What I
am going to reveal here will irritate or scandalize those who do not
like Cuba or Fidel Castro. That does not worry me. If you do not see the
light of the star in the darkest night, it is not the star's fault; but
yours.
Because of my book, Church: Charisma and Power, in 1985, then Cardinal Joseph Ratzinger subjected me to «obsequious silence». I accepted the sentence, and quit teaching, writing and speaking in public. Months later, I was surprised to receive an invitation from Commandant Fidel Castro, asking me to spend two weeks with him on the Island, during his vacation. I accepted immediately, because I saw an opportunity to resume the critiquing dialogues that we had enjoyed several times previously, together with Frei Betto.
I headed to Cuba, and reported to the Commandante. In my presence, he immediately called the Apostolic Nuncio with whom he had cordial relations, and said to him: «Eminence, here is Brother Boff, who will be my guest for two weeks. As I am disciplined, I will not allow him to talk with anyone, nor give interviews, this way he will observe what the Vatican wants of him: obsequious silence. I will see to it that that is respected.» And so it was.
During those two weeks, whether by car, airplane or ship, he showed me the whole Island. Simultaneously, with total freedom, we conversed about a thousand topics: politics, religion, Marxism, revolution and also critiques of the deficiencies of democracy.
The nights were devoted to long meals, followed by serious discussions that often lasted into the early morning. Some times until 6 a.m. Then, he would stand up, stretch, and say:«now I am going to swim for some 40 minutes; and after that, I will go to work.» I would write down what we had talked about and then, go to sleep.
Some topics of our fellowship seem relevant to me. First of all, Fidel's persona. He is larger than the Island. His Marxism is more ethical than political: how to do justice to the poor? Then, there is his knowledge of the theology of liberation. He has read a mountain of books, all of them with notes, lists of terms and of doubts that he would clarify with me. I once told him: «If Cardinal Ratzinger understood half of what you understand of the Theology of Liberation, my personal destiny and the future of this theology would be very different.» And in that context, he confessed: «I am ever more convinced that no Latin American revolution will be true, popular and triumphant, if it does not incorporate the religious element.» Perhaps due to this conviction, he had practically forced Frei Betto and myself to give successive lessons on religion and Christianity to the whole second echelon of Government; some times, with all the ministers present. Those courses were decisive for the Government in dialoguing and coming to a sort of «reconciliation» with the Catholic Church and all the other religions in Cuba.
Finally, there was his confession: «I was an intern with the Jesuits for several years; they gave me discipline but did not teach me how to think. In jail, reading Marx, I learned to think. Due to the Northamerican pressure I had to make a rapprochement to the Soviet Union, but if I had had at that time a theology of liberation, I would most certainly had embraced it and applied it in Cuba.» And he finished: «If one day I return to the faith of my childhood, it will be by the hands of Brother Betto and Brother Boff» We reached moments of such solidarity that we could have easily prayed the Our Father together.
I had written 4 thick notebooks about our dialogues, but in Rio de Janeiro my car was attacked, and they took everything. The book I had imagined can never be written, but I treasure the memory of the unforgettable experience of a Head of State, worried about the dignity and the future of the poor.
08-11-2006
Free
translation from the Spanish sent
by
volar_2004@yahoo.com.ar, served by
contacto@servicioskoinonia.org; done at
REFUGIO DEL RIO GRANDE, Texas
Estoy
enviando un articulo-testimonio de mis largas conversaciones con
Fidel Castro The original
in Portuguese:
**************************************** Now in
Spanish:
Lo que voy publicar aquí va
a irritar o a escandalizar a aquellos a
quienes no les gusta Cuba o Fidel Castro.
Eso no me preocupa. Si no ves el brillo de
la estrella en la noche oscura, la culpa no
es de la estrella sino tuya.
En 1985 el entonces
cardenal Joseph Ratzinger me sometió,
por causa del libro Iglesia: carisma y
poder, a un «silencio obsequioso». Acogí
la sentencia, dejé de enseñar, de
escribir y de hablar en público. Meses
después fui sorprendido con una
invitación del Comandante Fidel Castro,
pidiéndome pasar 15 días con él en la
Isla, durante sus vacaciones. Acepté
inmediatamente pues veía la oportunidad
de retomar diálogos críticos que junto
con Frei Betto habíamos entablado varias
veces anteriormente.
