
Luego de 54 años, la bandera cubana fue
izada en Washington.
Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
Rafael Hernández (RH).
Podría decirse que usted es un hombre con dos
identidades, por cubano y por norteamericano.
Asumida hasta las últimas consecuencias, su
condición cubano-americana sería el espejo donde
se acoplarían los intereses de las dos naciones.
Más allá de los partidos y las ideologías en el
gobierno de ambos lados, ¿pueden compaginarse
esos intereses nacionales? ¿Sería posible
identificar una superficie de encuentro donde
ambos lados ganen?
Carlos Gutiérrez (CG).
Efectivamente, nací en Cuba y cinco años después
de salir obtuve la ciudadanía norteamericana.
También viví en México, donde hice mis estudios
y empecé mi carrera en la empresa norteamericana
Kellogg’s . Así que se puede decir que tengo una
trayectoria tricultural y bilingüe. De Cuba,
proviene mi sangre, mis raíces. Cuando conozco a
un cubano o cubanoamericano inmediatamente
siento una conexión . Todos los que hemos pasado
por esa isla encantadora nos quedamos con una
“cubanía “, un cierto orgullo, para toda la vida. En
México aprendí a manejar una empresa y
desarrollé un gran respeto por la entrega y
voluntad del trabajador mexicano. Mi esposa es
mexicana y dos de nuestros tres hijos nacieron
en México.
Estados Unidos es el país que me recibió y me
dio oportunidades de desarrollo personal que
jamás me imaginé. Como ciudadano americano, mi
obligación es apoyar y defender los intereses de
los Estados Unidos. No obstante, he visto en el
transcurso de mi larga carrera empresarial y
gubernamental que existen intereses comunes
entre los pueblos que pueden ser más importantes
que las diferencias. La obligación de un
estadista es defender los intereses de su país
pero también buscar intereses comunes que pueden
tener beneficios mutuos, sobre todo con los
vecinos.
RH. Usted es un experto en
la promoción de relaciones comerciales. Si
tuviera la oportunidad de ser escuchado por los
dos gobiernos, ¿qué les recomendaría? ¿En qué
áreas tenemos ventajas comparativas, respecto al
resto de los países de la región?
CG. Las relaciones comerciales
unen a los pueblos y estrechan lazos y amistades.
También he visto en muchos países cómo el
comercio puede beneficiar a una economía y a las
vidas de millones de personas. Mi recomendación
a ambos países es que se desarrollen políticas
que promuevan el comercio. Siempre se necesitan
leyes y reglamentos, pero cualquier medida legal
que detenga el desarrollo del comercio se debe
analizar con mucho cuidado. Cuba puede competir
con cualquier país del mundo. Tiene una
población altamente educada, recursos naturales
y una geografía ventajosa. Siempre he pensado
que Cuba puede llegar a ser “el Singapur ” del
hemisferio.
RH. Casi medio millón de
norteamericanos –incluidos los cubano-americanos—
visitan Cuba actualmente; y miles de cubanos de
la Isla vienen y van entre los dos países. ¿Hasta
qué punto esta corriente people-to-people
incide en el paso de la normalización?
CG. El turismo y el intercambio
de personas pueden tener un gran impacto en el
proceso de normalización de relaciones. Sin
embargo, estoy convencido de que para conocer
realmente un país, los turistas deben salir de
sus hoteles, visitar sitios históricos y tratar
de conocer a los ciudadanos. Esta recomendación
por supuesto se aplicaría a los turistas en
ambos países.
RH. Se dice que solo los
demócratas serían capaces de conducir el proceso
de la normalización con Cuba; y que un
predominio republicano haría que este se
revirtiera. En cambio, otros juzgan que los
republicanos lograrían mantener este proceso e
incluso profundizarlo. ¿Quiénes tienen razón y
por qué?
CG. Es interesante recordar que
fue un presidente republicano, Richard Nixon,
quien inició el proceso de normalización entre
los Estados Unidos y China. Todo depende del
liderazgo y el momento histórico.
RH. Algunos expertos
afirman que el mayor obstáculo entre Washington
y La Habana no es el embargo ni el lobby
cubano-americano en el Congreso, sino el legado
de desconfianza mutua. ¿Qué haría usted, si
fuera embajador en La Habana, para vencer esa
resistencia acumulada?
CG. La desconfianza es lo
principal; lo demás son síntomas. Este fenómeno
lo viví en la relación con China cuando fui
Secretario de Comercio. En muchas ocasiones los
obstáculos no eran temas técnicos sino la
desconfianza como resultado de la falta de
entendimiento. Es indispensable hacer el mayor
esfuerzo para entender la historia, la cultura y
los valores de los dos países. El entendimiento,
donde haya desacuerdo, es el elemento más
importante dentro de cualquier relación.