By Manuel E. Yepe
http://manuelyepe.wordpress.com/
Exclusive for the daily POR ESTO! of Merida, Mexico
Translated and edited by Walter Lippmann for CubaNews.
Sad is the situation that Puerto Ricans are going through. The island was recently devastated by a deadly hurricane that crossed its entire length. Hovering over it, sharpened vehemence, is another phenomenon, one more criminal, prolonged and bloody. its condition of being a colony of the United States..
The Federal Agency for Emergency Management (FEMA) has bureaucratically hindered the distribution of aid that has been able to reach Puerto Rico. There are reports that claim that most of the aid for the disaster is still on the docks of San Juan, the capital.
Fifty percent of the population still lacks access to drinking water. The power grid is so damaged that 85 percent of the population still does not have electricity. The lack of fuel and energy hinders the functioning of hospitals and puts at risk the lives of the most vulnerable: children and the elderly. The death rate is increasing, especially in rural areas.
In the midst of the greatest devastation on the island, due to the passage of Hurricane Maria, Puerto Ricans were severely offended when President Trump blamed them for the humanitarian crisis the island was facing.
“Texas and Florida are doing very well, but Puerto Rico, which already suffered from a damaged infrastructure and massive debt, is in trouble,” Trump wrote in his Internet account, comparing the rapid recovery of two of the nation’s major states hit by hurricanes. In the process of degradation that affected them, with the tragedy suffered by their country in the Caribbean because of the most violent hurricane in Borinquen history, with sustained winds of 155 mph (250 km/h).
Trump’s angry reaction to the atrocious humanitarian crisis in Puerto Rico exacerbated by the meteorological phenomenon in the conditions of a country deeply hurt by decades of colonialism and neoliberal policies, has created an explosive situation.
Puerto Rico currently has a debt of $73 billion to its creditors, which is equivalent to the total of its GDP. The commonwealth officially is in default (unable pay the debt). Neither the US government nor the International Monetary Fund (IMF) have presented any solution.
In reality, the country’s debt began to grow in the 1970s. Its economy, since the middle of the last century, was based mainly on the pharmaceutical industry. But with the appearance of the maquiladoras in Mexico and Asia, this sector has been moving to those regions in search of cheaper labor and higher productivity.
Currently, the official unemployment rate in 16 municipalities is 20 percent and in 61 others it exceeds 12 percent, although in reality the real unemployment rate is much higher than the official rate. Some 45 percent of the island’s 3.5 million people live in poverty and 83 percent of children live in poor areas. In a desperate act, last may Governor Rosselló cut the budget by $674 million dollars. This affected the health care system, education, various social programs and the University of Puerto Rico. As a result of the economic crisis, 144,000 Puerto Ricans left the island in search of employment.
Puerto Rico and Cuba have shared destinies as Spanish colonies. Their emancipatory struggles were interrupted by an opportunistic US intervention that sought to adjudge the remnants of the Spanish colonial empire in disgrace. Cuba achieved that the military occupation of the then nascent US imperialism was limited to 4 years and gave way to the proclamation in 1902 of an independent pseudo-republic. January 1959 brought, through the revolution, a genuine independence, although at the cost of a bloody daily battle against American hegemonic appetites.
118 years ago Washington seized Puerto Rico and the other vestiges of the Spanish empire in the Western Hemisphere. When neoliberalism broke onto the scene, to provide an injection of life to capitalism in crisis, the impulse towards the privatization of everything that existed caused extraordinary damage in Puerto Rico. Living conditions deteriorated with the disappearance of government funds for social programs and jobs. The island’s infrastructure was devastated by a campaign to convert everything from roads and public services to the education system into private for-profit companies.
Colonialism imposed an unpayable debt on Puerto Rico. Now it has had a dictatorial junta imposed on it to ensure that this debt is paid, even at the cost of a humanitarian crisis for the Puerto Rican people. Boricuas are demanding, specifically, that this debt be audited and that it be determined which part of it is legitimate and who is responsible for having assumed it.
October 30, 2017
Por Manuel E. Yepe
http://manuelyepe.wordpress.com/
Exclusivo para el diario POR ESTO! de Mérida, México
Triste es la situación por la que atraviesan los puertorriqueños; recién arrasada su isla por un mortífero huracán que la atravesó por toda su extensión, se cierne sobre ella con agudizada vehemencia otro fenómeno más criminal, prolongado y cruento, su condición colonial respecto a Estados Unidos.
La Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, según las siglas en inglés) ha obstaculizado burocráticamente la distribución de la ayuda que ha podido llegar a Puerto Rico. Hay reportajes que afirman que la mayor parte de la ayuda para el desastre aún se encuentra en los muelles de San Juan, la capital.
Cincuenta por ciento de la población carece aún de acceso a agua potable y la red eléctrica está tan dañada que el 85 por ciento de la población aún no tiene electricidad. La falta de combustible y energía obstaculiza el funcionamiento de hospitales y pone en riesgo la vida de los más vulnerables: los niños y ancianos. La tasa de mortandad está aumentando sobre todo en áreas rurales.
En medio de la mayor devastación de que se tenga memoria en la isla a causa del paso del huracán María, los puertorriqueños se sintieron duramente ofendidos cuando el presidente Trump les culpó por la crisis humanitaria a la que estaba abocada la isla.
