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Havana, Tuesday, 3 November 2009.
Year 13 / number 308
Agent
Micheletti
By Jean-Guy Allard
November 3, 2009
The
late CIA agent Philip Agee, who dedicated himself to identifying and
denouncing his crimes after resigning from the agency, would have
predicted it some time ago: Robert Micheletti, current leader of the
Tegucigalpa military/business junta, has all the characteristics of a
yanki intelligence agent, recruited at a certain moment by some Langley
official assigned to the Honduran Embassy.
It’s important to
observe the emotion that the future Honduran dictator had on July 16,
2008, when he was president of the National Congress, when he conferred
The Great Cross with Gold Badge, the Central American country’s highest
distinction, to Charles Ford, the U.S. ambassador to Honduras at the
time.
This was the same
Ford who a month early had rudely proposed to the country’s new
President, Manuel Zelaya, that Honduras should provide refuge for
international terrorist Luis Posada Carriles.
For this act of
servility, Micheletti called together members of the same coup
leadership that conspired for 11 months to remove the legitimate
president from the country.
Other officials
present at the meeting included Vilma Morales, the president of the
Supreme Court of Justice; General Romeo Vásquez Velásquez and several of
his officials; the attorney general and deputy attorney general; the
human rights commissioner, and the president of the Supreme Electoral
Court.
The mafia was
completed by the heads of the one dozen families who dominate the
country and who saw to Zelaya’s kidnapping and expulsion to Costa Rica.
When, during this
same period, the then-U.S. deputy secretary of state and undercover CIA
agent John Negroponte visited Honduras, he paid particular attention to
Micheletti.
The former Bush
ambassador in Baghdad had just finished a tour that suspiciously took
him to Guatemala and El Salvador as well.
In Tegucigalpa he
visited President Zelaya, with whom he discussed the decision of the
president to convert the Palmerola base, occupied by the United States,
into a civilian airport, to which he commented, “It can’t be done
overnight.”
Negroponte later
met in private with Micheletti, but nothing is known of the content of
that extensive encounter. “He did not disclose the main subjects
discussed in his conversation,” a local newspaper reported.
But it is known
that Negroponte –official CIA founder of the cruel 316 battalion – later
had secret meetings with the president of the Supreme Court, Vilma
Morales, Micheletti’s eminent accomplice; former presidents Ricardo
Maduro and Carlos Flores, front line coup members; and the pathetic
“Human Rights” Commissioner, Ramón Custodio.
However, there is
much more to Micheletti’s file.
In 1985, when
Honduras was being suffocated by the imperial boot and – thanks to
Ronald Reagan and George Bush Sr. – the country turned into a yanki base
for defeating the revolutionary Sandinista government in Managua, the
representative Micheletti was an accomplice to a parliamentary coup
attempt when he tried to turn Congress into a constituent assembly.
The intention of
the plot was to guarantee pro-U.S. President Roberto Suazo Córdova’s
stay in power. Córdova was implicated up to his neck, like his master
Negroponte, in the Iran-Contra scandal that involved the trafficking of
drugs for arms.
Suazo Córdova was
the “little yanki” president who covered up a period of savage
repression that is still spoken about with fear in Honduras today.
It’s said that in
the 1960s, the present coup dictator was a noncommissioned officer in
the Presidential Guard under Ramón Villeda Morales, whose overthrow
marked the beginning of a never-ending military dictatorship.
As the son of an
Italian immigrant, Micheletti’s political career would be truly
inexplicable if he didn’t have some “miraculous” connection. In his
case, it was the U.S. ambassador in Tegucigalpa.
Is Micheletti a
product of the diabolic machinery whose operation was described in such
detail by Philip Agee?
There is much
more to say about the hidden relations of the illegitimate president,
from his weakness for the murderer and torturer Billy Joya to his
affiliation with the Yehuda Leitner smuggling network to his connections
to drug traffickers or the yanki congresswoman Ros-Lehtinen, recently
awarded by a branch of the CIA.
