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Un gordísimo problema
Dr.C.
Julio César Hernández Perera* •
10 de Julio del 2012 18:35:10 CDT
El mundo enfrenta una pandemia silenciosa: el sobrepeso y la obesidad.
En el año 2008, 1 400 millones de adultos se encontraban dentro de estas
categorías, y la tendencia futura es hacia su incremento en gran parte
de las naciones.
A pesar de no contaminar ni ser transmisibles, estas alteraciones causan
grandes daños a la salud humana y a la economía, sobre todo por sus
principales secuelas asociadas: la diabetes mellitus, la hipertensión
arterial y las enfermedades cardiovasculares.
En sus orígenes tropezamos con conocidos factores como la globalización
de malos patrones alimentarios, caracterizados principalmente por la
cantidad y no la calidad, el consumo de bebidas gaseosas y de alimentos
procesados con pobre valor nutritivo. Estos últimos, conocidos
popularmente como «comidas chatarras», contienen cantidades
significativas de carbohidratos (azúcares), sal y grasas saturadas.
Otro elemento determinante es el ambiente urbano, con el consiguiente
sedentarismo y la reducción de espacios abiertos, tan necesarios para la
práctica de ejercicios físicos.
Pero mi análisis no pretende adentrase en el trillado universo de las
enfermedades asociadas a la ganancia excesiva de peso. Trataré un
problema que aún no ha sido difundido suficientemente en toda su
dimensión.
Recientemente, en un trabajo publicado en la revista estadounidense BMC
Public Health, con el título El peso de las naciones: una estimación de
la biomasa humana adulta, se nos muestra la necesidad de contemplar
también el sobrepeso y la obesidad como amenazas para la existencia del
Hombre en la Tierra.
La biomasa —definida como la masa de los organismos vivos en un
ecosistema— no ha sido muy estudiada en los seres humanos como factor de
riesgo dentro de su ecosistema. Meditemos por un instante en la
siguiente pregunta: ¿mientras mayor sea el peso de un individuo, no son
mayores el consumo y los requerimientos de energía? ¿No son mayores las
necesidades de alimentos?
Se señala en el estudio que en el año 2005 la biomasa humana calculada
era de aproximadamente 287 millones de toneladas. De ellas, 242 millones
y 1,5 millones de toneladas eran causadas por el sobrepeso y la obesidad,
respectivamente. En conjunto, ambas cifras representaban aproximadamente
algo más del seis por ciento de la población mundial de ese año.
Pero analicemos otros datos más impactantes: América del Norte exhibe el
mayor promedio de masa corporal. Más del 70 por ciento de su población
tiene un exceso de peso importante, y Estados Unidos es uno de los
países del mundo que más sufre este mal.
Los investigadores hicieron un análisis interesante: si todas las
naciones alcanzaran la proporción de sobrepesos y obesos de Estados
Unidos, la biomasa humana mundial aumentaría en 58 millones de toneladas.
Este peso es equivalente a 935 millones de personas de 62 kg de peso —casi
tres veces la población actual de ese país norteño, el tercero más
poblado del planeta, y 85 veces la población cubana—. Al final nos
preguntaríamos: ¿cuánto más se necesitaría para alimentarlas?
Los números exorbitantes nos abrumarían. El análisis de este problema es
también trascendente en aspectos como la seguridad alimentaria y la
existencia del ser humano.
Lamentablemente, los vaticinios inmediatos no son halagüeños. Es
preocupante saber que en el 2010, según datos publicados por la
Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente 40 millones de
niños menores de cinco años ya padecían de sobrepeso.
Puede ser que coincidan conmigo: son necesarias una mayor conciencia y
acciones en aras de frenar la epidemia de la obesidad y el sobrepeso, de
hecho, prevenibles. Aún estamos a tiempo de no tener que decir: «El
problema que se nos avecina es gordo».
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