CHE GUEVARA EN EL MAYO FRANCÉS
Por Manuel E. Yepe

Me parece absolutamente justa la asimilación del fenómeno Che Guevara al conjunto de acontecimientos que conmovieron al mundo en el año posterior al de su asesinato.

¿Cómo separar la imagen y las ideas del Che de la explosión estudiantil de 1968 - conocida genéricamente como el “mayo francés” porque en Francia desembocó en una huelga general de 9 millones de trabajadores, la más grande de la historia del movimiento obrero- que se extendió a muchos otros países industrializados europeos?

La consigna más reiterada en los lemas y escritos sobre las paredes que identificaban al movimiento estudiantil que pretendió entonces revolucionar a la sociedad francesa era la recomendación del Che sintetizada en la frase "Seamos realistas: hagamos lo imposible".

La imagen fotográfica del Che con el cabello revuelto bajo su boina negra adornada con una estrella, alcanzó celebridad en las manifestaciones contra el imperialismo y el orden represivo y autoritario capitalista que inundaron entonces las calles de París, Berlín, Roma y otras ciudades europeas.

Las protestas estudiantiles que tenían lugar en muchas de las grandes urbes del planeta contra la guerra de Estados Unidos en Vietnam -que en marzo del 68 sumó a sus crímenes la atroz masacre de My Lai- se hacían eco de otra consigna del Che, la de "crear dos, tres… muchos Vietnam", proclamada dos años antes en su mensaje a la Organización de Solidaridad de los Pueblos de Africa, Asia y América Latina (Tricontinental), desde el lugar donde ya combatía fuera de Cuba.

La radical revolución cubana, que tenía lugar en una región donde proliferaban, en la década de los 60, dictaduras de derecha apoyadas por Washington, constituía paradigma del curso a seguir por el movimiento estudiantil de izquierda de todo el mundo para resistir al imperio estadounidense, cada cual adaptándolo a sus circunstancias específicas.

Además, para una buena parte de la intelectualidad y los estudiantes de la izquierda europea, Cuba representaba una alternativa no ortodoxa, creativa y original, al burocratizado "socialismo real" de la Unión Soviética y sus vecinos integrantes del Pacto de Varsovia.

Para un intelectual, es absolutamente imposible no ser pro-cubano –decía en enero de 1968 Jean Paul Sartre en una entrevista para la revista Le Point sobre “El papel del intelectual frente a la revolución” que reprodujo la revista cubana Pensamiento Crítico en su número 21 del propio año 1968.

Según Sastre, “Fidel partió de una oposición a Batista y, a través de la propia radicalización de su acción, pronto descubrió, detrás de Batista, la fuerza del ejército y, luego, detrás de este último, la fuerza norteamericana. La lógica de la radicalización es implacable…”

Aludiendo a aseveraciones contrarrevolucionarias de que el Che había aconsejado la guerra de guerrillas en Francia, en la propia entrevista de enero de 1968, Sartre denunció: “Es absurdo, jamás pudo haber dicho eso porque Guevara sabía muy bien que la situación de los países industrializados no requiere la guerrilla como condición revolucionaria… El castrismo no tiene nada que darnos, salvo el ejemplo de una radicalización.”

En enero de 1968, cientos de intelectuales europeos viajaron a Cuba para asistir al Congreso Cultural de La Habana, en el que Fidel criticó duramente el estancamiento de las ideas revolucionarias en el campo socialista. “Porque no puede haber nada más antimarxista que el dogma, no puede haber nada más antimarxista que la petrificación de las ideas. Y hay ideas que incluso se esgrimen en nombre del marxismo que parecen verdaderos fósiles. Porque el marxismo necesita desarrollarse, salir del anquilosamiento, interpretar con sentido objetivo y científico las realidades de hoy, comportarse como una fuerza revolucionaria y no como una iglesia seudo revolucionaria”.

Al expresar su satisfacción por los resultados de ese encuentro de intelectuales, el líder de la revolución cubana señaló: “Hemos visto también cómo el ejemplo del Che, su actitud, su conducta, su honestidad, su limpieza, presidían, inspiraban muchas de las resoluciones de este Congreso.”