Puse rumbo a Cuba. Me
presenté al Comandante. Él, delante
de mí, telefoneó inmediatamente al
Nuncio Apostólico con el que
mantenía relaciones cordiales y le
dijo: «Eminencia, está aquí fray
Boff; va ser mi huésped durante 15
días. Como soy disciplinado, no
permitiré que hable con nadie ni dé
entrevistas, así observará lo que el
Vaticano quiere de él: silencio
obsequioso. Velaré para que se
respete. Y así fue.
Durante 15 días,
ya fuera en carro, en avión o en
barco me mostró toda la Isla.
Simultáneamente al viaje corría
la conversación, con la mayor
libertad, sobre mil asuntos de
política, de religión, de
ciencia, de marxismo, de
revolución y también críticas
sobre el déficit de democracia.
Las noches se
dedicaban a una larga cena,
seguida de conversas serias
que a solían llegar hasta
bien entrada la madrugada. A
veces hasta las 6 de la
mañana. Entonces se
levantaba, se estiraba un
poco, y decía: «ahora voy a
nadar unos 40 minutos y
después voy a trabajar». Yo
iba a anotar lo conversado y
después, a dormir.
Algunos
puntos de aquella
convivencia me parecen
relevantes. Primero, la
persona de Fidel. Es más
grande que la Isla. Su
marxismo es ético más
que político: ¿cómo
hacer justicia a los
pobres? Después, su buen
conocimiento de la
teología de la
liberación. Había leído
una montaña de libros,
todos anotados con
listas de términos y de
dudas que aclaraba
conmigo. Llegué a
decirle: «si el Cardenal
Ratzinger entendiese la
mitad de lo que entiende
usted sobre teología de
la liberación, bien
diferente sería mi
destino personal y el
futuro de esta teología».
Y en ese contexto
confesó: «Cada vez me
convenzo más de que
ninguna revolución
latinoamericana será
verdadera, popular y
triunfante si no
incorpora el elemento
religioso». Tal vez por
causa de esta convicción
prácticamente nos obligó,
a Frei Betto y a mí, a
dar cursos sucesivos de
religión y de
cristianismo a todo el
segundo escalón del
Gobierno y, en algunos
momentos, con todos los
ministros presentes.
Esos verdaderos cursos
fueron decisivos para
que el Gobierno llegase
a un diálogo y a una
cierta «reconciliación»
con la Iglesia Católica
y demás religiones en
Cuba.
Para
terminar, una
confesión suya: «Estuve
interno en los
jesuitas varios años;
me dieron disciplina
pero no me enseñaron
a pensar. En la
cárcel, leyendo a
Marx, aprendí a
pensar. Por causa de
la presión
estadounidense tuve
que acercarme a la
Unión Soviética,
pero si hubiese
tenido en aquel
tiempo una teología
de la liberación,
seguramente la
habría abrazado y
aplicado en Cuba». Y
remató: «Si un día
vuelvo a la fe de mi
infancia, volveré de
la mano de fray
Betto y de fray Boff».
Llegamos a momentos
de tanta sintonía
que sólo nos faltaba
rezar juntos el
Padrenuestro.
Yo había escrito
4 gruesos
cuadernos sobre
nuestros
diálogos, pero
en Río asaltaron
mi carro y se
llevaron todo.
El libro
imaginado jamás
podrá ser
escrito, pero
guardo en mi
memoria una
experiencia
inolvidable de
un Jefe de
Estado
preocupado por
la dignidad y el
futuro de los
pobres.
Un abrazo
Lboff
Leonardo Boff
Teólogo
Os
80 anos de Fidel: confidências
O que vou publicar aqui vai irritar ou escandalizar os que não
gostam de Cuba ou de Fidel Castro. Não me importo com isso. Se
não vês o brilho da estrela na noite escura, a culpa não é da
estrela mas de ti mesmo.
