A Jewish and Democratic State: On October 10 last, the Israeli cabinet adopted a
measure requiring that all non-Jewish citizens pledge allegiance to the
"Jewish democratic state". The adoption of that measure has generated
much speculation; notably some describing it as a "move" by Benjamin
Netanyahu to bring on board foreign minister [Avigdor] Lieberman to the
Israeli - Palestinian talks. |
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Estado judío y
democrático: Publicado el 19 Octubre 2010 en Especiales, María Elena Álvarez Acosta, Política
El 10 de octubre pasado, el gabinete
israelí aprobó una medida en que se les exige a los
ciudadanos que no sean judíos jurar lealtad al Estado “judío
y democrático”. Muchas han sido las especulaciones en torno
a por qué se aprueba esa medida; dentro de estas destacan
las que señalan que ha sido una “jugada” de Benjamín
Netanyahu para sumar al canciller Lieberman a las
conversaciones israelo palestinas.
Aunque a primera vista pueda considerarse una maniobra para lograr el apoyo de los sectores más reaccionarios a las conversaciones con los palestinos; en una mirada más amplia, parecería que el proyecto sionista -basamentos del Estado israelí-, esta en crisis. El Estado de Israel, proclamado el 14 de mayo de 1948, se ha basado, con independencia de la justificación histórica y religiosa que se le ha tratado de dar, en tres pilares esenciales: el despojo de la tierra a los palestinos, la atracción de los judíos del mundo hacia Israel, y el apoyo de la comunidad judía mundial y las potencias imperialistas. Antes de la fundación del Estado, se trató de incrementar la migración de los judíos hacia Palestina, la inmigración tuvo altas y bajas, pero no fue hasta la década de los años 30 que se cumplieron los montos permitidos por el Mandado Británico, que se había establecido después de la Primera Guerra Mundial en ese territorio. En ese ámbito, fue un factor decisivo el ascenso del fascismo en Europa. El colonizador obvió un pequeño detalle: Palestina estaba poblada. Los sionistas han utilizado todo tipo de métodos para despojar a los palestinos de sus tierras. Ayer, con la ocupación y las masacres, y hoy continúan las masacres y la ocupación, en este último caso, con los asentamientos (otra denominación a la colonización). Continúa la misma estrategia del hecho consumado: establecimiento de población en territorio palestino y control de la tierra, el agua y otros recursos. El primer pilar del Estado sionista: el despojo de la tierra a los palestinos, parece que se ha cumplido, le han arrebatado el 80% de su territorio. Sin embargo, aún no están satisfechos, los palestinos siguen allí, en los territorios ocupados, y dentro del Estado, casi el 20 % de la población es árabe israelí. Estos últimos, ciudadanos de segunda, han desarrollado movimientos por la defensa de sus derechos como ciudadanos. Si el Presidente de la Autoridad Nacional Palestina reconociera el carácter judío del Estado, la campaña de estos quedaría desarticulada. El Estado israelí no se siente seguro, necesita continuar con los asentamientos para “equiparar” la población en Jerusalén y Cisjordania. Ahora bien, ¿la aceptación de los palestinos a reconocer el Estado judío les hará cambiar su política? ¿Realmente esta aceptación, si se diese, cosa poco probable, terminaría con las acciones sistemáticas de despojo y violencia?, no parece posible. Netanyahu ha vinculado el reconocimiento del carácter judío del Estado a la congelación de los asentamientos, ¿esto garantiza que en un futuro, se eliminen completamente?, tampoco parece posible, ¿Es que los sectores más reaccionarios de Israel, aunque aplican sistemáticamente cualquier método para controlar a los palestinos necesitarán una solución final, como Hitler, para sentirse seguros? Al interior de la sociedad israelí, otros sectores, por diversas razones, ya no palestinos israelíes, están en contra de la medida, incluso miembros del partido de Netanyahu, tres de los cuales, junto a los laboristas votaron en contra de la decisión. Estas contradicciones se suman a otras: la exclusión de los árabes israelíes con respecto a los judíos, y entre los propios judíos, sobre todo de los sefardíes, y de los inmigrantes no judíos; las diferencias étnicas y culturales debido a la procedencia de los inmigrantes judíos; las contradicciones entre los Sabras (judíos nacidos en Israel) y los de reciente arribo, y entre ricos y pobres, entre otros. En cuanto a que Israel es la nación de todos los judíos, las cifras parece que lo niegan. A pesar de la Ley del Retorno de 1950 -y sus modificaciones posteriores- que garantiza automáticamente la ciudadanía israelí a cualquier judío, el saldo migratorio es negativo: (por cierto, no es la primera vez) los niveles de