Micheletti has
all the markings of an agent. Nothing is missing, not even the arrogance
of someone who thinks that, no matter what the headlines say, he has the
trust of his masters.
Translated by
Granma International
http://www.granma.cu/ingles/2009/noviembre/mar3/Agent-Micheletti.html
http://www.granma.cubaweb.cu/2009/11/03/interna/artic03.html
La
Habana, martes 3 de noviembre de 2009. Año 13 / Número 308
El agente Micheletti
POR JEAN-GUY ALLARD
El difunto agente de la CIA Philip Agee que luego de su renuncia de la
agencia se dedicó a identificar y denunciar sus crímenes, lo hubiera
diagnosticado desde rato. Roberto Micheletti, actual capo de la junta
militaro-empresarial de Tegucigalpa tiene todas las características del
agentazo de la inteligencia yanqui reclutado, en un momento
determinado, por algún funcionario de Langley asignado a la Embajada de
Honduras.
Hacia falta ver con que emoción, el 16 de julio de 2008, el futuro
dictador hondureño, entonces presidente del Congreso Nacional, entregó
La Gran Cruz con Placa de Oro, la máxima distinción del país
centroamericano, a Charles Ford, entonces embajador de los Estados
Unidos en Honduras.
Este mismo Ford quién meses antes había propuesto, groseramente, al
nuevo Presidente del país, Manuel Zelaya, acoger al terrorista
internacional Luis Posada Carriles.
Ford dejaba su puesto de Tegucigalpa para convertirse en Consejero
Especial del Almirante James Stavridis, el Jefe del Comando Sur de
Estados Unidos. Con oficinas en Miami y Washington.
Stavridis es este ex asesor del Secretario de Defensa de EEUU Donald
Rumsfeld. Es famoso por sus declaraciones hostiles a Venezuela y por
haber reactivado, justo en este periodo, la Cuarta Flota yanqui.
El homenaje para quién había confrontado con arrogancia el Presidente
Zelaya tuvo lugar, con una solemnidad digna de un procónsul imperial, en
el propio recinto de la asamblea nacional.
Para este acto de servilismo, Micheletti había reunido miembros de esta
misma cúpula que, durante once meses, iban a conspirar con él para
expulsar del país a su mandatario legítimo.
Aquí estaban la Presidenta de la Corte Suprema de Justicia, Vilma
Morales, el general robacarro Romeo Vásquez Velásquez y varios de sus
oficiales; el Fiscal General y el Fiscal Adjunto: el comisionado de los
Derechos Humanos, el sub procurador de la República y el presidente del
Tribunal Supremo Electoral.
La mafia completa de los que los jefes de la docena de familias que
dominan el país encargaran de desaparecer al presidente progresista.
“En nombre del pueblo hondureño”, Micheletti rindió un vibrante homenaje
a “Charles” que agradeció por su “buena voluntad”, reportó la prensa
local.
“Felicidades, embajador Charles, gracias por su trabajo, liderazgo y
buena voluntad suya, de su gobierno y del pueblo de los Estados Unidos”,
lanzó con una visible exaltación al diplomático.
"Durante los próximos dos años me desempeñaré como asesor (no precisó de
que) y estaré siempre cerca de Honduras", replicó el embajador.
"Nuestra extensa relación está fuerte, intacta y durable. Creo que será
capaz de aguantar cualquier tormenta que pudiésemos confrontar en
los años venideros", concluyó .
Después de la ceremonia, en el curso de un cocktail, “Charles” et
Roberto se hicieron fotografiar abundantemente, abrasados con ternura,
para la posteridad
CON NEGROPONTE, LAS CONVERSACIONES CONFIDENCIALES
Cuando en este mismo periodo, el entonces subsecretario de Estado de
EE.UU., el agente CIA disfrazado de diplomático John Negroponte, realizó
una visita a Honduras, tuvo una atención particular para Micheletti.
