
Martí y las elecciones en Estados Unidos
Por Blanchie Sartorio
Alguien me preguntaba ¿Hasta cuándo el pueblo de los
Estados Unidos va a reaccionar de esa forma mansa e
indiferente ante los resultados de las elecciones? Con
excepción de minorías comprometidas, seguidoras de los
dos fundamentales partidos, a los demás ni les va ni les
viene, que sobre una casilla o falte en la boleta.
Quizás no sea tan así, pero sí bien parecido, pues a la
clase media le importa poco quién salga si no le afecta
su estatus y a los más pobres se les ponen obstáculos
para impedir respalden a quien no interesa a la minoría
poderosa, la del gran capital, que es en definitiva la
que decide.
Ese increíble hombre que fue José Martí atrapó de forma
magistral en sus crónicas esta gran verdad, de la cual
fue testigo en cuatro procesos electorales entre1881 y
1893, y denunció en las páginas de La Nación, para
demostrar cuánto conoció de las entrañas del monstruoso
sistema.
En 1883 cuando aspiraba a la presidencia el demócrata
Grover Cleveland, Martí publica un artículo revelador de
la situación política en Nueva York, y enfatiza en el
papel de Tammany Hall, una antigua y poderosa
organización que llegó a ejercer gran influencia en el
estado y asuntos nacionales.
“...De manera que salir al paso de Tammany Hall es como
firmarse con la propia mano, aquí donde todo depende del
voto, un decreto de muerte política. Los barrios enteros
votan como Tammany manda; Tammany elige senadores,
gobernadores y Presidente; Tammany les impone luego, en
cobro de la influencia con que los ha elegido, las
personas, impuras casi siempre, a quienes por paga o
complicidad en los provechos tiene señaladas para ocupar
los más pingues empleos públicos.”
De modo que las elecciones no las ganó el pueblo ni
Cleveland, ni el Partido Demócrata sino la influencia de
Tammany, y siempre tras cada elección saldrá el
candidato que más interese a los “tammany” de turno, los
dueños de las grandes industrias y las finanzas.
Los recientes debates públicos de los actuales
aspirantes a la presidencia George W. Bush y John Kerry
se ajustan como anillo al dedo a lo que publica en las
elecciones de 1884,: “ Una vez nombrados en las
Convenciones los candidatos, el cieno sube hasta los
arzones de las sillas. Las barbas blancas de los diarios
olvidan el pudor de la vejez. Se vuelcan cubos de lodo
sobre las cabezas. Se miente y se exagera a sabiendas.
Se dan tajos en el vientre y por la espalda. Se creen
legítimas todas las infamias. Todo golpe es bueno, con
tal que aturda al enemigo. El que inventa una villanía
eficaz, se pavonea orgulloso. Se juzgan dispensados ,
aún los hombres más eminentes, de los deberes triviales
del honor...”
También ya hablaba Martí de cómo “sustituían las
papeletas democráticas por las republicanas, o
aumentaban estas a su labor, o falseaban los recuentos”.
Las cacareadas elecciones de los Estados Unidos de
Norteamérica para nada cuentan con el ciudadano común,
que no vota por un candidato sino por los electores de
cada partido, los que arbitrariamente representan a
distritos electorales; y después, las elecciones
primarias y las convenciones, que solo movilizan a una
minoría mientras la mayoría, espera apática los
resultados. Y más o menos así ha sido su historia .
Recientemente, leíamos un comunicado de un
multimillonario a sus compatriotas: “Estados Unidos
despierten, no se dan cuenta que nos están engañando”
George Soros, por su osadía de llamar a pensar, era
declarado enemigo público del Partido Republicano.
Michael Moore, el laureado cineasta norteamericano,
también es perseguido por el Partido Republicano, ante
sus múltiples denuncias del gobernante partido y por
haber llamado a los holgazanes a votar el 2 de noviembre
y alertarlos de que esta vez se juega demasiado. Más de
100 000 jóvenes se habían registrado recientemente para
votar, cifra que no podía ni imaginarse, según el propio
Moore.
Son otros tiempos, comienza a haber un despertar, pues
el mundo es otro después del 11 de septiembre de 2002.
Desde su inmensidad llega la vigencia de Martí con lo
escrito en La Nación, el 15 de agosto de 1886: “Las
elecciones cuestan mucho. Los capitalistas y empresas
ayudan en los gastos de ellas a los candidatos
necesitados; y estos, una vez vencedores, pagan con su
voto servil el anticipo a los capitalistas...”
¿Y al pueblo?...Es urgente que reflexione.
lunes/1/11/2004
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