Respetar
la diversidad sexual
Lo considera el
profesor canadiense Robert Wintemute, doctorado
en Derechos Humanos de la Universidad de Oxford,
ex miembro del grupo de expertos de la Comisión
Europea en el combate contra la discriminación
por orientación sexual, y autor de libros que
abordan este asunto con un enfoque jurídico
Mileyda Menéndez
mileyda@jrebelde.cip.cu
En materia tan polémica como la diversidad
sexual y la igualdad de derechos para lesbianas,
gays, bisexuales, transexuales, trasvestis y
transgéneros (LGBTTT), existe una íntima
relación entre la opinión pública y la
adecuación de las leyes.
Los criterios ya establecidos en la sociedad, y
en particular los de cada persona, no cambian
sin antes discutirse públicamente. Aun cuando la
ley pueda dar algunos pasos de vanguardia y
generar una opinión más tolerante, no logrará
adelantar demasiado por sí sola, pues se trata
de un proceso de «doble vía», del que forman
parte esencial los medios de comunicación masiva.
Así lo expresó, en entrevista exclusiva para
Juventud Rebelde, el profesor canadiense
Robert Wintemute, doctorado en Derechos Humanos
de la Universidad de Oxford.
A juicio de este experto, los países más
avanzados en la búsqueda de una igualdad de
derechos para los LGBTTT, son los del oeste de
Europa, además de Canadá, Sudáfrica, Nueva
Zelanda, Australia y una parte de los Estados
Unidos.
«En el resto del mundo la opinión pública no ha
cambiado significativamente. Aún existen
posturas muy tradicionales hacia los conceptos
de pareja, sexo o familia, con un nivel de
tolerancia y conocimiento propios de cada país»,
afirmó.
En cuanto a Cuba, reconoció que aún persisten
barreras culturales machistas, como en el resto
de América Latina, pero no se percibe la fuerte
represión que sufren estos grupos en otras
latitudes.
«Es cierto que todavía existe en el mundo cierto
temor de la mayoría heterosexual hacia esas
minorías, pero es sin duda infundado, porque
solo representan un por ciento muy pequeño de la
población», valora el entrevistado, y añade:
«La cultura incide mucho en la visión social del
fenómeno... por lo general los varones
heterosexuales sienten aprensión por la
sexualidad entre hombres y sin embargo se
fascinan con las lesbianas. Algunos creen que
pueden ‘curarlas’ siendo ‘buenos hombres’ con
ellas.
«En ocasiones ese miedo de los heterosexuales
puede llevar a una violencia muy grave, con la
cual intentan probar su masculinidad», comenta
el experto. «Ese es el tipo de cosas que una ley
no puede cambiar... Tiene que ser la sociedad
quien se encargue de ello», enfatizó.
Así lo estiman también numerosas personalidades
del mundo, grupos sociales y profesores de
universidades de mucho prestigio que están a
favor de una igualdad de oportunidades para
todos. El sudafricano Desmond Tutu, Premio Nobel
de la Paz, considera inadmisible la
discriminación por la orientación sexual tanto
como por motivos étnicos, de clase social,
género o religión.
ANTIGUA DISCRIMINACIÓN
Wintemute ha impartido clases en la Facultad de
Derecho del King’College de la Universidad de
Londres y antes estuvo vinculado como
investigador y profesor a las casas de altos
estudios de ciudades como Yale y Toronto.
A partir de su amplia experiencia en casos
célebres de los últimos años, en los cuales
diferentes tribunales debieron decidir el
derecho de personas LGBTTT a formalizar pareja o
a adoptar niños, el entrevistado asegura que son
estos los puntos de mayor conflicto social
actualmente, pero la historia demuestra que no
siempre ha sido así.
El inicio de estas luchas se remonta a mediados
del siglo XIX, cuando en países como Inglaterra
se castigaban las relaciones sexuales entre
hombres con la pena de muerte. Luego el
enfrentamiento se extendió a las
discriminaciones en materia de empleo,
educación, alojamiento y acceso a muchos otros
servicios. Las cuestiones de familia emergieron
como cardinales a fines del siglo pasado.
«Muchas personas ya aceptan a estos individuos y
respetan su espacio social, pero consideran que
no debe tocarse a la familia, entendida esta
como unión de hombre y mujer heterosexuales y
sus hijos», explica el profesor.
Es significativo que la adopción de niños por
parte de estas minorías haya prosperado más que
el matrimonio. Así ocurre en países donde impera
una política más pragmática en cuanto a lo que
es mejor para un niño: si tener dos madres o dos
padres jurídicos, o uno solo.
