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Silvio Rodríguez sobre el concierto de Juanes: “Le molesta a la
ultraderecha porque la naturaleza de esta gente es agresiva”
16 Agosto 2009
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R. A. Hernández
Tomado de La Jiribilla
Silvio, Juanes y Amaury. (Cortesía de La Jiribilla)
El
anuncio en La Habana del concierto Paz sin Fronteras, promovido por el
músico colombiano Juanes, para el próximo 20 de septiembre en la Plaza
de la Revolución, ha generado opiniones diversas. En la Isla se respira
expectación en espera del encuentro. También, la actitud agradecida por
el reconocimiento a la voz de Cuba en nombre de la Paz.
Uno de los invitados, el cantautor cubano Silvio Rodríguez, en
entrevista para La Jiribilla, al responder sobre las “preocupaciones”
que ha provocado tal “atrevimiento”, lo reafirma como “un evento de Paz
que le molesta a la ultraderecha porque la naturaleza de esta gente es
agresiva, como el bloqueo, y porque la idea y el hecho de la Paz socavan
el odio que les alimenta”.
Cuando aún sonaban los acordes de la presentación en la ciudad
ecuatoriana de Guayaquil por la conmemoración de la gesta
independentista del 10 de agosto de 1809, Silvio, quien ante unas 25 mil
personas en el Estadio Modelo interpretó canciones que constituyen parte
sustancial de la historia trovada de este conteniente, compartió algunas
reflexiones con esta revista.
El
concierto del músico colombiano Juanes en la Plaza de la Revolución
tiene una historia previa y espontánea en La Habana. Cuéntanos sobre
esta historia y sus antecedentes.
Los antecedentes, en lo que a mi persona se refiere, comenzaron por una
llamada telefónica del Ministerio de Cultura para decirme que Juanes
quería hacer un concierto en La Habana por la Paz y que venía a hablar
de eso a Cuba. Me llamaron porque iba a haber una cena y querían que yo
asistiera. Allí conocí a Juanes y le escuché hablar por primera vez del
proyecto. Él me preguntó si quería participar y le dije que sí. Yo había
visto por televisión el primer concierto por la Paz que habían hecho en
la frontera de Colombia con Venezuela y me pareció positivo.
En la presentación del libro
Cancionero
comentas que a los 20 años creías que la poesía podía cambiar al mundo y
ahora a los 60 estabas convencido de que no podías cambiarlo, pero sí
hacerlo mucho mejor. ¿Puede evidenciar este concierto de Juanes en Cuba
tal certeza?
Efectivamente, no creo que una canción o un concierto puedan cambiar la
compleja realidad de la noche a la mañana, pero sin duda un evento como
este puede ser un fuerte mensaje de voluntad de Paz, en este caso entre
los EE.UU. y Cuba, países separados por discrepancias de medio siglo. A
mi entender este concierto pretende unirse a la voz de muchos de aquí y
de allá que deseamos que la situación se normalice y que cada cual viva
como lo desea, respetando al otro diferente.
La
idea de este evento musical ha levantado bastante revuelo en Miami
acusándolo de concierto politizado. ¿Por qué puede molestar tanto un
evento a favor de la Paz?
Las voces que condenan a este concierto no son las de la inmensa mayoría
de trabajadores emigrantes cubanos. Mucho menos la de los 11 millones
que vivimos en Cuba. Las voces incómodas y agresivas son de la pequeña
pero muy poderosa ultraderecha cubana, que se da besitos con la
ultraderecha estadounidense (la que ya se sabe lo que hace por todo el
mundo). Un evento de Paz le molesta a la ultraderecha porque la
naturaleza de esta gente es agresiva, como el bloqueo, y porque la idea
y el hecho de la Paz socavan el odio que les alimenta.
Hay muchas guerras desatadas en
todo el mundo: bélicas, ideológicas, económicas… Y este concierto se
dedica a contraponer la Paz ante tales conflictos. ¿En favor de qué
causas o contra qué actos vale la pena “disparar” canciones?
Juanes dice que desea que este concierto sea blanco; también se ha dicho
que el blanco es la ausencia de color, por lo que interpreto que Juanes
desea que no haya predominio de una razón sobre otra, que todos tengamos
la misma oportunidad. Creo que en este concierto caben todas las
canciones que transmitan aspectos de la condición humana, que es algo
muy diverso, muy rico, al margen de las ideologías. Por eso, todo lo que
sea respeto al derecho a la vida, a la educación, a la libertad, a la
diversidad, será válido. Y más que “disparar” supongo que será un
concierto donde se soplarán canciones para que el viento -ayudado por
los satélites- las haga llegar lo más suavemente posible a todas partes.
Entre tus canciones, existen
varias que se pronuncian contra la guerra. ¿Escucharemos algunas de
ellas en el concierto? ¿Acaso algún adelanto de la nueva producción
Segunda cita?
Para hacer el programa supongo que primero hará falta saber cuántos
artistas participarán. Entonces se podrá tener una idea del repertorio
que tocará a cada cual.
Segunda cita es un disco bastante enfocado en la realidad cubana, quizá
pudiera cantar alguna de esas. Aún no lo sé. En algún momento pensé
cantar “Rabo de nube”, que me fue imposible hacer en el homenaje a Pete
Seeger. También he pensado en “Días y flores”. Pero también pudiera
desempolvar una, llamada “Blanco”, que hice hace 40 años.
Cantar en la Plaza de la
Revolución supone un deber, rememorando tu antológico tema. ¿Qué
significación tiene entonces hacerlo hoy, en las actuales
circunstancias, y acompañado de todos estos músicos?
Sigue siendo un deber y, por supuesto, también un gusto.
Acabas de realizar varios
conciertos en Ecuador, uno de los centros de la renovación social que
tiene lugar en América Latina. A partir de la experiencia de esta
visita, tu contacto con el pueblo, unido a los hechos recientes del
golpe en Honduras, la crisis mundial y las bases yanquis en Colombia,
¿qué señales o lecciones nacidas en este contexto nos debieran servir
para el futuro latinoamericano más inmediato?
Creo que el golpe de Estado en Honduras se parece mucho al que dio
Pinochet en Chile y creo que aquí tampoco lo hicieron solos. Los
ambiciosos han vuelto a manchar la dignidad de las fuerzas armadas de un
país latinoamericano. Hay muchos heridos de bala y si hay menos muertos
ha sido por la presencia vigilante de TeleSur. Es obvio que el pueblo
hondureño dirá la última palabra. Por otra parte, la intensidad de lo
que hemos vivido en Asunción y en Guayaquil refuerza mi fe en que la
segunda independencia latinoamericana continúa.
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