El ex embajador bushista en Bagdad, terminaba un recorrido que lo había
llevado sucesiva y sospechosamente a Guatemala y El Salvador.
En Tegucigalpa visitó al presidente Zelaya, con quien discutió la
decisión del gobernante de convertir en aeropuerto civil la base de
Palmerola, ocupada por Estados Unidos, lo que, comentó, 'no se podía
hacer de la noche a la mañana'.
Negroponte se reunió luego en privado con Micheletti.
Nada se supo del contenido del extenso encuentro. “No se informó sobre
los temas que centraron su conversación”, dijo textualmente un diario
local.
Pero si se conoció que Negroponte - el oficial CIA fundador del
sanguinario Batallón 316 - sostuvo después conciliábulos con la
presidenta de la Corte Suprema de Justicia, Vilma Morales, eminente
cómplice de Micheletti; con los ex presidentes Ricardo Maduro y Carlos
Flores, golpistas de primera fila, y el patético Comisionado de los
“Derechos Humanos”, este Ramón Custodio que por poco se convirtió en
apologista de la represión militar.
Pero hay mucho más en el expediente Micheletti.
En 1985, cuando Honduras seguía sofocado por la bota imperial y que el
país – gracias a Ronald Reagan y George Bush padre - estaba convertido
en portaviones yanqui para derrocar al gobierno revolucionario
sandinista de Managua, el diputado Micheletti fue cómplice de un
verdadero intento de golpe parlamentario cuando se pretendió convertir
el Congreso en Asamblea constituyente.
El propósito del complot: garantizar la permanencia en el poder del
presidente pro-americano Suazo Córdova, implicado hasta el cuello, como
su amo Negroponte, en el escándalo Iran-Contra de tráfico de droga
contra armas.
Suazo Córdova fue el mandatario pitiyanqui que encubrió un periodo de
represión salvaje de la cual, hasta hoy, los hondureños no hablan sin
miedo.
Fue en este periodo que los Facussé, hoy padrinos de Micheletti,
propusieron convertir el país en Estado Libre Asociado de Estados
Unidos, bajo el “modelo” puertorriqueño.
QUINCE AÑOS EN LAS ENTRAÑAS IMPERIALES
Se cuenta que, en los años 60, el actual dictador golpista fue sub
oficial de la Guardia Presidencial bajo Ramón Villeda Morales cuyo
derrocamiento marcó el comienzo de una interminable dictadura militar.
Micheletti salió entonces del país para radicarse en Estados Unidos
donde se dice que estudió. Se quedó en el Norte durante más de quince
años.
Regreso de repente a Honduras a inicios de los 80 para manejar una
empresa de transporte regional en su municipio natal de El Progreso y
pronto buscarse un escaño de diputado que conserva desde 28 años.
La carrera política de Micheletti, hijo de inmigrante italiano, es
inexplicable sin alguna conexión “milagrosa”. Una conexión que sí, “la”
embajada pudo propiciar.
¿Será Micheletti un producto de la maquinaria diabólica cuyo
funcionamiento tan precisamente describió Philip Agee?
Dice el famoso refrán inglés: "Si camina como un pato, si nada como un
pato, y si hace cuacuac: es un pato”.
De las relaciones ocultas del presidente postizo que penetró
la Casa Presidencial de Tegucigalpa se pudiera contar mucho más: desde
su debilidad por el asesino y torturador Billy Joya hasta su afiliación
con la red del contrabandista Yehuda Leitner sin olvidar los narcos del
ejercito… ni la congresista yanqui Ros-Lehtinen, premiada el otro día
por una sucursal de la compañía.
Del agentazo, a Micheletti, no le falta nada. Ni siquiera la
prepotencia de quien cree que, más allá de los titulares, tiene la
confianza de sus amos.
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