó amenazadoramente por detrás. Sintiendo que el hombre estaba a punto de abalanzarse sobre ella, se dio vuelta, se zafó el cinturón, lo empujó hacia una silla y se le montó encima.
Es un incidente sorprendente de leer, sobre todo en la era del #MeToo, cuando la actitud aparentemente displicente de la Dodson suena a herejía. Pero ella no está dispuesta a retractarse. “Si Ud. no sabe artes marciales,” afirma, resistirse a un hombre durante un ataque “es inútil en la mayoría de los casos. Los hombres son más grandes y más fuertes. No me importa cuántas razones tiene Ud.: pelear no da resultado.”
Su relación con el sexo más fornido puede ser agriamente despectiva. “Los hombres son muy bidimensionales,” señaló. “Si algo tienen de interesantes es por las mujeres con las que han estado.”
La Sra. Ross le recordó a la Dodson que a la edad de setenta y tantos tuvo un amante de 25 años de edad, con quien vivió durante una década. Para la Sra. Dodson, el recuerdo aún despide chispas.
“¡Era tan bello!,” dijo entre nostálgicas chupadas a un Marlboro Light. “Tenía el cuerpo perfecto, hombros ancho, genitales de buen tamaño y huesos fuertes. ¡Ah, y olía muy bien! Con esa juventud y mucha agua y jabón.”
“Ya terminé con el sexo en pareja,” continuó. “Pero no rechazaría a un tipo bien parecido si entrara aquí ahora.”
No tener pareja no es motivo para abandonar el terreno, agregó, como si tal cosa, confiándome que todavía fuma marihuana ocasionalmente (“Sin ella no estaría aquí.”), a veces como preludio del sexo casual en solitario.
No tiene sentido recostarse a esperar ociosamente a que el deseo me tome la delantera.
“Sentimos el deseo una vez que nos excitamos,” dijo. “No esperes a que tu espíritu te mueva, porque nunca lo hará.”
Una versión de este artículo aparece impreso el 26 de marzo de 2020 en la Sección D, Página 1 de la edición de Nueva York, con el título: The Soothsayer of Solo Sex [La Adivina del Sexo en Solitario]. Solicite Copias | Periódico de Hoy | Suscríbase
https://www.academia.edu/28136066/Betty_Dodson_Sexo_para_uno
You must be logged in to post a comment.