AGENDA OF THE ARROGANT GODS |
||||
AGENDA DE LOS DIOSES PREPOTENTES
Por Manuel E. Yepe
Un artículo del profesor de la Universidad de Miami
Jaime Suchlicki, director del Proyecto de Transición para Cuba del
Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de esa universidad
provoca este comentario.
Bajo el título de “Determinismo Económico
Estadounidense en el Trato con Cuba” el autor critica los puntos de
vista de políticos y académicos norteamericanos sobre los nexos con
Cuba, que él considera influenciados por tres hipótesis deterministas:
“Primera y principal es la creencia de que las
consideraciones económicas podrían influir en las decisiones de política
cubana y que una situación económica deteriorada forzaría a los hermanos
Castro a llevar a Cuba hacia una economía de mercado y eventualmente
hacia reformas políticas. Esto no ha sucedido. El General Raúl Castro ha
introducido reformas económicas limitadas en un intento por salirle al
paso a una situación difícil.
Es absolutamente cierto que las decisiones económicas
en Cuba, desde que la revolución popular llegó al poder, se determinan
por consideraciones políticas e ideológicas. Por ese derecho a que las
decisiones de gobierno en Cuba no se tomen en Madrid o Washington sino
en La Habana, vienen luchando los cubanos desde 1868 y, por supuesto,
jamás renunciarán a ello.
Además, la economía cubana se encamina al socialismo,
no al capitalismo. No se trabaja por una economía de mercado, pero el
mercado no es privativo del capitalismo y se utilizan sus recursos,
mecanismos y hasta las leyes mercantiles, sin otorgarles el papel rector
de la economía. Ese puesto le está reservado al bien público.
“La segunda hipótesis -según Suchlicki- es la de que
el embargo es la causa de los males económicos de Cuba, noción propagada
por el régimen de Castro en un intento de obligar a los Estados Unidos a
que le levante unilateralmente las sanciones impuestas. En realidad la
causa de los problemas económicos de Cuba no es el embargo sino un
sistema económico fallido”.
La noción de que el bloqueo económico, comercial y
financiero impuesto a Cuba por Estados Unidos conducirá a doblegar la
voluntad independentista de Cuba sólo es sustentada por la extrema
derecha de la élite del poder que insiste en el asedio. El bloqueo
siempre ha sido repudiado por el pueblo cubano. Su gobierno lo ha
condenado en todas las instancias legales y políticas internacionales.
Los estadounidenses siempre lo han rechazado en encuestas. En los
últimos 22 años las Naciones Unidas han venido votando, casi
unánimemente contra el bloqueo a Cuba. (En 2013, solo Israel votó con
Washington y 188 naciones lo condenaron).
No creo el pueblo estadounidense podría alguna vez
perdonar tantos intereses de comerciantes, inversionistas y financistas
de su país hayan sido impedidos de negociar con un vecino tan asequible
durante tanto tiempo si fuera cierto que su gobierno valora que el
bloqueo solo sirve al “enemigo” para fabricarse un pretexto para sus
errores internos.
La tercera hipótesis que Suchliki atribuye a sus
coterráneos es que “los líderes de otros países son muy parecidos a los
nuestros, solo que hablan un idioma diferente. Suponemos que comparten
nuestros valores y percepciones y se comportan igual que nosotros, que
podemos negociar con ellos nuestros problemas comunes y encontrar puntos
de vista comunes para resolver las diferencias.
Pero Suchlicki descubre: “¡Nada más lejos de la
verdad! Hay líderes en el mundo en desarrollo que no comparten los
valores de occidente. Ven al mundo de manera muy diferente a nosotros.
Piensan y actúan de manera muy diferente. A este grupo pertenecen los
hermanos Castro”. Llevado por este descubrimiento, Suchlicki pone en
duda que negociaciones e incentivos, puedan influir en el comportamiento
de los líderes cubanos, siempre renuentes a ofrecer concesiones
importantes a los Estados Unidos porque prefieren sacrificar el
bienestar económico antes que ceder a las demandas de una Cuba económica
y políticamente diferente.
Al reconocer que ni incentivos económicos ni castigos
han trabajado con los hermanos Castro “que repiten continuamente que los
principios de la revolución no son negociables”, concluye que no todas
las diferencias y problemas en las relaciones internacionales pueden ser
resueltas por negociaciones.
“Esta realidad vicia una suposición que hace décadas
permea la política exterior estadounidense: Hay disputas internacionales
que no son negociables y sólo pueden ser resueltas con el uso de la
fuerza o a través de prolongada paciencia, hasta que los lideres
desaparezcan o las situaciones cambien“, concluye Jaime Suchlicki
expresando la voluntad de los Dioses prepotentes del Olimpo imperial. Junio 4 de 2014. |