Conocí y admiro desde
niña la obra de Víctor
Jara. “Plegaria a un
labrador”, “El alma
llena de banderas”, “Las
casitas del barrio
alto”, “Ni chicha ni
limoná”
y muchas otras de sus
canciones forman y
formarán siempre parte
de mi patrimonio
personal y mi arsenal
entonativo, por sus
mensajes y por su
calidad extraordinaria.
Al propio tiempo, fui
invitada a integrar el
equipo cubano que apoyó
la realización del
Concierto Paz sin
Fronteras del pasado
domingo 20 de
septiembre. Desde mi
punto de vista, lo que
ocurrió ese día en la
Plaza de la Revolución
fue algo trascendente
para Cuba, para nuestros
jóvenes y para la imagen
de nuestro país en el
mundo. Estuve allí;
sentí vibrar a un
público mayoritariamente
joven. No se trataba de
una masa banal ni
histérica: sabían todo
lo que había pasado en
Miami, las presiones
sobre Juanes, los actos
de barbarie y fascismo
para obligarlo a
cancelar el proyecto. En
los gritos de “Cuba,
Cuba, Cuba”, en el
compromiso del público
con el éxito del
concierto, iba nuestro
mensaje al mundo.
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Por todas estas razones,
me ha molestado de modo
particular la “Carta
a Víctor Jara” de Carlos
Alberto Ruiz que se
publicó hoy en
Rebelión. Aunque
siempre he escrito sobre
temas de mi
especialidad, me siento
obligada a hacer
comentarios más allá de
la misma y que tienen
que ver con la política
cultural de mi país y
con juicios de otro
carácter que aparecen en
el texto mencionado.
Como musicóloga, conozco
perfectamente hacia
dónde se orienta la
llamada industria del
entretenimiento, cómo se
cultiva la banalidad, se
fabrican y promueven
falsos ídolos a nivel
global. Nadie tiene que
darnos lecciones sobre
eso. Sé también cuánto
hacen las instituciones
cubanas de la música por
combatir de manera
inteligente la
influencia entre
nuestros jóvenes de esas
corrientes frívolas y
comerciales que hoy
inundan el planeta.
Aunque nos encontramos
bajo ese influjo
permanente, trabajamos
día a día por promover
el talento y por fijar
las auténticas
jerarquías artísticas de
todos los tiempos, de
Cuba y del mundo.
Gracias a estos empeños,
el nuestro es uno de los
poquísimos países en que
su pueblo prefiere, por
sobre otras, la música
propia.
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Fue conmovedor estar en
la Plaza cuando un
millón de jóvenes
entonaba con Silvio
Rodríguez “Ojalá”, con
Danny Rivera, “Tu pueblo
es mi pueblo”, con
Amaury Pérez “Hacerte
venir” y bailar con
todos ellos al ritmo del
antológico popurrí de
los 70s de Van Van. El
cierre, el “Chan Chan”
de Compay Segundo,
enriquecido con versos
de Martí, fue el momento
más emotivo e intenso
del concierto y un
homenaje a nuestras
raíces, a nuestra música
tradicional, a las ideas
martianas, a nuestra
cultura, a lo que hemos
sido y a lo que seguimos
siendo como cubanos.
Sin duda, no todo lo que
escuchamos allí tuvo el
mismo nivel artístico.
Algunos de estos
momentos serán efímeros;
pero la mayoría de ellos
permanecerán en las
mentes y las almas de
los cubanos, de todos:
los que estuvimos y los
que disfrutaron el
espectáculo a través de
la televisión.
Carlos Alberto Ruiz nos
recuerda cómo en este
mundo superficial se
está tratando de imponer
la desmemoria y una
seudo cultura sin médula
y se permite contraponer
la figura de Víctor Jara
a la Cuba de hoy.
Nuestro país no ha
dejado jamás de promover
la obra, el pensamiento
y el ejemplo de Víctor
Jara. Entre las primeras
transcripciones que se
hicieron de sus
composiciones, se
encuentran las
realizadas por el
maestro cubano Jesús
Ortega, publicadas en
1978 en el Boletinmúsica
de Casa de las Américas
titulado Habla y canta
Víctor Jara.
El “Encuentro
Internacional contra el
terrorismo, por la
verdad y la justicia”,
evento histórico,
presidido todo el tiempo
por Fidel, reunió en La
Habana, en junio de 2005
a más de 600
intelectuales, artistas,
luchadores sociales y
líderes políticos de 60
países. Ese foro culminó
con un hermoso y muy
emotivo homenaje a
Víctor, en el teatro
Karl Marx desbordado de
público, donde le
rindieron tributo con su
arte figuras de la
canción revolucionaria
de varios países
latinoamericanos.
