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La Habana, miércoles 28 de julio de 2010. Año 14 / Número 210
http://www.granma.cubaweb.cu/2010/07/28/nacional/artic02.html
Somos amantes de la paz, lucharemos
hasta lo infinito por garantizar la paz, pero no le tememos a la guerra
si nos la imponen
Discurso pronunciado por Alí Rodríguez, ministro del Poder Popular para
la Energía Eléctrica de la República Bolivariana de Venezuela, en Villa
Clara, 26 de julio de 2010, "Año 52 de la Revolución".
(Versiones
Taquigráficas-Consejo de Estado)
Compañero general de ejército y presidente de la invicta República de
Cuba, Raúl Castro Ruz (Aplausos);
Fidel, allí donde te encuentres, siempre joven, siempre vital, siempre
lúcido, siempre heroico (Aplausos);
Compañeros de la dirección del Partido Comunista de Cuba, del Estado,
del Gobierno;
Compañeras y compañeros villaclareños;
Compañeras y compañeros de la delegación de Venezuela:
Grande, muy grande es el honor que se nos confiere al ser invitados a
hablar aquí y ahora, cuando se celebran 57 años de la gloriosa acometida
de un grupo de jóvenes soñadores, llenos de convicción, cargados de amor
por su patria, para dar un vuelco a la terrible situación que en
aquellos años vivía nuestra hermana República de Cuba y abrir un sendero
de libertad y de Revolución, en toda nuestra patria, en toda nuestra
América (Aplausos).
Grande el honor, además, de hablar aquí en esta tierra de héroes, donde
se quedó sembrada para siempre la valentía, el heroísmo, la entrega a
una causa justa por el entrañable comandante Ernesto Che Guevara (Aplausos).
Grande, además, muy profundo el compromiso, hablar en esta hora, en esta
hora donde de nuevo una sombra tenebrosa se extiende sobre nuestro
continente y sobre el mundo, amenazando con la guerra, con la opresión a
pueblos que durante siglos han batallado por su libertad, por su
independencia, por su dignidad.
En este momento en que nos encontramos reunidos acá, una amenaza se
cierne sobre Venezuela; sorpresivamente las gallinas cantan como gallos.
Desde nuestra hermana Colombia se cierne una amenaza, que no es del
pueblo colombiano, porque Colombia y Venezuela somos una misma patria (Aplausos).
Un día fuimos conocidos como habitantes de la Gran Colombia, de aquello
que hoy es Panamá, Colombia y Venezuela, de manera que cuando estamos en
Colombia, en Panamá o en Venezuela, no estamos en casa extraña, no
estamos en territorio extraño, estamos en nuestra tierra, estamos en
nuestra patria (Aplausos). Eso que Bolívar soñó cuando dijo que la unión
no es quimera de los hombres, es decreto inexorable del destino. Somos
bolivarianos y con Bolívar compartimos ese mandato. Tenemos vocación por
la unidad y, por tener vocación por la unidad, tenemos vocación profunda
por la paz; odiamos la guerra, ese monstruo de matanza con el cual hoy
se nos amenaza de nuevo.
Somos un pueblo pacífico, queremos trabajar en paz, queremos construir
en paz, queremos resolver muchos de los problemas que heredamos del
pasado y para ello necesitamos la paz; pero si nos obligan, que sepan
los imperialistas que en nuestros pueblos hay muy pocos cobardes, que
somos —como dice la canción— de madera de caguairán (Aplausos). En
Venezuela le decimos quebracho, una madera con la cual se rompen las
hachas, sea de la naturaleza que sea, sobre todo si esa naturaleza es
imperialista.
Ahora bien, ¿por qué se ciernen las amenazas sobre Venezuela? ¿Y acaso
es solamente sobre Venezuela? Uno puede explicarse rápidamente por qué
la amenaza contra Venezuela. En primer lugar, porque, como lo sabemos,
Venezuela aloja en sus entrañas la más grande riqueza petrolera del
mundo, y este es un mundo, sobre todo el mundo capitalista, el mundo
imperial, sediento de petróleo, insaciable, sus fauces inmensas consumen
millones y millones de barriles diarios de petróleo, eso está en
Venezuela. Además, el petróleo venezolano ha servido, desgraciadamente,
para movilizar el gran poderío militar imperial en los tiempos en que
han ido a la guerra y, generalmente, a la guerra injusta, a la guerra
para oprimir; es un recurso sumamente codiciado, sobre todo, cuando en
los propios Estados Unidos de Norteamérica escasea cada día más ese
recurso y confrontan cada día mayores problemas para obtener esos
recursos. Ahí está la desgracia que está ocurriendo todavía en el Golfo
de México con el derrame petrolero.
