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La cara oculta de… Yassel
Yanela Soler Mas La Habana


La cara oculta de la luna captó la atención de los televidentes desde sus capítulos iniciales, a pesar del escepticismo ante la noticia de que el espacio de la telenovela cubana tendría como tema la enfermedad del SIDA.

Muchos de quienes apostaron porque la serie sería un fracaso desde el punto de vista comunicativo, aplauden el trabajo del equipo de realización, que encabeza Rafael (Cheíto) González, por tratarse de un producto que entretiene, instruye y educa.

Numerosas razones existen para que las noches de los martes, jueves y sábados sean aprovechadas en la apreciación de este formato televisivo. Se destaca la manera en que Freddy Domínguez supo reflejar en un guión para la televisión la misma estructura que el Centro Nacional de Lucha contra las ITS, donde se realizan terapias grupales para que los portadores del VIH cuenten a los adolescentes y jóvenes cómo adquirieron la enfermedad.

Pero aunque la historia de Amanda (Sahily Cabezas) tocó la sensibilidad del público cubano; el relato de Yassel (Felito Lahera) no ha corrido igual suerte, desencadenando criterios polémicos en la opinión pública nacional.

La cara oculta de la luna ha despertado el machismo característico de la sociedad cubana, y en otros casos lo ha consolidado.

El público no duda de las excelentes actuaciones de Lahera o de Armando Tomey, quien al desempeñar el personaje de Mario ha probado sus dotes histriónicas, según muchos hasta ese momento encubiertas; pero las valoraciones sobre la propuesta de Cubavisión y el Cenesex giran en torno a la concepción del hombre como ser destinado a aparearse con su sexo opuesto, y viceversa.

Aun cuando sus realizadores optaron porque la telenovela se moviera en los marcos de la insinuación y no de lo explícito de las escenas, en la sociedad cubana del momento abunda el criterio de que la segunda historia de La cara oculta de la luna debe suspenderse y sancionar a los que tuvieron que ver con la idea.

Semejante reacción era de esperarse, si tenemos en cuenta el machismo nato de los cubanos arriba mencionado. Sin embargo, las estadísticas apuntan a que la mayor fuente de contagio de la enfermedad ocurre entre los hombres que tienen sexo con hombres, HSH por sus siglas en español. En su mayoría bisexuales, los HSH contagian a mujeres, quienes en muchos casos son sus propias esposas.

Historias… ¿Adversas?

Esta segunda historia no solo abarca el tema del homosexualismo, sino también el tabú existente en cuanto a la edad de los integrantes de una pareja. 

Quizá si en esta historia de La cara oculta de la luna el conflicto de Yassel no fuera blanco para las críticas, el romance entre Leticia (Tahimí Alvariño) y Danilo (Félix González) hubiese sido la causa de opiniones censuradoras por parte de los televidentes. Recuerdo cuando era niña la teleserie Hoy es siempre todavía, donde una mujer mayor se enamoraba de un joven y, a pesar de que este no era el conflicto principal, fue criticada la historia por ese “defecto”.

Entre una relación homosexual y una relación heterosexual donde uno de sus integrantes le lleve más años a otro, es más alarmante la primera. “Es que no es lo mismo, Danilo es jovencito, es verdad; pero al menos está con una mujer, en cambio el otro…” Así decía un hombre la otra noche en la parada de la 195, en el parque El Quijote de El Vedado.

El público cubano está acostumbrado a ver las historias que se presentan en nuestros medios de comunicación de un modo similar a como deben ocurrir en la realidad. Pero no la realidad verdadera; sino la realidad que las mismas personas se construyen, donde todo es “perfecto”, porque existe la creencia de que los tabúes son para perpetuar la perfección: blancos con blancos, negros con negros; mujeres con hombres, hombres con mujeres; jóvenes con jóvenes, viejos con viejos.

Sin embargo, La cara oculta… nos muestra una realidad anormal por ser diferente; pero también verdadera, que convive con nosotros, quienes nos consideramos normales por realizar nuestra vida en función de los tabúes sociales.

Estoy segura de que a pesar de los pensamientos machistas, tan arraigados al cubano como parte de su cultura, esta telenovela es punto de partida para la reflexión no solo en torno al SIDA, sino también en torno a la sociedad cubana del momento, y también un llamado a la tolerancia, a la amistad y a no ocultar caras como primer paso hacia la felicidad y a la perfección humana.