En la
edición del 2007 del
principal evento musical
cubano, Cubadisco,
Víctor Jara recibió,
como merece, el Premio
de Honor y se le tributó
un homenaje que tuvo una
amplia difusión para
todo nuestro pueblo. En
su coloquio, dedicado en
esa ocasión a la
“Canción necesaria”
(expresión de Alí
Primera), también se
abordaron temáticas como
la discografía
alternativa y la
estrategia para que la
canción con temática
social y comprometida
pueda llegar a las
grandes masas. De esas
discusiones surgió la
propuesta de creación
del sello discográfico
del ALBA, recientemente
aprobada por la cumbre
de los países que la
integran, y se ha
decidido que entre las
primeras producciones
esté una antología de
las canciones de Víctor
Jara.
El pasado año el maestro
Leo Brouwer organizó y
dirigió en La Habana el
concierto “Víctor
Jara in memoriam: 35
años después”, en el
que se estrenaron dos
obras de Leo compuestas
con ese motivo:
“Variaciones de un tema
de Víctor Jara para
guitarra” y “Elegía por
Víctor Jara”. En el
concierto participaron
también importantes
agrupaciones y solistas
cubanos y
latinoamericanos.
A lo largo de estos
años, Cuba ha editado en
discos, cassettes y cds
todas las grabaciones de
los conciertos de Víctor
en Cuba. La más reciente
edición la hizo la Casa
de las Américas (con el
concierto en vivo que
ofreció Víctor en esa
institución emblemática
en marzo de 1972) que se
presentó en febrero de
este año, a propósito de
la Feria Internacional
del Libro dedicada a
Chile, en la colección
“Música de esta
América”. De esa misma
colección, también en
esa Feria, se
presentaron los discos
Hasta siempre, Che
querido, con homenajes
al Guerrillero Heroico
de distintos trovadores
latinoamericanos y una
pieza de Víctor, y
Compañero presidente,
con canciones dedicadas
a Salvador Allende de
Silvio, Pablo y otros
trovadores.
La revista
Boletinmúsica de
Casa de las Américas
dedicó un número
homenaje al Encuentro de
la Canción Protesta del
año 1967, 40 años
después de su
celebración. En esa
edición, hay un dossier
especial, “Víctor Jara
en nosotros”, dedicado a
su vida y a su ejemplo.
Aparece además un
artículo de Leonardo
Acosta sobre un libro en
homenaje a Alí Primera
junto a entrevistas a
Daniel Viglietti, César
Isela, Pancho Villa,
Ricardo Flecha y otras
figuras de distintas
generaciones que
cultivan la canción
pensante en nuestra
región.
Podría ser interminable
la lista de acciones de
promoción que
instituciones y artistas
cubanos impulsan frente
a la tiranía del
mercado, teniendo como
referencia la figura de
Víctor Jara y un arte
ajeno a toda concesión
comercial. Bastaría con
revisar las
publicaciones digitales
de instituciones como la
propia Casa (www.casadelasamericas.org),
el Centro Pablo de la
Torriente Brau (www.centropablo.cult.cu),
la revista Clave
del Instituto Cubano de
la Música (www.clave.icm.cu),
La Jiribilla (www.lajiribilla.cu)
o el portal CUBARTE (www.cubarte.cult.cu)
para comprender cuál es
el sentido real de
nuestra política
cultural y cuán lejos
estamos de promover la
banalización.
Tuve el privilegio de
conocer desde el
comienzo cómo se gestó
el proyecto de este
concierto, que fue
apoyado sin vacilación
alguna por creadores
excepcionales de Cuba,
que pertenecen no solo a
nuestra vanguardia
cultural, sino también a
la del ámbito
hispanohablante, que
nada tienen que ver con
la estética de algunos
artistas que nos
visitaron y no necesitan
de acciones como estas
para su promoción
profesional. Gozan,
dentro de nuestro pueblo
y ante los públicos de
otros países, de un
enorme prestigio. Lo
hicieron simplemente
porque entendieron el
significado que tendría
este concierto para
Cuba.
Hoy en la mañana sentí
orgullo al leer las
reflexiones de Fidel, en
las que califica al
concierto “Paz sin
Fronteras” de
extraordinario, y
concluye diciendo: “El
pueblo cubano,
especialmente su
magnífica juventud,
demostró ayer que aún en
medio de un brutal
bloqueo económico es
posible vencer
obstáculos
inimaginables”.
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Una vez más, como en
estos últimos cincuenta
años, Fidel ubica los
hechos en su justo
lugar.
Aunque leí con mucho
interés el libro de
Fidel La paz en
Colombia, no conozco
en detalle la historia
de ese país ni me siento
preparada para opinar
sobre ella. Mucho menos,
sobre la percepción
política de Juanes que
pueda existir allí. Sí
conozco en cambio muy
bien la historia de mi
patria y los principios
por los que se guía. Sé
que, como Víctor Jara,
los cubanos
revolucionarios sabremos
defender nuestra
dignidad y nuestros
principios.
Carole Fernández
Martínez
Musicóloga
Museo Nacional de la
Música
La Habana, Cuba, 22 de
septiembre de 2009
Publicado en Cubarte
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