“Texas y Florida van muy bien, pero Puerto Rico, que ya sufría una infraestructura dañada y una deuda masiva, está en problemas”, escribió Trump en su cuenta de Internet comparando la rápida recuperación de dos de los principales estados de la nación ante huracanes en proceso de degradación que les afectaron, con la tragedia sufrida por su colonia en el Caribe a causa del cruce por su territorio del huracán más violento que haya azotado a Borinquen en toda su historia, con vientos sostenidos de 155 m/h (250 km/h).
La reacción iracunda de Trump ante la atroz crisis humanitaria de Puerto Rico agudizada por el fenómeno meteorológico en las condiciones de un país profundamente herido por décadas de colonialismo y políticas neoliberales, ha creado una situación explosiva.
Actualmente Puerto Rico tiene una deuda de 73 mil millones de dólares a sus acreedores, lo que equivale al total de su PIB. El Estado Libre Asociado oficialmente está en default (incapacidad de pagar la deuda) sin que ni el gobierno norteamericano ni el Fondo Monetario Internacional (FMI) hayan presentado solución alguna.
En realidad la deuda del país empezó a crecer a partir de los años 1970. Su economía desde la mitad del siglo pasado estaba basada principalmente en la industria farmacéutica pero con la aparición de las maquiladoras en México y en Asia, este sector se ha estado trasladando a aquellas regiones en busca de mano de obra más barata y de mayor productividad.
Actualmente el índice oficial de desempleo en 16 municipios es del 20 por ciento y en otros 61 supera al 12 por ciento, aunque en realidad la tasa real de desempleo es mucho más alta que la oficial. Un 45 por ciento del total de 3,5 millones de habitantes de la isla viven en la pobreza y el 83 por ciento de los niños viven en áreas pobres. En acto desesperado, el gobernador Rosselló recortó en mayo pasado el presupuesto en 674 millones de dólares afectando el sistema de salud, la educación, varios programas sociales y la Universidad de Puerto Rico. Como resultado de la crisis económica 144.000 puertorriqueños abandonaron la isla en busca de empleo.
Puerto Rico y Cuba han compartido destinos como colonias de España cuyas luchas emancipadoras fueron interrumpidas por una oportunista intervención estadounidense que pretendió adjudicarse los remanentes de imperio colonial español en desgracia. Cuba logró que la ocupación militar del entonces naciente imperialismo de Estados Unidos se limitara a 4 años y diera paso a la proclamación en 1902 a una seudorepública independiente que en enero de 1959 trajo, revolución mediante, una independencia verdadera, aunque al costo de librar una cruenta batalla cotidiana contra los apetitos hegemónicos estadounidenses.
Hace 118 años que Washington se apoderó de Puerto Rico y los demás vestigios del imperio español en el hemisferio occidental. Cuando el neoliberalismo irrumpió en la escena para proporcionar una inyección de vida al capitalismo en crisis, el impulso hacia la privatización de todo lo existente causó perjuicios extraordinarios en Puerto Rico. Se deterioraron las condiciones de vida al desaparecer los fondos gubernamentales para fines sociales y los empleos. La infraestructura de la isla quedó devastada por una campaña para convertirlo todo, desde las carreteras y los servicios públicos hasta el sistema educativo, en empresas privadas con fines de lucro.
El coloniaje impuso a Puerto Rico una deuda impagable y ahora le ha impuesto una junta dictatorial para asegurar que se pague esa deuda, aunque sea al costo de una crisis humanitaria para el pueblo puertorriqueño. Los boricuas reclaman, justamente, que se audite esa deuda y se determine qué parte de la misma es legítima y quiénes son los respons
By Manuel E. Yepe
http://manuelyepe.wordpress.com/
Exclusive for the daily POR ESTO! of Merida, Mexico
Translated and edited by Walter Lippmann for CubaNews.
It appears that a new maneuver against Cuba by terrorist sectors in the US government’s foreign policy establishment has been exposed and neutralized when the Associated Press (AP) published information dated September 15, 2017 about damages caused by Hurricane Irma and the penetration of the sea that affected the building that houses the US Embassy in Havana.
According to the AP, a National Security Subcommittee (NSSC) official, who asked not to be identified, revealed to his correspondents that the NSSC was filing a lawsuit against the American Technology Corporation (ATC), maker of the LRAD equipment -RX that the NSSC uses to communicate with its agents in Cuba.
The suit was based on the auditory harm that these equipment would have caused to workers of the NSSC, its officials and relatives. According to the plaintiff, the equipment in question was purchased less than a year earlier and the ATC experts who trained those who would be responsible for using them at any time warned them against hearing problems.
Anonymous sources had then told the AP that the hearing loss may have been related to sound devices that emit inaudible waves capable of causing deafness.
According to the source, the suit presented by the NSSC included economic compensation for damages caused to workers of the teams and their relatives, as well as for operational damages suffered by the NSSC.
Immediately the NSSC knew of the auditory problems caused to the operators, it ordered discontinuance of use of the LRAD-RX but this implied an immediate change in the means of communication with its agents, which entailed higher expenses that surpassed what which is budgeted.
However, in May 2017, the State Department ordered the expulsion of two Cuban diplomats in response to “incidents” at the US embassy in Cuba without specifying what or whom they considered guilty.
