Being a Father
A family: the sum of articulated and taught ideals. It is a menu of many choices that requires being built with the differences of each generation respecting the preceding one..
Roberto Curi Hallal
digital@juventudrebelde.cu
June 15, 2012 22:14:16 CDT
You may think that hours pass very slowly; but they will seem very short if you realize they will never pass again.
--Aldous Huxley
They raided my drawers and left me no choice of socks or underwear. My razor blades magically disappeared, and I knew it was them, because their faces showed the cuts revealing the lack of shaving skills in the very young.
Their pajamas got too short and they doubled their food helpings while I reduced mine, but their conversations did not include high cholesterol or urea levels.
The telephone was no longer mine to use, and the worst part was that they injected me with life without asking whether I was ready for so much oxygen.
They don’t know about my tired legs when they ask me to play soccer. I’m no longer their hero. They use and abuse the “yes”, and are easily disappointed with a “no”. They are always passion and prejudice, love and concept, violence and harshness; tough as few.
They rarely think of me, or my needs and wishes as I struggle with this atavistic and permanent guilt that is not solved by psychoanalysis: I owe a standing debt; always disconcerted, I pay for my paternalism and err when I must be the law. Thus they don’t know of my fear to say “No”.
My children don’t see me as a champion of adolescence: as a teenager I was naïve, transparent and too honest for a social structure organized around comfort and the “Not my problem, nor the problem of mine,” or “It’s other people’s children that are sick”.
To feel them as man and woman I need at least to restore my passion, my solidarity and capacity of being in awe: a high and honest price lo live with something that is their very essence.
But I believe in time lived and love as the ways to understanding. I encourage those sons or daughters who did not have an acceptable role model to allow their offspring to build their own lives with the differences that each generation has.
How they can be
Our sons and daughters frequently resemble us, and this gives us satisfaction; but only later do they show their differences. Far beyond the confrontations of man-woman, free-libertine, father-mother, they prevail as subjects. Not as we expected them to be, but as they can be.
They don’t limit their satisfactions, and take in five years what I distributed in 45. They are transparent where I hide, careless denouncers of what I think and don’t say.
I want to tell them from the bottom of my heart that I’m still learning. I believe as Aldous Huxley did that experience is not what happened to us, but what we can do with what happens to us. Life goes quickly and memory is like a shadow that walks behind us all the time, but we only feel it when it’s not there.
Family: articulated and taught ideals. So much in just one! One avoiding death, and one newborn; one living in the diplomatic service, and one in the fire brigade – one managing disputes, the other putting out the fires of passion-; ones with plans and expectations, others with silenced stories.
Two families make me, overlapped in the present: in one I was the son, in the other I’m the father. Of which do you expect narrations and revelations?
The ending may be different, but the script is the same. When the teenager is present, he knows how to be the majordomo. Goes to bed late, sleeps late, doesn’t study, doesn’t obey, never says “yes”, and refuses to accept what is imposed…
And we, those responsible for the straight-forward governance of the family, offer them a rich and useful teaching with the discipline for civil obedience. Gratefully, happily and faithfully we take care of our elders; deny our personal history and demand of them what we don’t fulfill.
We need to show them how human we are: incomplete and dissatisfied, but capable of accepting the humbleness of limitations by telling them of our doubts. They must feel our solidarity in the hard struggle for life, each one in its own, and both in the same.
Families: anthropological, social, psychoanalytic, theatrical, romantic, perverse, model, exemplary, and sacred. The menu has many choices. Let’s each choose… Are we all ready to listen and understand? This is the greatest challenge: to embrace them all in their full dimensions.
* Roberto Curi Hallal is a Brazilian doctor and psychoanalyst who specializes in the issues of adolescence.
Oficio de padre
La familia: ideales articulados y reales enseñados.Es un menú de varias
opciones que requiere de una construcción propia, con las diferencias
que cada generación tiene con respecto a la anterior
berto Curi Hallal
digital@juventudrebelde.cu
15 de Junio del 2012 22:14:16 CDT
Por muy lentamente que os parezca
que pasan las horas, os parecerán cortas si pensáis que nunca más han de
volver a pasar. Aldous Huxley
Fraternalmente invadían mis cajones, desnudando mis posibilidades de
elección en cuanto a medias y calzoncillos. También desaparecían
mágicamente mis hojas de afeitar, y yo sabía que eran ellos, porque
alguna que otra herida denunciaba la inhabilidad de quien las usa hace
poco tiempo.
