La
alimentación ideal para cualquier recién nacido es la que la
naturaleza le ofrece: la leche materna, también conocida como
sangre blanca. Sin embargo, muchas familias se lanzan a la
búsqueda de alimento artificial, aun conociendo el valor de la
lactancia materna, porque creen que así el crecimiento del bebé
será más rápido y seguro.
Esta contradicción se remonta a
épocas remotas, como demuestra la aparición de biberones de
barro en tumbas de niños romanos. Los primeros biberones
conocidos fueron cuernos de vaca ahuecados con mamila de ubres
de vaquillas, pero estas se descomponían fácilmente, a pesar de
ponerlas en alcohol. Luego surgieron las mamilas de hule o
teteras y se dio un paso de avance en lo que a higiene respecta.
En el siglo XIX, el temprano
abandono de la lactancia materna estuvo ligado a diferentes
procesos socioeconómicos, como la Revolución Industrial, pues
ante la difícil situación para subsistir muchas madres se veían
obligadas a trabajar lejos de sus hogares, dejando los hijos
pequeños al cuidado de hermanas mayores.
En 1974, un cirujano de Liverpool
llamado William Mossdo planteó que el alimento artificial a
temprana edad causaba cólicos y otros trastornos
gastrointestinales, por lo que a su juicio era muy difícil
hallar un sustituto adecuado al producto materno.
Pero estos criterios chocaban con
intereses comerciales de la llamada era moderna de la
alimentación artificial, iniciada unas décadas atrás, cuando los
primeros sustitutos sintéticos de la leche humana robaron la
atención de médicos y científicos, y por tanto han sido
silenciados o ignorados en muchos países.
Esencia de vida
En
hospitales maternos es común encontrar a recién paridas
atormentadas porque creen que ellas no tendrán leche, o que la
suya no será buena para su bebé. A veces es la misma familia
quien la presiona para que alimente a su criatura con otra leche
que engorde y lo ponga a dormir rápidamente.
Lo cierto es que, salvo pocas
excepciones, toda mujer que pare está en condiciones de
alimentar a su bebé por tiempo indefinido, siempre que tenga
paciencia, aplique una técnica adecuada y cuente con apoyo de su
pareja y familia.
Como toda leche, la humana es una
emulsión de grasas en una solución azucarada que contiene
carbohidratos, lípidos, proteínas, calcio, fósforo y vitaminas,
entre otras sustancias. Las proporciones dependen de las
necesidades de la especie en cada etapa de la vida, e incluso
varían a lo largo del día y de cada «toma».
A partir del tercer trimestre de
gestación, las glándulas mamarias producen una sustancia
conocida como precalostro: un exudado de plasma sanguíneo e
inmunoglobulinas, lactoferrina, seroalbúmina, sodio, cloro y una
pequeña cantidad de lactosa. Este es el antecesor del calostro
que aparece hacia el final del embarazo, líquido de color
amarillo que también contiene lactoferrina y otras células
protectoras como los linfocitos y macrófagos.
Entre el cuarto y el décimo día
de posparto, la madre produce una leche de transición, que
contiene más lactosa, grasas, calorías y vitaminas liposolubles.
La leche madura hace su aparición a partir del décimo día, y
está compuesta por agua en un 90 por ciento: de ahí que los
pediatras insistan en que no es necesario suministrar otro
alimento durante los primeros seis meses de vida. Si el bebé
tiene sed, no necesita agua hervida, sino más pecho, lo que
además proporciona un cariño insustituible.
Esta leche madura es abundante en
lactosa y triglicéridos, que nutren al bebé, y además contiene
ácido linoleico y docoexanoico, con un efecto importantísimo en
el desarrollo y maduración del sistema nervioso central del niño.
Otras proteínas no tienen la
función de nutrir, sino de proteger. Tal es el caso de las
limosinas, factores antimicrobianos no específicos que actúan
contra las enterobacterias y bacterias grampositivas,
responsables de las Enfermedades Diarreicas Agudas (EDA), menos
reportadas entre bebés que se alimentan naturalmente.
Por otro lado, las
inmunoglobulinas como la Ig A secretora tienen entre otras
funciones la de preservar las mucosas y brindar protección local
intestinal contra el Poliovirus y la Echericha Coli, entre otros
agentes patógenos.
La lactoferina es otro de los
compuestos que además de favorecer la absorción del hierro en el
intestino del niño tiene efectos bacteriostáticos frente a los
estafilococos y el hongo Cándida albicans, a los que priva del
hierro que requieren para su crecimiento.
Por tanto, la madre que lacta a
su bebé no solo lo alimenta, sino que además lo protege de los
principales peligros en esa edad y ayuda a su desarrollo
integral.