The penetration of the sea in the embassy due to a hurricane. It complicated the investigation into the technological aspects of the case. This was because part of the equipment was under the sea. Although the trip to Cuba by a number of technicians and specialists was supposed to verify the condition of the equipment, this aspect of the research did not make sense. Public and staff access to the Embassy was restricted in order to disassemble the equipment and send it to the United States for eventual repairs by the manufacturers without the knowledge of the result.
It is alleged that, although the ATC is a commercially-registered US firm, it is an entity created by the security forces of the state of Israel and, as has been reported, LRAD is a weapon that emits a sound that temporarily deafens the adversary. From what we’ve seen so far, it is clear that the maneuver was intended to involve Cuba in an act of terrorism, a scourge in which the island has never dirtied its flag, although it has been a constant a victim of it.
However, when suspicions seemed to focus on supplier-related technological problems, US Sen. Marco Rubio made scandalous statements “calling for blood against Cuba”. This showed Florida’s Republican politician as likely axis of terrorist manipulation.
Shortly afterwards, Washington withdrew 60% of the staff from its embassy in Havana, and then expelled 15 diplomats from the Cuban embassy in the United States. The US argued that “there are no adequate Cuban measures to protect our diplomats from sonic attacks”. This is despite the fact that, from the outset, Cuba said that it would do everything possible to investigate the facts and invited the FBI to join the investigation in Cuba.
This investigation by Cuban authorities involved some 2000 people, including law enforcement officials and the best scientists in the country. They interviewed 300 neighbors and carried out dozens of medical examinations to see if anyone outside the diplomatic cadre had been affected.
They examined the rooms of two hotels where several employees of the United States Embassy lived, interviewed 300 neighbors in a neighborhood where many lived in houses. They analyzed air and soil samples, verified whether insects could be the culprits and considered a range of toxic chemicals and even electromagnetic waves.
However, the United States has refused to allow Cuban doctors access to the medical records of those affected or to let Cubans talk to US doctors. Neither were Cuban experts allowed to visit the homes of the US diplomats involved to conduct expert tests.
October 28, 2017
By Manuel E. Yepe
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Parecía que una nueva maniobra contra Cuba de los sectores terroristas en la política exterior del gobierno estadounidense había sido expuesta y neutralizada cuando la agencia Associated Press (AP) publicó una información fechada el 15 de septiembre de 2017 acerca de los daños ocasionados por el ciclón Irma y la penetración del mar que afectó el edificio que alberga a la Embajada de Estados Unidos en La Habana.
Según la AP, un funcionario del Subcomité Nacional de Seguridad (NSSC, por sus siglas en inglés) que pidió no ser identificado, reveló a sus corresponsales que el NSSC preparaba una demanda contra la American Technology Corporation (ATC), fabricante de los equipos LRAD-RX que utiliza el NSSC para comunicarse con sus agentes en Cuba.
La demanda se fundamentaba en la afectación auditiva que dichos equipos habrían causado a operarios del NSSC, sus funcionarios y familiares. Según el demandante, los equipos en cuestión fueron adquiridos menos de un año antes y los expertos de la ATC que entrenaron a quienes se encargarían de utilizaros en ningún momento les advirtieron contra problemas auditivos.
Fuentes anónimas habían dicho entonces a la agencia AP que la pérdida auditiva pudo estar relacionada con dispositivos de sonido que emiten ondas inaudibles capaces de causar sordera.
Según la fuente, la demanda que presentaría el NSSC incluía compensación económica por los daños ocasionados a operarios de los equipos y los familiares de éstos afectados, así como por los perjuicios operativos sufridos por el NSSC.
Inmediatamente que el NSSC conoció de los problemas auditivos ocasionados a los operadores, ordenó descontinuar la utilización del LRAD-RX pero esto implicó un cambio inmediato en los medios de comunicación con sus agentes, lo cual conllevó mayores gastos que sobrepasaban lo presupuestado.
Sin embargo, en mayo de 2017, que el Departamento de Estado dispuso la expulsión de dos diplomáticos cubanos en respuesta a “incidentes” ocurridos en su embajada en Cuba sin precisar a qué o quién consideraba culpable.
La penetración del mar en la Embajada a causa de un huracán complicó la investigación acerca de los aspectos tecnológicos del caso porque una parte del equipamiento quedó bajo las aguas del mar y aunque se había planificado el viaje a Cuba de un número de técnicos y especialistas para verificar las condiciones de los equipos, ya este aspecto de la pesquisa no tenía sentido. Sólo se limitó el acceso de público y del personal a la Embajada a fin de desmontar los equipos y enviarlos a Estados Unidos para su eventual revisión por los fabricantes sin que se sepa del resultado.
Se afirma que, aunque la ATC es una firma estadounidense por su registro comercial, se trata de una entidad creada por las fuerzas de seguridad del Estado de Israel y, según se ha publicado, la LRAD es un arma que emite un sonido que deja temporalmente sordo al adversario. Por los elementos evidenciados hasta el momento es claro que la maniobra tenía el propósito de involucrar a Cuba en un acto de terrorismo, flagelo en el que la Isla jamás ha ensuciado su bandera aunque ha sido constantemente víctima de éste.
