DESCONECTADOS DE LA REALIDAD
Por Manuel E. Yepe
"La política norteamericana
hacia Cuba ha perjudicado a los Estados Unidos casi tanto como ha dañado a Cuba.
Las demás naciones de Latinoamérica se alinean con Cuba y se indisponen contra
los Estados Unidos por la naturaleza extremista de la política estadounidense,
así como por la enorme brecha entre sus pronunciamientos y sus acciones".
Así opina un profesor norteamericano que ha podido visitar Cuba en varias
ocasiones, en un mensaje que me envía. Omito su nombre para no ayudar a las
muchas entidades estadounidenses que se dedican a perseguir y reprimir a los
viajeros del país más poderoso del planeta que osan visitar la pequeña isla del
mar Caribe.
"Estaba con mi padre, mi hermano y mi esposa en California en los días del
anuncio de que Fidel Castro no aspiraría ni aceptaría la reelección en el cargo
de Presidente de Cuba por sus problemas de salud y los tres sufrimos gran
desinformación a causa de lo que transmitían las cadenas y escribían los
periódicos en este país. Las cadenas CNN y FOX fueron sumamente ofensivas y
desinformantes sobre Cuba. Un entrevistado muy erudito fue la única excepción.
Ofreció un detallado análisis del fracaso de la política hacia Cuba
estadounidense. El conductor preguntó, retóricamente, si habría celebraciones en
los países latinoamericanas y respondió que en Latinoamérica había un criterio
muy positivo sobre Fidel Castro y la revolución cubana, y observó la gran
cantidad de médicos que prestan servicio en América Latina gracias a los
programas de Cuba. El conductor no se mostró interesado por continuar con el
tema y dio por concluida la conversación", señala el profesor amigo de Cuba en
su mensaje.
La guerra mediática contra Cuba que ha venido librando la élite del poder
estadounidense durante el último medio siglo no ha logrado disminuir el
prestigio y respeto global por el proceso de cambios revolucionarios que lleva a
cabo la isla.
Mucho menos ha podido acallar el movimiento mundial de solidaridad con Cuba,
pero ha dejado como secuela una evidente incapacidad en sus promotores para ver
la realidad, incluso, cuando ella pudiera convenir a sus propios intereses.
Al menos eso es lo que trasluce de algunas posiciones que asumen los aspirantes
a ser candidatos a la presidencia de los Estados Unidos cuando el tema de la
política hacia Cuba llega a debate.
En los medios de prensa de los Estados Unidos se habla del aislamiento de Cuba
como si realmente hubiera al menos una pizca de verdad en tal afirmación. Hablan
del repliegue de Cuba o de las ideas que ella defiende como si no fuera cierto
todo lo contrario, en un continente donde cada vez son más los países cuyos
pueblos ya solo eligen dirigentes inconvenientes para Washington, cuando tienen
la posibilidad real de escoger.
Durante un reciente debate entre los aspirantes a la nominación presidencial
demócrata, el senador Barack Obama afirmó que él estaría dispuesto a sostener
conversaciones sin precondiciones con el recién electo Presidente cubano, Raúl
Castro.
La senadora Hillary Clinton no estuvo de acuerdo y enfatizó que ella exigiría
determinadas condiciones al gobierno de Cuba antes de participar en tales
conversaciones.
Al día siguiente el casi seguro candidato republicano, senador John McCain, se
identificó con la calificación de flojo e ingenuo que la Clinton asignó a Obama
por lo que había dicho de Cuba y recitó un rosario de demandas exigibles a Cuba
antes de conversar.
¿Qué decir de la posición que recomienda el actual mandatario, George W. Bush?
Cuando se le preguntó en una conferencia de prensa en la Casa Blanca qué se
perdería con una reunión, Bush contestó:
Es que "sentarse a la mesa, sacarse una foto con un tirano como Raúl Castro,
resta nivel a la presidencia y nivel a nuestro país. Él gana un montón al decir
miren, estoy siendo reconocido por el presidente de Estados Unidos… Daríamos
gran nivel a aquellos que han reprimido los derechos y la dignidad humana",
sostuvo el genocida de Irak, responsable y defensor de los métodos de tortura de
prisioneros que aplica su gobierno y presidente más repudiado por la ciudadanía
en la historia de su país.
¿Se quiere algo más lejano de la realidad?
Quienes debían estar temiendo las condiciones que Cuba podría exigir para el
diálogo, muestran desinformación o falta extrema de ética, demandando del
ofendido las disculpas.
Es evidente que la parte cubana pudiera rechazar toda plática sin que antes se
levanten el cincuentenario bloqueo económico y las prohibiciones a los
ciudadanos estadounidenses de viajar a Cuba; o que se desmantele la base militar
de Guantánamo que EEUU impuso a Cuba hace un siglo y se devuelva esa parcela del
territorio cubano a su legítimo dueño; o que sean liberados los cinco luchadores
antiterroristas cubanos encarcelados injustamente desde hace 10 años; o que se
sancione a los culpables de crímenes terroristas horrendos contra Cuba que hoy
viven impunes en los Estados Unidos, entre otras legítimas reclamaciones.
En muestra de solidaridad con el pueblo norteamericano, Cuba podría demandar,
como requisito para los contactos, que Estados Unidos modifique radicalmente su
sistema electoral, capaz de llevar a la presidencia en dos ocasiones a un
candidato que no obtiene la mayoría de los votos y que termina contando con
menos del 30% de la aprobación de la ciudadanía sin ser removido o interpelado.
Cuba podría también exigir que se brinde atención médica y educación de la misma
calidad a toda la población estadounidense, sin diferencias determinadas por la
solvencia económica.
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