![]() Havana, Friday, November 21, 2008. Year 12 / Number 324 Jose Villa Wins 2008 National Arts Award VIRGINIA ALBERDI BENÍTEZ The life size figure of John Lennon sitting on a bench in a park of Havana’s Vedado district pursues José Villa in both his vigil and his reality. Lennon is, undoubtedly, one of the most famous creations of the Santiago de Cuba sculptor. Couples sit by the long-haired bronze man and kleptomaniacs have tried, time and time again, to steal his glasses.
This is not Villa’s only well-known production. With great pride, residents in the city of Cienfuegos announced him as the winner of the 2008 National Arts Award as a tribute to the creator of the statue of late great singer/composer and band leader Benny Moré, located on the Cienfuegos promenade.
Another of his most popular works is the one he dedicated to the Caballero de París (The Paris Gentleman, a popular personage who used to walk the streets of the Cuban capital) in front of Old Havana’s San Francisco de Assisi Minor Basilica. Also in that historical area, Villa placed one of his dearest made-to-order pieces, the statue of late Spanish dancer and choreographer Antonio Gades. At the portico of Lombillo Palace, is the statue of the greatest flamenco dancer of our time, an unforgettable friend of Cuba.
But it’s not about the artist that makes marvelous and necessary statues that I want to talk about, despite the fact that I think that some of his works of identical magnificence should be recognized. Like the moving statue of Cuba’s National Hero Jose Marti that recalls, at the Martí Forge, the young man that suffered the rigors of prison for his early pro-independence beliefs; or that of the indomitable Mariana Grajales, the mother of patriots Jose and Antonio Maceo, set in the square with the same name in eastern Guantánamo city. In terms of allegories, we should also bring out the mausoleum to the March 13 Martyrs, at Havana’s Colon Cemetery.
I’d like to incite readers to discover the other Villa, the one that has made considerable contributions to environmental sculpture, that sculpture so necessary for the description of public space and urban landscape. And he has done so inside and outside Cuba, from the city of El Alto, in La Paz, Bolivia, to a quiet urban center in Germany, without knowing that the fountain we pass by at the Pan-American Villa’s rotunda in East Havana was made by Jose Villa.
I will stop at four of his works to explain some of the key elements of his sculptural poetics. On one of the lateral halls of the International Financial Bank on 5th Avenue, in the capital’s Miramar district, hugging the ground, we find Muralla, which reveals one of Villa’s constant features: the search for harmony by way of undulating movement. From the start, the sculptor has tried to seduce us with totems as underlying forms evolved from ancestral Indo-American cultures. Both the untitled piece that inhabits the patio of the Servando Cabrera House-Museum (on Paseo and 13th Street, Vedado) and La Llave de la Torre, originally placed at Port Avenue and that is part of the collection of Havana’s Museum of Fine Arts, reveal a treatment of highly suggestive angular cuts. This game with geometry intensifies with a metaphorical connotation in Chip, a huge piece that, located at the University of Computer Sciences, responds by induction to the specificity of the campus. Not because it goes down the road of abstraction or non-imagining this area of Villa’s work should be consigned to oblivion in the assessment of his imprint. We’re talking about works where creative audacity is accompanied by a very deep use of constructive arguments, which unveil the artist’s identity and sense of belonging. TRANSLATION: Granma |
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![]() La Habana, viernes 21 de noviembre de 2008. Año 12 / Número 324 Villa no es solo Lennon VIRGINIA ALBERDI BENÍTEZ La figura sedicente de John Lennon en un parque del Vedado persigue en la vigilia y la realidad a José Villa Soberón. El beatle, no caben dudas, es una de las criaturas escultóricas más famosas del escultor santiaguero. Parejas de enamorados se sientan a la vera del melenudo de bronce y cleptómanos fetichistas han querido una y otra vez apropiarse de los lentes.
Esa no es la única realización famosa de Villa. Con mucho orgullo, los cienfuegueros titularon la noticia de la adjudicación al creador del Premio Nacional de Artes Plásticas 2008 como un lauro merecido por el autor de la estatua del Benny, en el Prado de esa ciudad de geometría impecable.
Otra de sus realizaciones más asediadas es la del Caballero de París frente a la Basílica Menor de San Francisco de Asís, en La Habana Vieja. En ese propio entorno del centro histórico de la capital, Villa emplazó uno de sus más queridos encargos, la estatua de Antonio Gades. En el pórtico del Palacio de Lombillo, el bailaor más grande de nuestra época, inolvidable amigo de los cubanos, contempla el ambiente de una ciudad que lo tiene entre sus más extraordinarios afectos.
Pero no es del Villa hacedor de magníficas y necesarias estatuas del cual quiero hablar, pese a que pienso cómo todavía debieran resaltarse otras obras suyas de idéntica especie, como el conmovedor José Martí que recuerda en la Fragua Martiana al joven que sufrió los rigores de la prisión por su temprana iniciación independentista; o la indómita Mariana Grajales que se alza en la plaza de igual nombre en Guantánamo. Ya en el plano alegórico habría que destacar el mausoleo de los Mártires del 13 de Marzo, en la necrópolis de Colón.
Quiero incitar al lector a descubrir ese otro Villa que ha hecho aportes de consideración a la escultura ambiental, esa que nos es muy necesaria para la calificación del espacio público y el paisaje urbano. Y lo ha hecho dentro y fuera de Cuba, desde la peleadora ciudad de El Alto, en La Paz, hasta un apacible centro citadino en Alemania, sin olvidar cómo en nuestra capital nos damos de bruces con la fuente de la rotonda de la Villa Panamericana sin saber que el autor es José Villa Soberón.
Me detendré en cuatro obras para explicar algunas de las claves de su poética escultórica. En uno de los pasillos laterales de la sede del Banco Financiero Internacional en la Quinta Avenida, de Miramar, a ras del suelo se halla Muralla, que revela una de las constantes de Villa: la búsqueda de la armonía a través del movimiento ondulante. Desde siempre, el escultor ha intentado seducirnos con el tótem como forma primigenia devenida de las ancestrales culturas indoamericanas. Tanto en la pieza sin título que habita en el patio de la Casa Museo Servando Cabrera Moreno (Paseo y 13, Vedado) como en La llave de la torre, originalmente emplazada en la Avenida del Puerto y que forma parte de la colección del Museo Nacional de Bellas Artes, se revela un tratamiento de cortes angulares sumamente sugestivo. Ese juego con la geometría se radicaliza con una connotación metafórica en Chip, una pieza a escala monumentaria que al ser ubicada en la Universidad de las Ciencias Informáticas responde por inducción a la especificidad del campus. No por transitar por los caminos de la abstracción, o la no figuración, esta zona del quehacer de Villa debe quedar relegada en la valoración de su impronta. Se trata de obras donde la audacia creativa se hace acompañar por un manejo muy profundo de argumentos constructivos, que revelan la identidad y sentido de pertenencia del artista. http://www.granma.cubaweb.cu/2008/11/21/cultura/artic01.html |