Sin embargo, cuando las sospechas parecían concentrarse en problemas tecnológicos imputables al suministrador, escandalosas declaraciones del senador estadounidense Marco Rubio “pidiendo sangre contra Cuba” evidenciaron al político republicano de Florida como probable eje de la manipulación terrorista.
Poco después Washington retiró el 60 % de los trabajadores de su Embajada en La Habana y luego expulsó 15 diplomáticos de la misión cubana en Estados Unidos arguyendo la “inexistencia de medidas cubanas adecuadas para proteger a nuestros diplomáticos de los ataques sónicos” pasando por alto el hecho de que, desde el primer momento, Cuba dijo que haría todo lo posible por indagar los hechos y había invitado al FBI a compartir las pesquisas en Cuba.
Unas 2.000 personas involucraron las autoridades cubanas en esta investigación, incluyendo agentes de orden público y los mejores científicos del país. Entrevistaron a 300 vecinos y llevaron a cabo decenas de exámenes médicos para ver si alguien fuera del cuadro diplomático había sido afectado.
Examinaron las habitaciones de dos hoteles donde vivían varios empleados de la Embajada de Estados Unidos, entrevistaron a 300 vecinos en un barrio donde muchos vivían casas. Analizaron muestras de aire y el suelo, verificaron sí podrían ser insectos los culpables y consideraron una gama de productos químicos tóxicos e incluso de ondas electromagnéticas.
Sin embargo, Estados Unidos se ha negado a permitir a los médicos cubanos acceso a las historias clínicas de los afectados o a dejar que los cubanos hablen con los médicos de Estados Unidos. Tampoco se permitió a los peritos cubanos visitar los hogares de los diplomáticos estadounidenses implicados para llevar a cabo pruebas periciales.
Octubre 28 de 2017
By Manuel E. Yepe
http://manuelyepe.wordpress.com/
Exclusive for the daily POR ESTO! of Merida, Mexico
Translated and edited for CubaNews by Walter Lippmann.
For the average American citizen, and most of humanity subjected to the US media dictatorship, the origin of the Missile Crisis in October 1962 is that the Soviet Union decided to place missiles with atomic warheads in Cuba to threaten U.S.
But in order to understand the reason for the October Crisis, it is necessary to assess its antecedents. This is because, in the different versions of the circumstances one can understand the real reasons for the presence of the missiles in Cuba and, without that, it is not possible to understand the crisis itself.
It was the continued aggression of the United States against the island and the dangers that these actions foreshadowed because of Kennedy’s conviction that Cuba had to be charged on a large scale by the defeat of Playa Giron, where the extreme cause of tensions between the two countries.
The leadership of the Cuban revolution accepted the installation of the rockets as a measure to make Washington relinquish its plans for extreme violence against Cuba. They were convinced that in doing so they complied with a principle of internationalist solidarity with the socialist camp and, in particular, with the USSR.
On October 16, 1962, Washington drew up plans to militarily occupy Cuba and establish an interim government led by a “military commander and governor” of the United States during the 1962 missile crisis, according to recently declassified government documents issued one week by the National Security Archive (NSA) of George Washington University.
Proclamation number one of the Military Government that would have been constituted would establish that “every person who is in the occupied territory must obey immediately and without questions all the laws and orders promulgated by the military government”. He warned that “resistance to the United States Armed Forces will be punished with force. Offenders will be treated severely. ” He said, however, that “those who remain peaceful and fulfill all the orders of the military command, will be subjected to a repression no greater that prescribed by the military exigencies”.
The proclamation stated that “once Castro’s aggressive regime is completely destroyed” and Washington has installed a new government “that responds to the needs of the people of Cuba”, US forces “will withdraw and the traditional friendship of the United States and the government of Cuba will be assured once again. “
Cuban and American historians are preparing a book to be published by Editorial GEO, from the Cuban History Institute, with abundant original documents and maps. It’s edited by American journalists William Burr and Peter Kornbluh, who provide abundant information about that event which put the world on the brink of a third world war.
To prepare the Cuban population for the invasion, the US military planned to launch thousands of leaflets on Cuban cities and fields. Initially the leaflets would report that “the US military has temporarily taken over their country.” Then they would warn the population that “they should stay inside their houses” because “everything that moves will be considered a target of our bullets.”
On 28 October, final preparations for the US invasion and occupation of Cuba were halted when Soviet leader Nikita Khrushchev announced that he was withdrawing the missiles from the island. That decision was, according to US media sources, the result of a secret agreement, under which the Soviet missiles in Cuba would be withdrawn in exchange for President Kennedy’s commitment to remove US Jupiter missiles from Turkey.
“The settlement of the missile crisis certainly avoided what would have become the bloodiest military confrontation in Latin American history, between the ‘Northern Colossus’ and a revolutionary Caribbean nation,” according to Peter Kornbluh, who heads the Cuba documentation project at the National Security Archives.
Ignored by the US intelligence community, according to Kornbluh, was the fact that, “in addition to intercontinental ballistic missiles, the Soviets had transported tactical field nuclear weapons to Cuba and planned to deploy them against an invading US force.”
Documents related to the Cuban occupation were recently obtained by the NSA-accredited archival analyst, William Burr, by formulating a series of petitions to the United States Navy, as established for the Re-declassification Requests Mandatory (MDR).
October 20, 2017.
