El siglo de las
luces cayó en mis tierras americanas como música para la
libertad. Hidalgo ya era bastante viejo para la lucha, pero ¿quién
dice que para amar y construir se es demasiado viejo jamás? Con
Allende y Abasolo y un grupo de jóvenes valientes decidió que la
Patria Mexicana tiene demasiado empeño para no ser libre. Que ya
en Francia se habían librado del Rey y de su cabeza y México era
de los mexicanos y no de España, que fue incapaz de liberarse de
su propio rey. Así nació aquella mañanita de septiembre el
camino de la revolución en el México irredento.
Si existe un país
autóctono que logró mantener sus tradiciones, donde los hombres
guardan todavía aquellos recuerdos en la piel de cuando eran
felices, ese es México. Taciturno e inmenso como sus volcanes,
México está a punto de estallar.
Empezó desde el
inicio a dar batalla en la misma conquista. Al llegar Cortés se
encontró una cuidad luz que no tenía nada que envidiarle a las
bellas ciudades europeas ni el valor de sus hombres a los
soldados españoles.
El grito de Dolores
le confirió la mayoría de edad a ese pueblo nuevo que no
necesitó ayuda de nadie para liberarse de una monarquía entupida
y sórdida, sólo procuró del valor de sus hombres y del amor de
sus mujeres.
La historia de México
es imprescindible para entender al mundo. Coexisten sin
detrimento las antiquísimas costumbres y el modernismo más
audaz. El que haya visitado esa cuidad misteriosa una sola vez
la sigue necesitando para siempre.
En México el color es
protagonista de todo, de las comidas, de los vestidos, del
lenguaje musical y de sus albures. Tengo la premonición que no
logro explicar bien, que cuando México despierte vamos a
despertar todos. México es la Frontera de Nuestra América con
los Estados Unidos, frontera que el gobierno norteamericano
establece con una rudeza inconcebible. Por el solo hecho de
robar más de la mitad de su territorio deberían los Estados
Unidos ser más tolerantes con esa nación que levanta con sus
manos y su sudor el País del Norte.
¡José Martí no se
cansó de adorarlo! En una crónica sobre ese país decía entre
frases gloriosas y sentidas que "ya los mexicanos sabrían amar
cuando los europeos se desplomaban en las guerras" y "que ya
hablaban de la Vía Láctea como del camino al espíritu" y "ya
decían que a diferencia de lo que dijeron los hebreos, hombre y
mujer nacieron juntos y no uno del barro y la otra de un hueso".
"El doblegamiento de la América prehispánica fue robarle una
página al Universo", sentenció
Y entonces, ahora ¿dónde
está ese México libre y pasional que nos envuelve con su
incontenible espíritu de combate? No, esta vez no está en Los
Pinos.
Está en el alma de
mestizos y en el rebozo sus mujeres. Porque México es un país de
revolución. Pertenece a la elite de pueblos revolucionarios. Con
Francia, Haití, Cuba Estados Unidos y otros pocos más. El actual
gobierno mexicano le está extirpando el aire a México con un
servilismo a los yankees que ofende los recuerdos sagrados de
Don Benito y Don Lázaro que no se contuvieron hasta devolver los
tesoros a sus dueños auténticos.
Los últimos
incidentes con Cuba, la ruptura de relaciones diplomáticas fue
protagonizada por cualquier otro, pero nunca por un auténtico
mexicano. Fox podrá andar a caballo en su rancho millonario,
podrá ponerse sombrero de ala ancha o podrá beber el
inconfundible tequila, pero nunca será un mexicano. México no
toleró ser colonia, no toleró emperadores europeos, no toleró a
los dictadores. De igual manera México no tolerará el raquitismo
gubernamental. ¡Esperad que los volcanes hablen! Una sola chispa
de lava encenderá ese país y llenará de almas el temerario
Zócalo. Y cuando ese día llegue América empezará a ser libre.
Refiriéndose a los
apuntes que un pintor norteamericano hiciese en un viaje por
México subrayó el Apóstol cubano: "No se paró a ver lo que
México ha vencido ni a medir el esfuerzo por los obstáculos que
se le ponían, ni a calcular lo que va a vencer con el empuje
acumulado. No vio el trabajo titánico de sus hombres nuevos para
sacar los brazos con la libertad en salvo, por encima de las
torres de las iglesias; ni la fatiga heroica de la generación
liberal que lleva a cuestas el país resucitado, sin detenerse
más que para apartar de sí las manos que se asen desde la sombra
a la chaqueta de cuero"
Desde siempre, los
del Norte estuvieron confundidos con el gigante México que
elevará su vuelo para la resurrección de América.