Em 1985 o então Card. Joseph Ratzinger me submeteu, por causa do
livro "Igreja: carisma e poder", a um "silêncio obsequioso".
Acolhi a sentença, deixando de dar aulas, de escrever e de falar
publicamente. Meses após fui surpreendido com um convite do
Comandante Fidel Castro, pedindo-me passar 15 dias com ele na
Ilha, durante o tempo de suas férias. Aceitei imediatamente pois
via a oportunidade de retomar diálogos críticos que junto com
Frei Betto havímos entabulado anteriormente e por várias vezes.
Demandei a Cuba. Apresentei-me ao Comandante. Ele imediatamente,
à minha frente, telefonou para o Núncio Apostólico com o qual
mantinha relações cordiais e disse:"Eminência, aqui está o Fray
Boff; ele será meu hóspede por 15 dias; como sou disciplinado,
não permitirei que fale com ninguém nem dê entrevistas, pois
assim observerá o que o Vaticano quer dele: o silêncio
obsequioso. Ei vou zelar por essa observância". Pois assim
aconteceu.
Durante 15 dias seja de carro, seja de avião. seja de barco me
mostrou toda a Ilha. Simultaneamente durante a viagem, corria a
conversa, na maior liberdade, sobre mil assuntos de política, de
religião, de ciência, de marxismo, de revolução e também
críticas sobre o deficit de democracia.
As noites eram dedicadas a um longo jantar seguido de conversas
sérias que iam madrugada a dentro, às vezes até às 6.00 da manhã.
Então se levantava, se estirava um pouco e dizia:"agora vou
nadar uns 40 minutos e depois vou trabalhar". Eu ia anotar os
conteúdos e depois, sonso, dormia.
Alguns pontos daquele convívio me parecem relevantes. Primeiro,
a pessoa de Fidel. Ela é maior que a Ilha. Seu marxismo é antes
ético que político: como fazer justiça aos pobres? Em seguida,
seu bom conhecimento da teologia da libertação. Lera uma motanha
de livros, todos anotados, com listas de termos e de dúvidas que
tirava a limpo comigo. Cheguei a dizer: "se o Card. Ratzinger
entendesse metade do que o Sr. entende de teologia da libertação,
bem diferente seria meu destino pessoal e o futuro desta
teologia". Foi nesse contexto que confessou: "Mais e mais estou
convencido de que nenhuma revolução latino-americana será
verdadeira, popular e truinfante se não incorporar o elemento
religioso". Talvez por causa desta convicção que praticamente
nos obrigou a mim e ao Frei Betto a darmos sucessivos cursos de
religião e de cristianismo a todo o segundo escalão do Governo
e, em alguns momentos, com todos os ministros presentes. Esses
verdadeiros cursos foram decisivos para o Governo chegar a um
diálogo e a uma certa "reconciliação" com a Igreja Católica e
demais religiões em Cuba. Por fim uma confissão sua: "Fui
interno dos jesuitas por vários anos; eles me deram disciplina
mas não me ensinaram a pensar. Na prisão, lendo Marx, aprendi a
pensar. Por causa da pressão norte-americana tive que me
aproximar da União Soviética. Mas se tivesse na época uma
teologia da libertação, eu seguramente a teria abraçado e
aplicado em Cuba." E arrematou:"Se um dia eu voltar à fé da
infância, será pelas mãos de Fray Betto e de Fray Boff que
retornarei". Chegamos a momentos de tanta sintonia que só
faltava rezarmos juntos o Pai-Nosso.
Eu havia escrito 4 grossos cadernos sobre nossos díálogos.
Assaltaram meu carro no Rio e levaram tudo. O livro imaginado
jamais poderá ser escrito. Mas guardo a memória de uma
experiência iniqualável de um chefe de Estado preocupado com a
dignidade e o futuro dos pobres.
Leonardo Boff e autor de Virtudes para um outro mundo possivel (três
tomos) pela Vozes de Petrópolis.
Los 80 años de Fidel: confidencias
2006-08-11