Times of Peace and Reconciliation in Sri Lanka (Juventud Rebelde, May 24, 2009)

Tiempos de paz y reconciliación en Sri Lanka

El gobierno de ese país anunció la «victoria final» sobre los separatistas Tigres para la Liberación de la Patria Tamil, poniendo fin a una guerra civil de más de dos décadas

Por: Nylian Vázquez García

Correo: nyliam@jrebelde.cip.cu

24 de mayo de 2009 00:36:57 GMT

Tras miles de muertos en 27 años de conflictos internos y casi un cuarto de millón de desplazados en los últimos tres meses, el gobierno de Sri Lanka anunció a principios de semana la «victoria final» sobre los separatistas Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (LTTE). Aunque lo primero fueron las manifestaciones de alegría en las calles de Colombo, lo cierto es que la isla asiática vive por estos días un momento trascendental de su historia.

«Nuestra intención era salvar al pueblo tamil del cruento yugo del LTTE. Todos debemos ahora vivir como iguales en este país libre». La afirmación del presidente Mahinda Rajapakse llama a la reconciliación. Sus palabras, en idioma tamil y pronunciadas durante la apertura del Parlamento luego de la proclamación del fin de la guerra, descubren la clara posición del actual gobierno de que este sea el término de las divisiones étnicas. Pero que sanen las heridas y llegue la normalidad a tantas vidas maltrechas, dependerá del curso de los acontecimientos a partir de ahora.

Si bien es cierto que el fin de una guerra siempre es motivo de regocijo, y un primer paso importante, también supone el inicio de un peligroso camino en el que cualquier movimiento en falso puede echar por tierra lo logrado. En Sri Lanka no solo se trata de recomponer las vidas y las esperanzas de todo el pueblo: también de poner fin al sobresalto de la minoría tamil, discriminada durante décadas. Los tamiles deberán sentirse realmente respaldados, y este gobierno tendrá que marcar la diferencia con sus antecesores para que la nueva etapa se base en la confianza.

La guerra civil lazada por los tigres tamiles se inició en 1983, pero tiene sus raíces en 1948, cuando Gran Bretaña se retiró de la antigua Ceilán. Entonces los tamiles, practicantes de la religión hindú, se sintieron aplastados por la mayoría budista srilanquesa. Sin embargo, no pocos analistas coinciden en que la guerrilla separatista secuestró la causa tamil y dejó de representar sus intereses para convertirse en uno de los grupos armados más temidos de Asia, pioneros de los ataques suicidas.

Tras casi tres décadas de enfrentamientos, los guerrilleros separatistas continuaban la lucha sin siquiera tener la certeza de si, tanto tiempo después, los tamiles aún aspiraban a un Estado independiente. Quizá la mayoría solo quería la tranquilidad para sus familias, algunas conformadas por parejas mixtas; vivir sin miedos..., sin guerra.

Comoquiera, las máximas autoridades de la pequeña isla tienen ahora ante sí el desafío de lograr la paz duradera a partir de la búsqueda de un acuerdo político que incluya a la comunidad tamil. Urge también rehabilitar a los más de 250 000 desplazados que en este minuto malviven en campos de refugiados, luego de huir de los cruentos combates.

Esto podría convertirse en un elemento desestabilizador a corto plazo, si no se actúa con rapidez. No obstante, el presidente prometió reinsertarlos a sus poblados en menos de seis meses. La situación es compleja y algunas agencias internacionales han llamado la atención sobre el reto humanitario que significa llevar la normalidad a vidas tan profundamente desgarradas.

La voluntad política y el trabajo mancomunado del pueblo de Sri Lanka deberá decir la última palabra para que el tiempo de paz perdure, llegue a instalarse en los cimientos de la nación, y la reconciliación sea irreversible.

reconciliación sea irreversible.

