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IMPERIALIST AMBITION LEADING TO NUCLEAR GENOCIDE
By Manuel E.
Yepe
http://manuelyepe.wordpress.com/
A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann.
The
hostilities of the Second World War in the Asian and Pacific theater of
operations concluded on August 6, 1945 with the explosion of an airborne
atomic bomb that the United States dropped on the Japanese city of
Hiroshima. The bomb killed 80,000 human beings. In 1950, the figure of
dead reached 200,000 because of the after-effects of nuclear radiation.
A
few days later, a second atomic bomb, also dropped by Washington, fell
on the more-populated Japanese city of Nagasaki and 300,000 people were
killed.
In December 1941, the Japanese Empire had occupied a significant part of
the coasts of China, Korea and the French colonies in Indochina
(Vietnam, Laos and Cambodia) committing atrocities in a great area of
the Dutch East Indies (Indonesia). In 1944, Japan attacked Hawaii, a
possession of the United States.
The
government of Japan was then a military dictatorship –nominally headed
by an Emperor– who had crushed all democratic dissent, outlawed the
Communist Party, and practiced a very aggressive foreign policy against
its neighbors.
But by 1945, Japan was already a defeated empire. It had lost its oil
reserves and its naval fleet had been destroyed.
Nazi Germany, its
biggest ally, had surrendered in May.
In
June of that year, the Japanese regime had informed the governments of
Sweden, Switzerland and the Soviet Union of its intention to surrender.
It had formulated only one condition to negotiate and that was to
maintain Emperor Hirohito as the nominal head of state.
Nevertheless, in late 1945, the US government had already decided to
make a show of its power and determination to undertake global
leadership. They knew they were the only possessors of a new and
terrible weapon.
The
message would be strong and clear: The US has a terrible weapon and it
is willing to use it against any nation that opposes its global
dominance.
The
then-US President Harry Truman justified the use of the atomic weapon
after the genocide: "We used (the bomb) it to shorten the agony of war
and in order to save the lives of thousands and thousands of young
Americans."
When informed of the total destruction of Hiroshima by that barbaric
crime, the president merely characterized it as "the greatest thing that
has happened in history."
From
1945 until today, the US has been manipulating the
nuclear issue as a strategic threat for its world domination.
During much of the post-war period, Washington was able to impose on the
Soviet Union an expensive arms race into which other new military
technologies –such as intercontinental missiles– were incorporated.
Washington, which had ended World War II with less physical damage than
other powers –and thus relatively-enriched compared with them– had
everything to gain in that race.
The
US military budget exceeds the combined military budgets of all other
countries in the world. It has also made the total debt of the US
government exceed the total external debt of all other countries in the
globe.
So
far, Washington has been able to avoid the dreadful consequences of the
disastrous handling of its
economy thanks to the unique privilege of being able to print its own
currency. This advantage allows it to delay almost indefinitely the
settlement of its huge debt and to transfer its harmful effects to the
global economy.
For some
decades now, the world has lived worrying about the probable nuclear
outcome of the "conflicts" that Washington
triggers or raises anywhere in the world aimed at provoking a
regime change; imposing a free trade agreement by violent means;
crushing so-called “failed” governments and the popular movements that
resist the global corporate empire; plundering oil and other resources
in the weaker countries, or for other unspeakable purposes.
Although the Cold War ended a quarter of a century ago, nuclear weapons
remain at the core of the imperialist strategy.
US military doctrine –evidence of a policy of permanent warfare,
aggression and occupation against various countries– seems to be in
preparation for a war against Russia and China. This would clearly be
global; it would be nuclear; and would mean the end of life on Earth.
August 4, 2015. |
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GENOCIDIO NUCLEAR POR AMBICIÓN IMPERIALISTA
Por Manuel E. Yepe
http://manuelyepe.wordpress.com/
Las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial, en el teatro de
operaciones de Asia y el Pacífico, concluyeron el seis de agosto de 1945
con la explosión de una bomba atómica aerotransportada que Estados
Unidos lanzó sobre la ciudad japonesa de Hiroshima asesinando a 80.000
seres humanos. La cifra llegó a ser en 1950 de 200.000 difuntos a causa
de los efectos ulteriores de la radiación nuclear.
