Donde
hubo fuego,
¿remover cenizas?
Mayte María
Jiménez
maytemaria@jrebelde.cip.cu
¿Siempre las segundas partes son malas? ¿Será
oportuno tropezar dos veces con la misma piedra?
¿Resignación ante aquello de que «más vale malo
conocido que bueno por conocer»?
Estas son algunas de las razones que, según
varios encuestados por Sexo Sentido, se sopesan
a la hora de reiniciar cualquier relación tras
una o varias rupturas.
Para algunos, volver a esa persona es
imprescindible, ya sea por costumbre o porque
intentan convencerse a sí mismos de que vale la
pena probar una vez más: tal vez no funcionó a
la primera, pero si se reconocen y aceptan los
defectos de ambos, todo marchará mejor, piensan
estos individuos.
Otros, sin embargo, excusaron las ventajas de la
reconciliación como «el punto cúspide entre
atracción, conocimiento mutuo, necesidad común y
confianza».
De cualquier forma, los especialistas en terapia
de pareja afirman que reanudar una relación
implica ciertos riesgos, dependientes en general
de aquellos problemas que llevaron a la
separación: infidelidad, diferencias
psicológicas, de intereses, por problemas
sexuales…
También influye la forma en que fueron manejados
tales asuntos durante la separación: Cada
conflicto tiene sus peligros, y la incertidumbre
de que quizá se repitan en el segundo intento es
muy difícil de ignorar.
VER EL VASO MEDIO LLENO
Para que la pareja funcione bien tras un
recomienzo, es necesario realizar varias
transformaciones en el modo de llevarla, sobre
todo al enfrentar conflictos cotidianos.
Y no solo durante ese período de lejanía en el
que aún se mantiene el vínculo emocional, sino
también a partir de la nueva conciliación,
afirman los expertos.
Tales cambios deben establecerse sobre una base
afectiva, y cada miembro de la pareja debe ser
honesto, en primer lugar, con sus sentimientos y
modo de pensar. Es importante resaltar los
puntos en común, aquello que los hace sentirse
identificados, así como aceptar los desacuerdos
que fueron modificados tras una reflexión.
En esta nueva etapa, la seducción es otro
aspecto elemental. Las relaciones deben
reiniciarse con una etapa de cortejo, y con ella
la posibilidad del reenamoramiento. De lo
contrario, destacan los especialistas, es muy
fácil caer en el círculo vicioso de un amor
«inseguro», donde reina la desesperación y el
temor a «romper las cadenas», por miedo a
quedarse solos.
Quizá por ello muchas personas aseguran que el
amor es para los valientes: en él siempre está
presente el riesgo de equivocarse o sufrir, por
lo que es recomendable ser optimistas y
prepararse para salvar lo que sea posible en
cada ocasión.
En la batalla por llevar adelante y superar los
obstáculos que debe enfrentar toda pareja, no
puede perderse de vista que cada sujeto tiene
derecho a la felicidad.
«Haces el intento, pero si ves que no funciona o
va en contra de tus preceptos (como la no
manipulación, la autonomía, el derecho a la
ternura…) y que no te evalúan por tus méritos,
entonces lo más sensato podría ser la
separación, pues hay principios que no son
negociables».
Así lo afirma Walter Riso, psicólogo colombiano
y experto sexólogo, quien asegura que cuando una
relación afecta los valores de una persona, es
preciso analizar cuán dolida ha quedado tras la
ruptura, y valorar la confianza que aún le queda
por el otro.
«No se trata solo de buenas
intenciones: Hay que sentarse a reflexionar y
sopesar las probabilidades de éxito en caso de
una reconciliación», destaca el especialista en
uno de sus artículos consultados en Internet.
¿DORMIR CON EL ENEMIGO?
Muchas personas no comprenden por
qué terminó una relación que creían basada en el
amor, o al menos en lo que ellas entienden por
tal sentimiento. En esta definición, explica
Riso, muchas veces se confunde el amor completo
con una atracción fugaz, e incluso con un
capricho.
Quienes idealizan el «amor», se
vuelven adictos a él y a la sensación que
produce. Tienen una posición fluctuante —un día
quieren volver, al otro no, — que genera en la
otra persona desespero e inseguridad. Incluso
asocian el amor al sufrimiento, y lo confunden
irracionalmente con pasión.
Cuando alguien está bien en la pareja, todo
fluye y no hay oportunidad de pensar en una
separación, aun cuando la relación no sea
perfecta, reconoce Riso.
«En la convivencia hay momentos
buenos y malos, pero si hay un buen clima
afectivo, las desavenencias se asimilarán y no
habrá reproches», asevera.
En su libro Ama y no sufras, el experto
recuerda algunos principios que deben regir la
amistad en la pareja, recomendaciones muy
sensatas que ayudan a mantener el equilibrio.
Entre ellos destaca la necesidad de ser
compatibles —no iguales— en puntos básicos, como
los valores, la ideología o la dignidad.
No se trata de idolatrar, sino de
admirar; de saborearse —no venerarse—, de forma
mutua y equilibrada. Amar justa y dignamente es
una convivencia definida por el intercambio
amistoso, lo que no significa convertir la
relación en un proceso mercantilista en el que
se lleve contabilidad de activos y pasivos por
cada gesto o acción del cónyuge.
Pero la amistad no puede existir sin confianza,
sin esa seguridad de que estamos en buenas manos.
«Es imposible vivir en la duda y en la
incertidumbre. No es cuestión de taparse los
ojos, pero sí de alcanzar la convicción de estar
resguardado».
Entonces, si alguien decide retomar su vida
junto a otra persona que ya daba por perdida,
debe estar convencido de que esa pareja es su
cómplice, no su alma gemela ni su peor
adversario. |