By Manuel E. Yepe
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Para el ciudadano estadounidense medio y la mayor parte de la humanidad sometida a la dictadura mediática de Estados Unidos, el origen de la Crisis de los Cohetes en octubre de 1962 está en que la Unión Soviética decidió situar misiles con cargas atómicas en Cuba para amenazar a Estados Unidos.
Pero para comprender la razón de la Crisis de Octubre hay que valorar los antecedentes de ésta, porque en las diferentes versiones de las partes acerca de las circunstancias es en lo que se aprecian las verdaderas razones que provocaron la presencia de los mísiles en Cuba y, sin ello, no es posible entender la crisis misma.
Fueron las agresiones continuadas de Estados Unidos contra la isla y en los peligros que estas acciones presagiaban a causa de la convicción que tenía Kennedy de que debía cobrarse, invadiendo a Cuba en gran escala, la derrota de Playa Girón, donde se aprecia la causa extrema de las tensiones entre ambos países.
La dirección de la revolución cubana aceptó la instalación de los cohetes como medida para hacer desistir a Washington de sus planes de violencia extrema contra Cuba, convencida de que con ello cumplía con un principio de solidaridad internacionalista con el campo socialista y, en particular, con la URSS.
El 16 de octubre de 1962, Washington elaboró planes para ocupar militarmente a Cuba y establecer un gobierno provisional encabezado por un “comandante y gobernador militar” de Estados Unidos durante la crisis de los misiles de 1962, según documentos gubernamentales recientemente desclasificados, publicados hace una semana por el Archivo de Seguridad Nacional (NSA) de la Universidad George Washington.
La Proclama número uno del Gobierno Militar que se habría de constituir establecería que “toda persona que se encuentre en el territorio ocupado debe obedecer de inmediato y sin preguntas todas las leyes y órdenes promulgadas por el gobierno militar”. Prevenía que “la resistencia a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos será castigada con fuerza. Los infractores serán tratados severamente”. Afirmaba, sin embargo que “quienes se mantengan pacíficos y cumplan todas las órdenes del mando militar, serán objetos a una represión no mayor que la prescrita por las exigencias militares”.
La Proclama establecía que “una vez que el régimen agresivo de Castro sea completamente destruido” y que Washington haya instalado un nuevo gobierno “que responda a las necesidades del pueblo de Cuba” las fuerzas estadounidenses “se retirarán y la amistad tradicional de Estados Unidos y el gobierno de Cuba será asegurada una vez más”.
Historiadores cubanos y estadounidenses preparan un libro que publicará la Editorial GEO, del Instituto de Historia de Cuba, con abundantes documentos originales y mapas, editado por los periodistas estadounidenses William Burr y Peter Kornbluh, que aporta abundante información acerca de este acontecimiento que puso al mundo al borde de una tercera guerra mundial.
Para preparar a la población cubana para la invasión, el ejército estadounidense planeaba lanzar miles de folletos sobre ciudades y campos cubanos. Inicialmente los folletos informarían que “las fuerzas armadas de Estados Unidos se han hecho cargo temporal de su país”. Luego advertirían a la población que “debe permanecer en sus casas” porque “todo lo que se mueva será considerado un blanco de nuestras balas”.
El 28 de octubre se interrumpieron los preparativos finales para la invasión de estadounidense y la ocupación de Cuba, cuando el líder soviético Nikita Jruschov anunció que estaba retirando los misiles de la isla. Tal decisión fue, según fuentes mediáticas de Estados Unidos, resultado de un acuerdo secreto, en virtud del cual serían retirados los misiles soviéticos de Cuba a cambio del compromiso del Presidente Kennedy de sacar de Turquía los misiles Júpiter estadounidenses dislocados allí.
“La solución de la crisis de los misiles evitó ciertamente lo que se habría convertido en el enfrentamiento militar más sangriento en la historia de América Latina, entre el ‘Coloso del norte’ y una nación caribeña revolucionaria” según Peter Kornbluh, quien dirige el Proyecto de documentación sobre Cuba del NSA.
Ignorado por la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, según Kornbluh, quedó el hecho de que, “además de los misiles balísticos intercontinentales, los soviéticos habían transportado a Cuba armas nucleares tácticas de campo y planeaban desplegar contra una fuerza invasora de Estados Unidos”.
Los documentos relacionados con la ocupación de Cuba fueron obtenidos recientemente por el analista de archivo acreditado ante el NSA, William Burr, mediante la formulación de una serie de peticiones a la Marina de Estados Unidos, según lo establecido para las solicitudes de Revisión para la Desclasificación Obligatoria (MDR).
Octubre 20 de 2017.
By Yunier Javier Sifonte Díaz
October 24, 2017
As part of the academic program of the I International Scientific Convention of the “Marta Abreu” Central University of Las Villas (UCLV), Ramón Labañino, Hero of the Republic of Cuba, gave a keynote address today and spoke with those present about the main challenges of updating the Cuban economic model.
With a title as controversial as “Is Cuba returning to Capitalism?” , the Vice-President of the Cuban National Association of Economists and Accountants, presented in his talk the main characteristics of the national context. He discussed the need to understand the changes made in the Island as a way of working to ensure a better standard of living and an equitable and fair benefit for all citizens of the nation.
“The name of my talk is just a hook, a provocation to discussion, but what really matters is to draw attention to the most negative characteristics of capitalism and what are the inviolable essences in our country in order to maintain the social model chosen by the island for more than 50 years,” he added.