Como cubana
revolucionaria junto hoy las manos recordando la bandera del
águila vencedora y agradezco a ese pueblo por contener al mejor
amigo de José Martí, al cual le confió sus documentos
invaluables. México dio espacio para la brillante carrera
política de nuestro Julio Antonio Mella, que se integró a ese
país con fervor total y donde escribió sus más hermosos
trabajos. Fue en México donde este baluarte del comunismo
internacional dijo
"Muero por la
revolución". México recibió a Fidel cuando tenía que preparar la
guerra necesaria, la última de ellas. Un mexicano bondadoso le
vendió el yate Granma, creo que no cobra todavía su dinero a no
ser los millones de besos de mis compatriotas. El yate Granma
sólo podía salir de México. Y además en México he amado como no
creo que lo vuelva a hacer.
Los últimos
acontecimientos, las marchas multitudinarias me hacen olvidar el
dolor de las actitudes del que por horror a la corrupción de sus
partidos, sentó el pueblo mexicano en la silla presidencial.
Parece que poco a poco ese pueblo, que es mi pueblo comienza a
exigir altura de pecho a sus gobernantes. Y por ahí anda su
alcalde que puede convertirse en un verdadero líder de América o
en su defecto, el peor de los hombres. Su valentía, su
compromiso y decoro decidirán a última instancia si merece o no
participar con México en su porvenir.
Pero México renovará.
Por más telenovelas de niñas ricas engomadas o comerciales
banales, no podrán vencer a sus mujeres hermosas, su música, su
poesía donde parece que el machismo se sostiene por hombres de
verdad, tan hombres que se quiebran ante una palabra de amor.
Los murales de Diego donde parece que vuelve a nacer el mundo
con esa inmensidad y la frágil Frida de pasión inconfundible.
Esa leyenda de México
no nos la van a robar. Pero para eso necesitamos gritar más,
gritar el 15, el 16 el 17 y todos los días. El grito del padre
Hidalgo fue el grito del pueblo del bellísimo Guanajuato. ¡Fue
nuestro grito! Y desde ahora en adelante México girará a la
izquierda para no enderezarse jamás. Y que Moctezuma, Hidalgo,
Don Benito, Madero, Zapata, Villa, los cadetes de Chapultepec,
Don Lázaro, los invencibles estudiantes del 68 y tantos y tantos
que no nos alcanzan las palabras, empiecen a gritar desde sus
siglos y sus tumbas. América gritará junto a ellos.
Y la ¿revolución
mundial? La revolución le debe a México su propia supervivencia.
La consecuencia inigualable de Don Lázaro Cárdenas no sólo
recuperó la vergüenza que parecía se perdía en México, sino que
le abrió las puertas a León Trotsky cuando nadie tuvo el valor
de hacerlo. En México se escribieron varios de los libros más
importantes del mejor leninista, y desde allí se empezaron los
intentos de retomar la Internacional. Allí yace el gran
revolucionario ruso.
Si algún día salimos
de la estupidez de los sectarismos y la atomización de nuestros
partidos, propondría que allí en México, en el pintoresco
Coyoacán, se hiciera el primer consenso de los comunistas del
mundo, para el cual hemos tardado mucho en reaccionar. Allí
donde único no dejó de ondear esa bandera roja que cargan mis
hermanos mexicanos cada 2 de Octubre. En México comenzará pues
la revolución.
Los revolucionarios
mexicanos tienen ante sí una gran responsabilidad. Hay que
fundirse con el pueblo y gritar con él sus consignas, ya que
allí encontraremos la verdad que nos ha ido faltando en los
últimas décadas.
El premio
Internacional Benito Juárez se le otorgó al líder venezolano
Hugo Chávez por "haber sido ratificado en su cargo por su pueblo
varias veces y por sus programas de acciones revolucionarias en
el campo de la educación, la cultura, la educación, salud y
vivienda. Y por haber recuperado los bienes de su pueblo" En
unos años deberíamos tener a un mexicano con este premio
internacional.
Nos dice Martí:
"La han levantado de
sobre un cesto de hidras, con brazos que esplenderán en el
futuro como columnas de luz, un puñado de hombres gloriosos..."
(...)" ¿Qué civilización heredó México, cuando ya tenía el brío
necesario para declararse libre?"
"¡Más ha hecho México
en subir donde está, que los Estados Unidos en mantenerse
decayendo, de donde vinieron!"
Así será. Y cuando
esto ocurra volverán a llenarse los campos y cerros mexicanos de
sus hombres y mujeres Y será el inicio de la gran revolución que
tantos esperamos.
En ese momento
compañeros, no duden de que estaré a vuestro lado alzando
vuestra bandera que será la bandera del mundo como el más feroz
de los guerreros o incluso como la más ardiente soldadera.
¡Viva la
independencia revolucionaria del México lindo y querido que
todos los americanos estamos necesitando! |