A su regreso a Europa, los intelectuales difundieron vibrantes testimonios de sus experiencias en Cuba que tuvieron un fuerte impacto en la juventud izquierdista europea.

Los intelectuales ensalzaron los avances revolucionarios en Cuba, su pluralismo cultural y el énfasis en los estímulos morales en detrimento de los incentivos materiales, para crear el "hombre nuevo" con que soñara el Che Guevara.

El entusiasmo procubano estaba muy vivo en mayo de 1968, cuando se produjeron las revueltas estudiantiles en París y otras capitales europeas y así se mantuvo hasta que se produjo el inesperado apoyo de Cuba a la invasión de Checoslovaquia por tropas soviéticas en agosto del propio año que llevó a gran parte de la intelectualidad de izquierda europea a retirar su solidaridad con Cuba.

Es preciso tener en cuenta que, en Francia, la rebelión estudiantil de mayo de 1968 no sólo se dirigía contra el imperialismo, la sociedad de consumo, los excesos autoritarios y represivos del Estado burgués y la falta de democracia en el sistema educativo. También planteaba exigencias relativas a la ecología y acerca de libertades morales cotidianas, sobre todo en materia de sexualidad, catalizadoras de la extensión actual de las ideas de igualdad de la mujer y emancipación de los homosexuales.

Estos últimos objetivos no habían alcanzado entonces un nivel de maduración, ni de preeminencia, en el proceso revolucionario cubano que, aunque mucho más avanzado en el orden de los logros políticos, vivía un momento social de prejuicios machistas y otros lastres propios del subdesarrollo, diferente del que vivía la izquierda europea. Estas circunstancias fueron bien aprovechadas por los enemigos de la revolución en Europa para minar la solidaridad y desprestigiar a la Isla en el viejo continente, especialmente entre los pensadores y estudiantes progresistas.

Algo parecido podría decirse respecto a la posición de asumida por Cuba ante la invasión soviética de Checoslovaquia, que no obstante ser de censura por la violación del derecho internacional que constituía ese acto, había provocado un giro positivo en las relaciones cubano-soviéticas.

Las fuerzas de derecha entre los intelectuales y estudiantes europeos centraron su fuego en el hecho de que Cuba no se sumó al coro contrarrevolucionario de censura liderado por Washington. Obviaban que, en la evaluación de los acontecimientos, Fidel Castro enjuició con mucha severidad los factores que propiciaron lo que calificó como “un acto que entrañaba una violación de principios legales y normas internacionales que, puesto que han servido muchas veces de escudo de los pueblos contra las injusticias, son altamente apreciados en el mundo.”

En el ya citado discurso en la clausura del Congreso Cultural de La Habana de enero de 1968, ante algunos de los intelectuales que encabezarían cuatro meses mas tarde los acontecimientos del mayo francés, el Presidente Fidel Castro dijo, en homenaje a su fiel compañero de luchas revolucionarias: “Será difícil encontrar un hombre igual que él; será difícil encontrar un revolucionario más puro que él, más consecuente que él, más íntegro que él, más ejemplar que él. Y cuando se nos quiera poner un ejemplo de lo que es y lo que debe ser un revolucionario, ¿acaso puede haber un ejemplo mejor que el suyo? ¿Quiénes fueron los que enarbolaron su nombre en Europa, los que levantaron y enaltecieron su ejemplo? ¿Quiénes fueron los que se movilizaron, pintaron letreros y organizaron actos en toda Europa? Fueron hombres y mujeres honestos, sensibles, los que tuvieron la actitud de asimilar, de comprender, de admirar, de hacer justicia; frente a los que se preguntan por qué murió el Che Guevara, frente a los que son incapaces de comprender y que no comprenderán jamás por qué murió, ni serán capaces jamás de morir como él, ni de ser revolucionarios como él.”

Julio de 2008 Caracteres + espacios 7961 Caracteres – espacios 6701 Palabras: 1256 Líneas: 130