entrada, son equiparables a los históricos más bajos de 1988: 18129 inmigrantes el año pasado. Mientras, el país lo han abandonado 750 mil israelíes, donde se incluyen muchos jóvenes rusos que llegaron recién en las oleadas de los años 90, y que han regresado a Rusia ante su mejoría económica. En la emigración israelí también influye, la decepción de lo que es Israel en comparación con lo que imaginaron que era. En Israel viven 5 368 000 judíos, lo que representa el 41.3% de los judíos del mundo. El 58.7% vive en sus países originarios, de los cuales 5.200 000 se ubican en Estados Unidos de América (EUA). Los judíos en el mundo, viven de acuerdo a los cánones y estilo de vida de sus sociedades. Un ejemplo elocuente lo es que en EUA, el 50% de los judíos se casan con no judíos. La Federación Sionista de EUA ha venido trabajando en la educación de este sector, por temor a una “desconexión” de hábitos y costumbres del judaísmo. De forma general, los judíos del mundo no quieren ir a vivir a Israel, es por ello, que la Agencia Judía trata de fomentar la migración dentro de las comunidades que han tenido un mayor impacto de la crisis económica mundial. En cuanto al tercer pilar del Estado sionista: el apoyo de la comunidad judía mundial y las potencias imperialistas, debemos decir que, aunque, en cuanto a la primera, han sido un punto de apoyo de la Organización Sionista Mundial y al gobierno Israelí, su postura ha variado ante la decisión de reconocer el Estado judío y democrático: La reacción ha sido de condena. Según Doy Weisglass, abogado israelí, quien fuera jefe de la oficina del ex primer ministro israelí Ariel Sharon, la medida deteriorará las relaciones de comunicación entre Israel y las comunidades judías del mundo. Esto se suma a que los judíos del mundo y, en especial en EUA, ya habían comenzado a mostrar “inquietudes” en cuanto a la política agresiva de Israel contra los palestinos, lo que se profundizó después del ataque a Gaza (2009-2010) y los sucesos de la Flotilla por la Libertad (marzo 2010). Según encuesta realizada por la oficina del 1er Ministro israelí, el 50% de los jóvenes estadounidenses no les importa si Israel deja de existir. La situación se considera tan grave que la Agencia Judía, en una reunión recientemente celebrada en Kiev, decidió relegar a un segundo lugar el envío de judíos a Israel, para mejorar las relaciones con los judíos en el mundo. Las potencias imperialistas siempre han apoyado al Estado sionista. La Organización Sionista Mundial tuvo el soporte de los monopolistas judíos y de las potencias del momento que aprobaron incluir en el Tratado de Versalles, la Declaración Balfour, a través de la cual se autorizaba a los sionistas a constituir un Hogar Nacional Judío en territorio Palestino. Posteriormente, Estados Unidos pasó a ser el primer aliado de Tel Aviv, secundado por los países de la Unión Europea. Este apoyo se mantendrá, no cabe dudas, siempre y cuando no afecte directamente los intereses del Imperio. Las contradicciones entre el gobierno de Obama y Netanyahu aún no son de fondo. Sin embargo, ningún Estado puede mantenerse solo del apoyo de los centros de poder. La medida aprobada puede tener como objetivo mantener la alianza Netanyahu-Lieberman y, aparentemente, un carácter político, pero el momento en que se adopta y las implicaciones que puede tener, expresan que el Estado israelí manifiesta serias contradicciones en sus propias bases. Aunque en la Declaración de Independencia se declaró el “establecimiento del Estado Judío en Ertz-Israel, que será conocido como Estado de Israel”, también se proclamó que “asegurará la total igualdad de derechos sociales y políticos a todos sus habitantes, sin consideración de religión, raza o sexo”. Es cierto que, en la práctica, el segundo postulado nunca se ha cumplido para los árabes israelíes, ni para una parte de los propios judíos, pero nunca se llegó a los extremos actuales. Parecería que los dirigentes israelíes han olvidado por completo lo que significó el fascismo para los judíos, así como los postulados de los profetas de Israel, en los que se han apoyado, una y otra vez, para justificar su política de despojo y masacre contra las poblaciones palestinas. Un proverbio malinké sentencia “La marca que produce el látigo desaparece; la huella de la injuria jamás”, eso lo debían saber los líderes israelíes, ni los palestinos, ni ninguna persona justa, con independencia de credos e ideologías, podrá apoyar el Estado “judío y democrático”. El Estado judío y democrático es una afrenta a los más de seis millones de judíos que fueron exterminados por el fascismo. URL del artículo Clic aquí para imprimir. Cubadebate, Contra el Terrorismo Mediático http://www.cubadebate.cu
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