In his presentation, Labañino outlined the main characteristics seen in the Union of Soviet Socialist Republics years before the fall of Socialism in that country. The role of the party, the need to keep the media in the hands of the people, to avoid regionalism, as well as the “wholesale privatization and commodification of the socialist economy” are factors that are essential for us not to repeat in Cuba the mistakes made in the Eurasian nation, he said.
He also referred to the importance of preserving the policy of a single party against alternatives aimed at dismantling that idea and advocated confronting imperialism’s cultural war with intelligence and a critical sense.
“The single party strengthens us as a nation. Defending alternative formulas to ours, based on a model of democracy that has already proven its ineffectiveness in many countries, means playing Imperialism’s game. Our party has the essences of that created by Marti in 1892: anti-imperialist, sovereign and with a defense of national dignity as the first inviolable law. These characteristics make it strong and necessary in every moment of the country’s history. “
Issues such as monetary dualism, the role of the press in the country, non-agricultural cooperatives, work in the agricultural sector, the development of the labor force in the public and private sectors and the need to increase labor productivity in all the areas of the country as a basic rule to achieve an effective growth of the Cuban economy, were also among the main issues discussed between the Hero and the delegates gathered to hear it.
Regarding the new economic figures that emerged in the heat of the changes implemented in the Cuban economy, Ramón spoke about their importance to free the state from the unnecessary wear and tear of controlling small spheres, but warned of the importance of carrying them out so that their income also plays a key role in the development of society.“What we transfer to private hands is not property, but the management of social property,” he summarized.
Similarly, Labañino discussed the relevance of the main transformations to the economic, political and social model of the country. He defended the idea of that these changes are essential for subsistence as a nation, but always for the sake of maintaining our social achievements .
“In a highly democratic process, the greatest news was consulted with the majority of Cubans, because one of our great strengths is that the measures applied are based on all citizens, especially to defend the most underprivileged. Although we want a greater speed in implementation, sometimes we must stop, rectify what is wrong and move forward, because we can not afford to make mistakes and waste the few resources at our disposal,” he said.
After his comments, the Hero of the Republic of Cuba talked exclusively with Cubadebate. He said the the merit of sharing his experiences in an event like the one organized by the UCLV, a Department of Advanced Studies “with highly-qualified professionals in both the technological and the political, as well as the scientific and academic.”
Likewise, Labañino spoke of his experience of returning to the island after 15 years of absence. He said he found a country “always changing, with a beautiful and well-done opening, especially since there is an awareness that the transformations in our society exist because of an historical necessity and not because of a whim or an idea of playing at Capitalism,” he said.
Questioned on the main challenges for Cuba’s present and future, Labañino did not hesitate to describe the blockade imposed by the United States as the first of them. “Although people sometimes do not see it, every economic action bears its stamp. If this were not so, our country would do better, because we have a high cultural and educational level, natural conditions and a high professional capacity to rub shoulders with first world nations. “
In a simple dialogue, always open to discussion and sharing experiences, the anti-terrorist fighter recalled the importance of knowing history so as not to repeat negative experiences. Likewise, in these times of “empty and manipulative discourses,” he highlighted Fidel Castro’s legacy for the construction of an increasingly prosperous and inclusive country. He warned of the importance of maintaining essential principles of the Cuban Revolution, such as internationalism, anti-imperialism and solidarity with the peoples of the Third World.
By Editor, Havana Radio/ Photos: Alexis Rodríguez
October 20, 2017
By Manuel E. Yepe
http://manuelyepe.wordpress.com/
Exclusive for the daily POR ESTO! of Merida, Mexico
Translated and edited by Walter Lippmann for CubaNews.
Miami, Florida, is considered in political circles around the world as the home of the worst of the Cuban community in North America. As a safe haven for some of the most dangerous terrorists in the country and the world, in that country’s plight, they have established many garrison headquarters that control illicit businesses related to arms, drugs and human trafficking.
But it has not always been this way. The story was told by Mario Puzo in his Godfather books and films about the violent methods used by the first Italian mafia groups of immigrants, who changed their ways to adapt to the American Way of Life. This even reached the level of the high politics of the United States, and can be compared with the history of the Cuban mafia of South Florida.
In 1959, hundreds of corrupt politicians and servants of the defeated Batista tyranny began to arrive in Miami with bags stuffed with dollars stolen from Cuba’s public treasury. There were hundreds of torturers and murderers among them. They were organized and re-organized by the CIA and other agencies of the United States government to be used in military and terrorist acts against the Cuban revolution and other misdeeds of the extreme right-US in the world.
These fearsome “refugees” were the germ of what came to be the powerful Cuban-American mafia in Miami when they joined other elements of the subsequent Cuban emigration.
Meanwhile, the American extreme right, using its intelligence and subversion organizations, organized various terrorist groups of Cubans. They were recruited from among the emigres and on the island. Their goal was subverting order in Cuba and creating the conditions for military invasion and re-occupation of the island.
After the roaring failure of the Bay of Pigs invasion in the Bay of Pigs, the American extreme right intensified hundreds of other terrorist projects that also went down to defeat.
They then opted for a tactical change that gradually turned the cleverly-made Cuban terrorists into politicians who controlled US foreign policy toward Cuba for almost half a century and through the administration of twelve different US presidents.