Génesis de un privilegio
Para que tenga lugar una
lactancia feliz existen reflejos dependientes de la madre y del
niño, y no es ocioso decir que mientras más mama la criatura,
más leche se generará, y más rápido se eliminará la grasa
acumulada para esta función durante el embarazo en caderas y
vientre.
Las terminaciones nerviosas
sensitivas del pezón se estimulan cuando el niño comienza a
succionar. Estos impulsos llegan a través de largas fibras
nerviosas hasta el hipotálamo, y este centro regulador libera la
hormona prolactina desde la hipófisis anterior hasta la sangre,
medio que la transporta hasta la mama, donde potencia el trabajo
de las células productoras de leche.
Algo similar ocurre con la
hormona oxitocina, liberada en la sangre por la neurohipófisis,
lo cual provoca una contracción de las células mioepiteliales,
así como la eyección de leche por los alvéolos, conductos y
senos galactoforos hacia el pezón. Este proceso de interacción
de la prolactina y la oxitocina para mantener la producción de
leche se conoce como galactopoyesis.
Son muchas las opiniones que
priorizan la leche de otros mamíferos antes que la materna por
considerarlas más sanas y nutritivas. Esta creencia, arraigada
sobre todo en zonas rurales, trae como consecuencia serios
trastornos de salud en recién nacidos, que luego son atendidos
en los servicios de urgencia.
La leche de chiva y la de vaca
son las más usadas para sustituir o alternar con la materna
durante los primeros seis meses, período que debería ser de
lactancia exclusiva, en bien de la criatura.
Por cierto, la leche humana es
más pálida que la de otros mamíferos porque contiene menos
proteínas, pero es esa justamente «la dosis exacta» que necesita
el tierno estómago del bebé, y también tiene una carga menor de
sales y nitrógeno para proteger sus riñones.
Curiosamente, la leche humana no
muestra diferencias sustanciales de una raza a otra, lo que sí
ocurre entre los cuadrúpedos: otra razón para aceptar que la
Naturaleza sabe lo que hace y no tiene caso desechar su mejor
producto, ese que toda madre tiene siempre listo y a la mano,
para entrar antes de tiempo en una agotadora batalla entre el
reloj, la esterilización de biberones y la búsqueda de la
química exacta de azúcares y temperatura que satisfaga a un
cliente tan especial.
Pregunte sin pena
M.M.: No he encontrado a
alguien suficientemente interesante para compartir mi
vida. Solo tuve una relación de dos años con un muchacho
que adoraba, pero acabamos al tiempo. Luego me enteré
que es gay. No me disgustó, ni asombró, y eso es lo que
me preocupa. No soy homofóbica. Lo fui un tiempo, pero
ahora no. Hace alrededor de tres meses, decidí acercarme
a un muchacho que me gustaba. Empezamos a salir y poco a
poco se integró a mi familia y amigos. Yo sentí que me
estaba enamorando en serio. Este muchacho es gay, lo
supe desde el principio y no entiendo por qué esto no
constituye un problema para mí. Me encantaría formar una
pareja con él. Teniendo en cuenta que los dos hombres
más importantes en mi vida amorosa son gays me pregunto
si tengo algún problema psicológico. ¿Es esto normal?
Soy ingeniera y tengo 23 años.
Todos nos salimos un poco
de lo que se entiende como normal, pero no del mismo
modo. Esta diferencia otorga un sello particular a cada
uno de nosotros.
Lo importante es que a ti
esta repetición te resulta significativa, apunta a ese
sello distintivo de tu ser que ahora se te presenta como
incógnita. Me parece bien que intentes analizar qué te
lleva a elegir hombres gays para amar. Obviamente algo
en ti condiciona esa selección y conocerlo podría
ayudarte a decidir tu vida amorosa.
Por lo que dices, la
homosexualidad más que distanciarte, parece cautivarte.
Solo en estos gays has encontrado lo «suficientemente
interesante» que buscas. No nos comentas la postura de
este joven respecto a la idea de formar una pareja
contigo.
«Gays» en un término con
el cual muchos homosexuales prefieren nombrarse a sí
mismos. Quieres formar una pareja con quien, al asumirse
como gay, debe preferir a otros hombres en su intimidad
erótica, no a una mujer. Y justamente así te encuentras
seducida.
Resulta atinado consultar
un especialista como has hecho ahora. Solo que es
preciso continuar en una consulta sistemática hasta
encontrar tus respuestas.
Mariela Rodríguez Méndez,
Master en Psicología Clínica, Consejera en ITS y VIH/SIDA.
Psicoanalista |