Pero, además, se nos considera una amenaza porque en Venezuela ha
renacido lo esencial del espíritu de Bolívar, que era la integración de
nuestra gran patria latinoamericana, de Nuestra América, como dijo Martí.
Porque, como dijo también Martí, de América somos hijos y a América nos
debemos (Aplausos). Se nos odia porque proclamamos la unidad de nuestra
patria, somos una patria, somos una gran nación por nuestro origen
histórico, porque ocupamos el mismo territorio, tenemos la misma cultura,
tenemos las mismas creencias y también los mismos problemas y las mismas
amenazas. ¡Somos una gran nación, fragmentada todavía, pero somos una
gran nación! (Aplausos.)
Nos odian, además, porque cuando los sueños del hombre se creían
definitivamente sepultados después del derrumbe de la Unión Soviética,
cuando se creía que habíamos llegado al fin de la historia y que lo
único que podía prevalecer en el mundo era el odioso sistema capitalista,
cuando apenas como una brasa se mantenía la esperanza socialista en
Cuba, vino el soplo de la revolución en el continente y en Venezuela
surgió una nueva antorcha blandiendo las puras, sublimes ideas del
socialismo, que no es otra cosa que la liberación del ser humano de sus
miserias, de la opresión y de la explotación (Aplausos).
Pero hay otras razones, o mejor dicho, otras sinrazones: hoy el
capitalismo mundial sufre una profunda crisis sistémica, y decimos
sistémica porque no se trata solamente de la crisis del capitalismo
norteamericano o del capitalismo de uno u otro país de Europa, no, es
una crisis del sistema capitalista mundial, y cuando estos sistemas
entran en crisis, comienzan a generarse, en su propia entraña, factores
de violencia. Cómo ha crecido la pobreza en la opulenta Norteamérica.
Cómo está creciendo en Europa, y esa es la primera condición para que
broten los conflictos internos en la propia entraña de los grandes
imperios, así se han derrumbado los grandes imperios.
Los ideólogos imperialistas —y me estoy recordando de Cecil Rhodes—
decían que para evitar, en aquel entonces, en el caso de Inglaterra, una
revolución, la violencia interna, era necesario llevar la violencia al
exterior; por eso desataron toda esa violentísima campaña para colonizar
pueblos enteros, y en la época del imperialismo, este fenómeno se ha
acentuado, en estos tiempos.
Bolívar dijo un día, recordémoslo, los Estados Unidos de Norteamérica
parecen predestinados por la historia para plagar de miserias la América.
En aquel entonces todavía el imperio norteamericano no había alcanzado
la fuerza que fue adquiriendo posteriormente; en la medida en que se
hizo una fuerza imperial planetaria ha plagado de miseria ya no a la
América, sino al planeta entero. Por eso cuando los pueblos se rebelan,
por eso cuando del seno de los pueblos brota un nuevo liderazgo, como
surgió Fidel aquí, como ha surgido en Venezuela Hugo Chávez, buscan
exterminarlos a como dé lugar (Aplausos). He ahí la segunda de las
sinrazones.
Por eso el problema hoy no es solamente Venezuela, el problema hoy no es
solamente Cuba, el problema hoy no es solamente los países que nos hemos
integrado en la ALBA, no es solamente Nuestra América; es un problema en
el mundo. Por eso despliegan una flota hacia el Sureste Asiático, por
eso mantienen la criminal política de exterminación del pueblo palestino,
por eso despliegan en Nuestra América siete bases militares en Colombia,
bases militares en Aruba, bases militares en Curazao, y ahora 44 buques
de guerra, incluyendo portaaviones y 7 000 hombres, en Costa Rica, en la
querida y pequeña Costa Rica, dicen que para combatir el narcotráfico. Y
esto ya es una razón más que suficiente para la sospecha.
Si uno echa a volar la memoria, ¿cómo justificaron los norteamericanos
la invasión a Cuba, en los días en que Cuba luchaba por su independencia?
¿Cómo justificó Hitler toda la guerra en Europa, cuando manda a
incendiar el Reichstag y acusa a los comunistas de ese delito? ¿Qué
arguyó el gobierno norteamericano para justificar su criminal invasión a
Iraq? Yo comienzo a sospechar que Bin Laden era también una simple
justificación para invadir Afganistán.