		Times of Peace and Reconciliation in Sri Lanka The government of this country announced the “final victory” over the secessionist Tigers for the Liberation of the Tamil Fatherland, thus putting an end to a civil war that has gone on for over two decades. By: Nylian Vázquez García Mail: nyliam@jrebelde.cip.cu 24 May 2009 00:36:57 GMT After thousands of deaths during 27 years of internal conflicts and almost a quarter of a million displaced persons in the past three months, the government of Sri Lanka announced, early in the week, the “final victory” over the secessionist Tigers for the Liberation of the Tamil Fatherland (LTTE). Although the first reactions took the form of manifestations of joy in the streets of Colombo, the truth is that this Asian island is undergoing these days a transcendental moment of its history. “Our intention was to save the Tamil people from the bloody yoke of the LTTE. Now we should all live as equals in this free country.” This statement by President Mahinda Rajapakse invokes reconciliation. His words, spoken in Tamil language, stated at the opening ceremony of Parliament after the proclamation of the end of the war, reveal the clear position of the present government in hoping that this will be the last of ethnic divisions. But the healing of wounds and the achievement of normalization for so many battered lives will depend on developments that will be taking place from now on. Although it is true that the end of a war is always cause for joy, and is also a first important step, it also presupposes the beginning of a dangerous route in which any false movement might cause the downfall of all that has been achieved. In Sri Lanka the question is not only to recompose the lives and hopes of all the people, but also to put an end to the starts experienced by the Tamil minority, that has suffered discrimination for decades. Tamils must feel that they have a real backing, and this government will have to mark a difference with respect to its predecessors for this new stage to be based on confidence. The civil war launched by the Tamil Tigers began in 1983, but its roots date back to 1948, when Great Britain withdrew from what was formerly called Ceylon. At that time the Tamils, a group that practiced the Hindu religion, felt oppressed by the Sri Lankan Buddhist majority. Nevertheless, many analysts agree on the view that the secessionist guerrilla hijacked the Tamil cause and ceased to represent its interests to become one of the most feared armed groups in Asia, the pioneers of suicide attacks. After almost three decades of confrontation, the secessionist guerrilla fighters pursued their struggle without having even a certainty about the wishes of the Tamil, such a long time afterwards, with respect to wanting or not an independent state. Perhaps most of them only wanted peace and quiet for their families –some of them made up of mixed couples— and to live without fear… without war. Whatever the case, the highest-ranking authorities of this small island are now confronting the challenge of achieving a lasting peace after searching for a political agreement that would include the Tamil community. It is also urgent to rehabilitate over 250,000 displaced persons that are right now living in poor conditions in refugee camps after fleeing from the gory combats. This might turn into a destabilizing element in the short run if the matter is not quickly dealt with. Nevertheless, the President promised to reinsert them in their towns of origin in less than six months. The situation is a complex one, and some international press agencies have underlined the humanitarian challenge implied in the purpose of returning to normal all those lives that have been so deeply shattered. By displaying political will and joint work, the people of Sri Lanka will be able to say the last word for a time of peace to prevail and to install itself in the very foundations of the nation, and for reconciliation to become an irreversible fact. http://www.juventudrebelde.cu/internacionales/2009-05-24/tiempos-de-paz-y-reconciliacion-en-sri-lanka/
		Tiempos de paz y reconciliación en Sri Lanka El gobierno de ese país anunció la «victoria final» sobre los separatistas Tigres para la Liberación de la Patria Tamil, poniendo fin a una guerra civil de más de dos décadas Por: Nylian Vázquez García Correo: nyliam@jrebelde.cip.cu 24 de mayo de 2009 00:36:57 GMT Tras miles de muertos en 27 años de conflictos internos y casi un cuarto de millón de desplazados en los últimos tres meses, el gobierno de Sri Lanka anunció a principios de semana la «victoria final» sobre los separatistas Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (LTTE). Aunque lo primero fueron las manifestaciones de alegría en las calles de Colombo, lo cierto es que la isla asiática vive por estos días un momento trascendental de su historia. «Nuestra intención era salvar al pueblo tamil del cruento yugo del LTTE. Todos debemos ahora vivir como iguales en este país libre». La afirmación del presidente Mahinda Rajapakse llama a la reconciliación. Sus palabras, en idioma tamil y pronunciadas durante la apertura del Parlamento luego de la proclamación del fin de la guerra, descubren la clara posición del actual gobierno de que este sea el término de las divisiones étnicas. Pero que sanen las heridas y llegue la normalidad a tantas vidas maltrechas, dependerá del curso de los acontecimientos a partir de ahora. Si bien es cierto que el fin de una guerra siempre es motivo de regocijo, y un primer paso importante, también supone el inicio de un peligroso camino en el que cualquier movimiento en falso puede echar por tierra lo logrado. En Sri Lanka no solo se trata de recomponer las vidas y las esperanzas de todo el pueblo: también de poner fin al sobresalto de la minoría tamil, discriminada durante décadas. Los tamiles deberán sentirse realmente respaldados, y este gobierno tendrá que marcar la diferencia con sus antecesores para que la nueva etapa se base en la confianza. La guerra civil lazada por los tigres tamiles se inició en 1983, pero tiene sus raíces en 1948, cuando Gran Bretaña se retiró de la antigua Ceilán. Entonces los tamiles, practicantes de la religión hindú, se sintieron aplastados por la mayoría budista srilanquesa. Sin embargo, no pocos analistas coinciden en que la guerrilla separatista secuestró la causa tamil y dejó de representar sus intereses para convertirse en uno de los grupos armados más temidos de Asia, pioneros de los ataques suicidas. Tras casi tres décadas de enfrentamientos, los guerrilleros separatistas continuaban la lucha sin siquiera tener la certeza de si, tanto tiempo después, los tamiles aún aspiraban a un Estado independiente. Quizá la mayoría solo quería la tranquilidad para sus familias, algunas conformadas por parejas mixtas; vivir sin miedos..., sin guerra. Comoquiera, las máximas autoridades de la pequeña isla tienen ahora ante sí el desafío de lograr la paz duradera a partir de la búsqueda de un acuerdo político que incluya a la comunidad tamil. Urge también rehabilitar a los más de 250 000 desplazados que en este minuto malviven en campos de refugiados, luego de huir de los cruentos combates. Esto podría convertirse en un elemento desestabilizador a corto plazo, si no se actúa con rapidez. No obstante, el presidente prometió reinsertarlos a sus poblados en menos de seis meses. La situación es compleja y algunas agencias internacionales han llamado la atención sobre el reto humanitario que significa llevar la normalidad a vidas tan profundamente desgarradas. La voluntad política y el trabajo mancomunado del pueblo de Sri Lanka deberá decir la última palabra para que el tiempo de paz perdure, llegue a instalarse en los cimientos de la nación, y la reconciliación sea irreversible. reconciliación sea irreversible.