Por M. H. Lagarde
Yoani Sánchez, ladegeneración Y, la
pobre muchachita que se rasga la ropa y suelta gruesos
lagrimones en su blog, lamentándose a los cuatro vientos de
las carencias que hay en Cuba, fue fotografiada in fraganti
mientras hacia uso de la tecnología Wi Fi en un lujoso hotel
de La Habana.
Así, en plena faena, la sorprendió un grupo de periodistas acreditados en la Feria Internacional de Turismo de Cuba (Fitcuba 09) el pasado miércoles 6 de Mayo, quienes se toparon con ella en el Hotel Parque Central de La Habana.
Allí estaba la desdichada muchachita -que suele también venderse como víctima de la más despiadada persecución- en uno de los lugares más céntricos y exclusivos de la capital habanera, en medio de la paz más rotunda, haciendo su labor mercenaria a través de internet.
Por cierto, ahora resulta que anda un tanto ofendida porque la llamen de ese modo y hasta sus jefes de despacho y ayudantes de campo en Barcelona se tiran de los pelos cuando alguien toca el tema de su evidente dependencia del gobierno de Estados Unidos.
Pero de qué modo puede llamarse a alguien que tiene micrófono abierto, y cada vez más abierto, en emisoras creadas por el gobierno de Estados Unidos para alentar la subversión contra la revolución cubana, como la mal llamada Radio Martí.
El periodismo ciudadano del que tanto habla consiste en transcribir, en tono de fábula para ingenuos, los no se sabe cuántos capítulos del plan Bush, otro engendro Made in USA para apoyar una supuesta transición en Cuba.
De dónde sale el billete que se gasta en usar la cara tecnología de punta que se cobra a altos precios (8 dólares la hora) en las instalaciones turísticas cubanas.
Puede alguien creerle que, en medio de tantas necesidades, la pobrecita derrocha el dinero del Premio Ortega y Gasset en el cumplimiento de su "misión ciudadana" de hacerle el juego al imperialismo.
Ni ella misma se lo cree.
Así, en plena faena, la sorprendió un grupo de periodistas acreditados en la Feria Internacional de Turismo de Cuba (Fitcuba 09) el pasado miércoles 6 de Mayo, quienes se toparon con ella en el Hotel Parque Central de La Habana.
Allí estaba la desdichada muchachita -que suele también venderse como víctima de la más despiadada persecución- en uno de los lugares más céntricos y exclusivos de la capital habanera, en medio de la paz más rotunda, haciendo su labor mercenaria a través de internet.
Por cierto, ahora resulta que anda un tanto ofendida porque la llamen de ese modo y hasta sus jefes de despacho y ayudantes de campo en Barcelona se tiran de los pelos cuando alguien toca el tema de su evidente dependencia del gobierno de Estados Unidos.
Pero de qué modo puede llamarse a alguien que tiene micrófono abierto, y cada vez más abierto, en emisoras creadas por el gobierno de Estados Unidos para alentar la subversión contra la revolución cubana, como la mal llamada Radio Martí.
El periodismo ciudadano del que tanto habla consiste en transcribir, en tono de fábula para ingenuos, los no se sabe cuántos capítulos del plan Bush, otro engendro Made in USA para apoyar una supuesta transición en Cuba.
De dónde sale el billete que se gasta en usar la cara tecnología de punta que se cobra a altos precios (8 dólares la hora) en las instalaciones turísticas cubanas.
Puede alguien creerle que, en medio de tantas necesidades, la pobrecita derrocha el dinero del Premio Ortega y Gasset en el cumplimiento de su "misión ciudadana" de hacerle el juego al imperialismo.
Ni ella misma se lo cree.