The process of legitimizing the representatives of Cuban-American mafia in the political establishment of the United States was fast and effective. They learned the game of politicking, opportunism, and fraud. Soon they had several members of congress, senior executive officials and ambassadors, as well as a number of members of the judicial power in Florida. They incorporated to this learning their methods acquired during the bloody dictatorship of Batista in Cuba.
Some of these groups have been imposing since 1959 methods of depression comparable to those of the Chicago gangsters in the 30s or 40s of last century to manipulate the population of Cuban immigrants in the United States.
The Cuban-American mafia of South Florida has carried out numerous terrorist acts. They have participated in political crimes funded by the extreme right US policy as much in Cuba as ub the United States as well as in other countries in Latin America and Europe.
They have been involved in electoral tricks and political scandals involving Latin American countries, and in the United States as well. They know the protagonists of Watergate and the electoral fraud in Florida that presided over George W. Bush in 2000. It is known that they were involved in the assassination of President John F. Kennedy.
It was not that they were politicians and officials of Cuban origin, but not only that. They were “Cuban-Americans” clearly aligned with the extreme right of the country, recently unmarked from the ranks of known terrorist elements with links to Miami.
There have been attempts to get Cuban-Americans to lead Latinos in the political establishment, but the interests and ambitions of both groups have been incompatible.
Cuban-American politicians, with honorable exceptions, are a more homogenous and manageable group than other Latino immigrants because, as a rule, they respond uniformly to the interests of those who promote them, because they are something like laboratory politicians, cloned and breastfed by the conservative forces to which their promotions owe.
However, at present, we must take into account that three-quarters of the Cubans who emigrated to the United States. After 1980, they did so for economic reasons. Because of this, they are carriers of many of the ethical, moral and patriotic values of the revolution. Sooner or later they will end up imposing coexistence with Havana, making the business of the counterrevolution, with which the Cuban-American mafia made its fortune, obsolete.
October 13, 2017.
By Manuel E. Yepe
Exclusivo para el diario POR ESTO! de Mérida, México.
http://manuelyepe.wordpress.com/
La ciudad estadounidense de Miami, en el estado de Florida, es reputada en medios políticos de todo el mundo como sede de lo peor de la comunidad cubana en Norteamérica. Como santuario seguro para algunos de los terroristas más peligrosos del país y el mundo, en esepedazo de la nación norteña, han radicado muchas jefaturas depandillas que controlan negocios ilícitos relacionados con el contrabando de armas, drogas y seres humanos.
Pero esto no siempre ha sido así. La historia que relata Mario Puzo en sus libros y filmes acerca de los métodos violentos de las primeras familias mafiosas italianas de inmigrantes que fueron modificando sus procederes para adaptarse a la American Way of Life, incluso al nivel de la alta política de Estados Unidos, se puede comparar con la historia de la mafia cubana del Sur de la Florida.
Cuando en 1959 comenzaron a llegar a Miami centenares de corruptos políticos y servidores de la derrotada tiranía de Batista con sus maletas cargadas de dólares robados al tesoro público cubano, iban con ellos cientos de policías torturadores y asesinos. Ellos fueron reclutados y organizados por la CIA y otras agencias del gobierno de Estados Unidos para ser utilizados en actos militares y terroristas contra la revolución cubana y en otras fechorías de la extrema derecha estadounidense en el mundo.
Estos temibles “refugiados” constituyeron el germen de lo que llegó aser la poderosa mafia cubana de Miami cuando a ellos se unieron otrosfactores de la posterior emigración cubana.
Entretanto, la extrema derecha estadounidense, valiéndose de susorganizaciones de inteligencia y subversión organizaba diversos gruposterroristas de cubanos reclutados en la emigración y en la isla con elpropósito de subvertir el orden en Cuba y crear las condiciones para ainvasión militar y ocupación de la isla.
Tras el estruendoso fracaso de la invasión de Playa Girón en la Bahía de Cochinos, la extrema derecha estadounidense intensificó cientos de otros proyectos terroristas que también naufragaron.
Optaron entonces por un cambio táctico que gradualmente convirtió alos terroristas cubanos, hábilmente maquillados, en políticos quellegaron a controlar la política exterior de Estados Unidos respecto a Cuba durante casi medio siglo y la administración de doce presidentesdistintos. El proceso de legitimación de los representantes de lamafia cubana en el establishment político de Estados Unidos fue rápidoy efectivo.
Aprendieron el juego de la politiquería, el oportunismo,los fraudes y pronto tuvieron varios congresistas, altos funcionarios del poder ejecutivo y embajadores, así como un número de miembros delpoder judicial en la Florida. Incorporaron a este aprendizaje susexperiencias metodológicas adquiridas durante la cruenta dictadura de Batista en Cuba.
Una parte de esos grupos fueron imponiendo desde 1959 métodos depresión comparables con los de los gangsters de Chicago en los años 30o 40 del pasado siglo para manipular a la población de inmigrantes cubanos en Estados Unidos.
La mafia cubana del Sur de la Florida, ha realizado numerosos actos terroristas y ha participado en crímenes políticos financiados por la extrema derecha política estadounidense tanto en Cuba y Estados Unidos como en otros países de América Latina y Europa.