Pocos días más tarde, una segunda bomba atómica, también lanzada por
Washington, cayó sobre otra ciudad japonesa aún más poblada. En
Nagasaki, fueron asesinadas unas 300.000 personas más.
En diciembre de 1941, el imperio japonés había ocupado una parte
considerable de las costas de China, Corea y las colonias francesas de
Indochina (Vietnam, Laos y Camboya) cometiendo atrocidades en gran parte
de las Indias Orientales Holandesas (Indonesia). En 1944 atacó a Hawái,
una posesión de Estados Unidos.
El gobierno del Japón era entonces una dictadura militar que
nominalmente encabezaba un Emperador que había aplastado toda disidencia
democrática, proscrito al partido comunista y practicado una política
exterior muy agresiva contra sus vecinos.
Pero en 1945 Japón era ya un imperio derrotado. Había perdido sus
reservas de petróleo y su flota naval había sido destruida. Alemania
nazi, su mayor aliado, se había rendido en mayo.
En junio de ese año, el régimen de Japón había comunicado a los
gobiernos de Suecia, Suiza y la Unión Soviética su intención de
rendirse, poniendo como una única condición a negociar que el Emperador
Hiroito se mantuviera como jefe nominal del Estado. No obstante, a fines
de 1945, ya el gobierno estadounidense había tomado la decisión de hacer
una demostración de su poderío y de su voluntad de asumir el liderazgo
mundial partiendo de saberse único poseedor de un arma nueva y terrible.
El mensaje sería evidente y claro: Estados Unidos posee un arma terrible
y está dispuesto a usarla contra cualquier nación que se oponga a su
dominación global.
El entonces presidente estadounidense, Harry Truman, justificó la
utilización del arma atómica tras el genocidio. "Hemos utilizado (la
bomba atómica) para acortar la agonía de la guerra, con el fin de salvar
las vidas de miles y miles de jóvenes norteamericanos".
Al ser informado de la destrucción total de Hiroshima por aquel bárbaro
crimen, el presidente se limitó a calificarlo textualmente como “lo más
grande que ha ocurrido en la historia”.
Desde 1945 hasta hoy, Estados Unidos ha venido manipulando la cuestión
nuclear como amenaza estratégica para su dominación.
Durante gran parte de la posguerra, Washington logró imponer a la Unión
Soviética una onerosa carrera armamentista a la que fueron incorporadas
otras novedades de la técnica militar como los misiles
intercontinentales.
Washington, que había concluido la segunda guerra mundial (IIGM) con
menos daños materiales que las demás potencias y, por tal motivo,
relativamente enriquecida respecto a éstas tenía todas las de ganar en
esa carrera.
El presupuesto militar estadounidense, que sobrepasa la suma de los
presupuestos militares combinados de todos los demás países del mundo,
ha hecho que la deuda total del gobierno estadounidense también supere
la deuda externa total del resto de los países del globo.
Washington ha sido capaz, hasta ahora, de evadir las pavorosas
consecuencias de tan desastroso manejo de su economía gracias a que goza
del privilegio único de poder imprimir su moneda, ventaja que le permite
dilatar indefinidamente la liquidación de su enorme deuda y transferir
los nocivos efectos de ello al conjunto de la economía global.
El mundo vive hace algunas décadas pendiente de probables desenlaces
nucleares de los “conflictos” que desata o suscita Washington en
cualquier lugar del mundo ya sea para provocar un cambio de régimen,
imponer algún Tratado de libre comercio por medios violentos; aplastar
los llamados gobiernos "fallidos" y los movimientos populares que
resisten el imperio corporativo mundial; promover el despojo del
petróleo y otros recursos en los países más débiles, u otros fines
incalificables.
Aunque la Guerra Fría concluyó hace un cuarto de siglo, las armas
nucleares siguen estando en el núcleo de la estrategia imperialista. La
doctrina militar de Estados Unidos, aunque evidencia una política de
constantes guerras, agresiones y ocupaciones contra diversos países,
según todo parece indicar, apunta a preparativos para una guerra contra
Rusia y China que a todas luces sería a escala mundial, sería nuclear y
la última de la vida en la Tierra.
Agosto 4 de 2015.
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