Ya hay ocho países en Europa que lo admiten,
pero solo tres legalizaron la unión homosexual:
Holanda, España y Reino Unido. Esto prueba que
los derechos parentales son hoy más fáciles de
manejar para un cambio de legislación, mientras
el matrimonio sigue viéndose como una
institución social milenaria e inamovible,
resistente a otros modelos.
Este criterio es también objetable desde el
punto de vista histórico, comenta Wintemute. Hoy
resultaría impensable aceptar que la mujer pase
a ser propiedad del hombre con quien se casa,
como en la antigüedad, o que se prohíba el
matrimonio entre personas negras y blancas, como
ocurría en la sociedad norteamericana hasta
1967.
Las uniones jurídicas también evolucionan,
aunque sea un paso difícil, asevera. «Creo
incluso que en el caso del matrimonio entre
personas del mismo sexo va a suceder más
rápidamente que otros cambios... Hace cinco años
ningún país lo aceptaba y hoy suman cuatro (los
tres europeos mencionados y Canadá)».
Algunos proponen cambiarle el nombre a esta
unión: algo así como «partenariato», pero en
esencia se les garantizan los mismos deberes y
derechos de una pareja heterosexual.
«En 25 años habrá más de una decena de acuerdos
como estos, y poco a poco se extenderá a otros
países, en dependencia de cómo reaccionen las
opiniones sociales. Igual pasó en su momento con
el voto femenino, que se inició en 1883. Sería
impensable a esta altura que alguien impida a
una mujer participar en las elecciones solo por
serlo».
SIN PREJUICIOS NI TEMORES
Sexo Sentido aprovechó la oportunidad para
consultar con su entrevistado las preocupaciones
de padres, amigos y otros familiares de personas
homosexuales que nos han escrito preguntándose
con frustración cuál ha sido «su fallo, qué
hicieron para que el o la joven hayan optado por
ese camino».
Es importante saber que esta situación no
depende por lo general de la crianza, sino más
bien de la genética, según reportes científicos
de actualidad. Sin embargo, los padres no se
reprochan que un hijo sea más alto que el otro,
por ejemplo, argumenta Wintemute.
«El único ‘fallo’ que pudiera recriminarse a la
familia es no haber dado suficiente confianza a
esas personas desde pequeñas para que hablaran
abiertamente de lo que sentían, sin prejuicios o
temor sobre sus inclinaciones sexuales.
«No existe una ‘cura’, forma de reencaminarlo o
de alejarlo de ‘malas influencias’, como creen
tales lectores. También se culpabilizan pensando
que no podrán tener nietos, pero esto no tiene
por qué ser necesariamente cierto».
Añade Wintemute que un paso importante para
lograr la total igualdad de derechos en este
campo, que no existe aún en ningún país, es que
en el futuro los jóvenes puedan hablar
abiertamente de sus sentimientos, su orientación
sexual o su identidad de género, y que todas las
personas a su alrededor sean capaces de asimilar
tales preferencias y facilitarles el aprendizaje
de una sexualidad normal, sin represiones y sin
que ese período resulte tan doloroso.
Los reclamos de las minorías sexuales también se
abrirán paso, aunque se tomen su tiempo, avizora
el experto. «Así lo demuestran las nuevas
legislaciones en países más bien conservadores
como el Reino Unido, lo cual ayuda a modificar
la opinión pública mundial.
«Pero creo que quienes más pueden hacer por ese
cambio en la visión social de este fenómeno son
las propias personas LGBTTT. Cada una está
llamada a ganarse el respeto y la tolerancia de
su comunidad, sus amigos y su familia.
«Solo así la oposición desaparece, porque se
trata de reacciones humanas fundamentadas en los
prejuicios y el desconocimiento de lo que
significa ser LGBTTT.
«Claro que no es fácil respetarse a sí mismo si
la sociedad no te respeta. Se habla de la
homofobia interiorizada por los propios sujetos,
y es cierto: cuando se nos ha educado en el
rechazo resulta difícil mantenerse abierto o
exigir respeto, porque uno mismo no cree
merecerlo.
«Pero si se
tiene el coraje de seguir adelante todo resulta
mejor: cuando los heterosexuales conocen a las
personas LGBTTT comprenden que son tan humanos
como ellos, con sus mismos sueños y deseos de
ser felices, de amar y ser amados... que no son
tan diferentes, y mucho menos una
amenaza para la sociedad». |