Sus pijamas se quedaron cortos y ellos duplicaron sus porciones de
comida al mismo ritmo que yo disminuía las mías, pero en sus
conversaciones aún no trascendía el colesterol o el ácido úrico.
El teléfono ya no me pertenecía con tanta exclusividad, y lo peor es que
me inyectaban la vida sin preguntarme si estaba preparado para ese
exceso de oxígeno.
Ellos no saben de mis piernas cansadas cuando me invitan a jugar al
fútbol. No me imaginan más su héroe. Usan y abusan del «sí» y se
decepcionan fácilmente con el «no». Son permanentemente pasión y
prejuicio, amor y concepto, violentos y secos, duros como pocos.
Casi nunca piensan en mí, en mis necesidades y deseos, mientras lucho
contra esa culpa atávica y constante que ni el psicoanálisis resuelve:
deudor de una cuenta «paga al día», desconcertado, me cobro por mi
paternalismo y me equivoco cuando tengo que ser ley. Por eso desconocen
mi temor a decir «No».
Mis hijos no me piensan defensor de la adolescencia: por haberla tenido
fui ingenuo, transparente y demasiado sincero para una estructura social
organizada en el entorno de la comodidad, en el «No es conmigo ni con
los míos», o «Enfermos son los hijos de los otros».
Para sentirlos hombre o mujer tengo que, por lo menos, restaurar en mí
la pasión, la solidaridad y la capacidad de asombro: precio caro y
sincero para convivir con algo que constituye su esencia.
Pero creo en la historia vivida y en el amor como condiciones que
predisponen al entendimiento, y animo a aquellos que como hijos no
tuvieron un modelo aceptable para que permitan por lo menos a los suyos
una construcción propia, con las diferencias que cada generación tiene
con respecto a la anterior.
Como pueden ser
Con frecuencia los hijos se nos parecen y eso nos satisface, pero
después solo nos enseñan las diferencias. Más allá del enfrentamiento
hombre-mujer, libre-libertino, padre-madre, ellos se imponen como
sujetos. No como los esperábamos, sino como pueden ser.
No dosifican sus satisfacciones, pero aprovechan en cinco años lo que
necesité distribuir en 45. Ellos son transparentes donde me oculto,
incautos denunciantes de lo que pienso y no digo.
Quiero decirles, de corazón abierto, que sigo aprendiendo. Creo con
Aldous Huxley que la experiencia no es aquello que nos sucedió, sino lo
que haremos con eso. La vida pasa de prisa y la memoria es como una
sombra que nos acompaña todo el tiempo, pero solo la percibimos cuando
nos falta.
Familia: ideales articulados y reales enseñados. ¡Cuántas en una sola!
La que evita la muerte y la del recién nacido; la que vive como cuerpo
diplomático y la del cuerpo de bomberos —una administrando las
discordias, la otra apagando el fuego de las pasiones—; unas con planes
y expectativas, otras con historias silenciadas.
Dos familias me constituyen, sobrepuestas en el tiempo presente: en una
fui hijo, y en la otra soy padre. ¿De cuál esperan relatos y
revelaciones?
El final puede ser distinto, pero el guión es el mismo: Cuando está
presente el adolescente, él sabe ser el mayordomo. Duerme tarde,
despierta tarde, no estudia, no obedece, no dice «Sí», se niega a
aceptar lo que le es impuesto…
Y nosotros, los honestos responsables por el gobierno de la familia, les
ofrecemos una escuela rica y útil disciplinándolos a la obediencia
civil. Gratos, felices y fieles, cuidamos de nuestros viejos, renegamos
de nuestra historia personal y les exigimos lo que no cumplimos.
Es necesario mostrarles lo humano que somos: incompletos e insatisfechos
como tales, pero capaces de aceptar la humildad de los límites
contándoles nuestras dudas. Que nos sepan solidarios en la dura lucha
para vivir, cada uno en la suya y ambos en la misma.
Familias antropológicas, sociales, psicoanalíticas, teatrales,
románticas, perversas, modelos, ejemplares y sagradas. Es un menú de
varias opciones. Que cada cual elija… ¿Estaremos todos preparados para
escuchar y entender? Ese es nuestro desafío más grande: recibirlas en
toda su dimensión.
* Roberto Curi Hallal es
médico y psicoanalista brasileño, experto en temas de adolescencia.
http://www.juventudrebelde.cu/suplementos/sexo-sentido/2012-06-15/oficio-de-padre/