¿Y qué les han traído las últimas guerras a los Estados Unidos de
Norteamérica? ¿Qué les trajo la guerra de Viet Nam? La desmoralización
y, con la desmoralización, el consumo creciente de drogas. Estados
Unidos se convirtió en el primer gran mercado consumidor de drogas y, en
consecuencia, en el principal estimulante del narcotráfico en el mundo y
no solamente en Nuestra América.
Eso convirtió a Colombia también, desgraciadamente, dolorosamente, en el
principal productor de drogas en nuestra región. Donde hay mercado hay
demanda, donde hay consumo hay oferta; surge una creciente demanda de
estupefacientes en Estados Unidos y una creciente producción de drogas
en Colombia, y Venezuela se encuentra entre el gran consumidor y el gran
productor: el gran consumidor, que ha demostrado una completa
incapacidad para combatir el consumo de drogas en su propio territorio;
y el gran productor, que ha demostrado una completa incapacidad para
erradicar el cultivo de drogas en su propio territorio. Ahora resulta
que los responsables somos los venezolanos, porque —Reichstag, según
ellos; Bin Laden, según ellos— protegemos el narcotráfico y protegemos
el terrorismo.
¿Se requiere demasiado talento deductivo para llegar a conclusiones?
Pareciera que no; es un grosero, vulgar, ofensivo pretexto para atacar a
Venezuela y para atacar a los procesos libertarios en nuestro continente,
en Nuestra América y en el mundo (Aplausos).
Desde aquí, desde esta Plaza, repetimos: somos amantes de la paz,
lucharemos hasta lo infinito por garantizar la paz, pero no le tememos a
la guerra si nos la imponen (Aplausos). Repito, en nuestros pueblos hay
muy pocos cobardes, hay muy pocas mujeres y hombres que tiemblen ante la
amenaza imperial. Somos pueblos de héroes, somos hijos de Simón Bolívar,
somos hijos de Antonio José de Sucre, somos hijos de Francisco de
Miranda (Aplausos). Y con Fidel decimos: "¡Señores imperialistas, no les
tenemos absolutamente ningún miedo!" (Aplausos y exclamaciones.)
No queremos la guerra porque sabemos lo que significa ese monstruo de
matanzas, no la queremos por lo que representa de sacrificio, de sangre,
sudor y lágrimas para nuestros pueblos; pero, incluso, no la queremos
tampoco porque allí se derrama sangre del pueblo norteamericano.
El pueblo norteamericano no es nuestro enemigo, es un pueblo noble,
creador, y los que van a morir en los frentes de batalla no son los
hijos de los grandes millonarios norteamericanos ni europeos, son los
hijos del pueblo, los humildes, los hijos de los trabajadores, los hijos
de los desheredados, de esos más de 8 millones de desempleados, de esos
más de 42 millones de pobres que hoy crecen inconteniblemente en la
propia entraña de la sociedad norteamericana y europea. Ellos también
van a morir como murieron en Viet Nam, como han muerto en Iraq, como
están muriendo en Afganistán. No queremos que mueran en nuestras tierras,
porque sea lo que nos cueste, sea el sacrificio que nos cueste, al
final, no tenemos la más mínima duda, los pueblos vencerán, porque
luchan con la razón y son capaces de construir la ventaja, y son tan
nobles que nunca exagerarán sus victorias. Buscarán siempre la paz, el
entendimiento entre nuestros pueblos, que son pueblos hermanos.
Por eso, porque defendemos la más elevada expresión de la democracia, el
socialismo, y con ella la paz, gritamos en este día de celebración, de
conmemoración de la gloriosa, invencible, invicta Revolución Cubana:
¡Viva el 26 de Julio! (Exclamaciones de: "¡Viva!")
¡Viva Cuba! (Exclamaciones de: "¡Viva!")
¡Viva Fidel! (Exclamaciones de: "¡Viva!")
¡Viva Raúl! (Exclamaciones de: "¡Viva!")
¡Viva Venezuela! (Exclamaciones de: "¡Viva!")
¡Viva Hugo Chávez! (Exclamaciones de: "¡Viva!")
¡Patria Socialista o Muerte!
¡Venceremos! (Exclamaciones de: "¡Venceremos!")
(OVACIÓN.)
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