Han intervenido en trampas electorales y escándalos políticos en varios países latinoamericanos y, en los propios Estados Unidos, seles sabe protagonistas de los hechos de Watergate y del fraudecomicial en Florida que dio la presidencia a George W. Bush en el año2000. Se sabe que estuvieron involucrados en el asesinato delpresidente John F. Kennedy.
No es que fueran políticos y funcionarios de origen cubano, no son sólo eso. Eran “cubanoamericanos” claramente alineados con la extrema derecha del país, recién desmarcados de las filas de connotados elementos terroristas con referentes en Miami.
Ha habido intentos por hacer que los cubanoamericanos lideren a loshispanos en el establishment político pero los intereses y ambiciones de ambos grupos se han mostrado incompatibles.
Los políticos cubanoamericanos, con honrosas excepciones, resultan un grupo más homogéneo y manejable que los de otros inmigrantes hispanos porque, como regla, responden de manera uniforme en su actuación a los intereses de quienes los promueven, porque son algo así como políticos de laboratorio, clonados y amamantados por las fuerzas neoconservadoras a las que deben sus ascensos.
Sin embargo, en la actualidad, hay que tener en cuenta que trescuartas partes de los cubanos que emigraron a EE.UU. después de 1980lo hicieron por motivos económicos. Por ello, son portadores de muchos valores éticos, morales y patrióticos de la revolución y acabarán porimponer, más temprano que tarde, la coexistencia con La Habanahaciendo obsoleto el negocio de la contrarrevolución con que la mafia cubana hizo su fortuna.
Octubre 13 de 2017.
By: Luis Mario Rodríguez Suñol
Translated and edited for CubaNews
by Walter Lippmann. Oct. 20, 2017.
What can happen to the mind of a five-year-old boy who floats alone in the middle of the sea after losing his mother in a shipwreck? They say that he prayed to the Guardian Angel and that some dolphins dragged their raft towards the shore, but the opposite, away from his father and his true family in Cuba.
Little Elián González became a victim of the Cuban Adjustment Act. And at the same time, the key figure in the battle of a whole country [people] for his return. The shipwrecked child has become a 24-year-old revolutionary. He shared his story on Wednesday at the Anti-imperialist Tribunal, one of the core areas of the XIX World Festival of Youth and Students.
His history and the images of his return, in June of the year 2000, shook those present. Their voices united against imperialism. When he recalled his experiences, Elián could not contain his tears. Neither did the audience who heard his heartbreaking testimony in the first person.
Elián recalled how, as a victim of the Cuban Adjustment Act, he and his mother left Cuba illegally for the United States and the boat sank in the middle of the voyage. He maintained that the pain of losing his mother and being away from his father and his land, added to the violation of his rights and identity on American soil.
“They violated everything that is my country, my feelings, everything that was my culture,” said Elian, who said that these abuses happened with the approval of the United States government. He added: “Our crime has been sovereignty! Sovereignty was conquered, indeed, in January 1959! Our crime has been socialism! “
González pointed out other factors condemning imperialism, such as the 60 years of blockade against Cuba, the main barrier to the country’s development. He traced the history of Cuba, listing deeds that should have been prosecuted and condemned, such as the mercenary invasion at Playa Girón [Bay of Pigs], orchestrated by the Central Intelligence Agency; the illegal presence on Cuban territory of the US Naval Base at Guantanamo and the crime of Barbados where they killed 73 people [a reference to the 1976 mid-flight bombing of a Cuban passenger plane. The plane — containing all of Cuba’s young gold-medal winning fencing team as well as adults, students and children from 5 other countries — was returning to Cuba from Venezuela.It was history’s first terrorist bombing of a passenger plane, organized and carried out by a team led by Cuban counterrevolutionary expatriates Orlando Bosch and Luis Posada Carriles with the knowledge of the CIA, led at that time by George Bush.]
At the end of his speech, on behalf of the heroic Cuban people, which he said would rather disappear than go down on its knees, he asked for a condemnation of Yankee imperialism for all the human and economic damage it has caused.
Other voices from around the world spoke up at the tribunal, such as the young Saharaui Omar Hanesa, who maintained that in 1975 his country was under the dominion and occupation of Morocco, after two years of Spanish colonization. He also demanded justice for the crimes committed and demanded the release of political prisoners, sentenced to more than 20 years for organizing peaceful marches to defend the cause of his people.
Korean President Ri Cho Liu also spoke. He listed the damage caused by the US government’s economic blockade of Democratic Korea for more than 60 years in order to subdue his country.
The Tribunal became a space of unity to fight against imperialism by denouncing its crimes and proving that the young people of the world are willing to carry out the belief that a better world is possible.
Miami, October 16, 2017
Sent by: Andrés Gómez
A CubaNews translation by Walter Lippmann.
YES TO RELATIONSHIPS AND TRIPS TO CUBA
CARAVAN OF CARS THIS SATURDAY OCTOBER 21, AGAINST THE UNUSUAL AND ARBITRARY MEASURES OF THE ADMINISTRATION OF TRUMP AGAINST THE CUBAN PEOPLE THAT EVENTUALLY WILL HURT OUR RIGHT TO TRAVEL TO CUBA FREELY AND WITHOUT FEAR
Miami.- The Cuban emigration organizations that in Miami comprise the Alianza Martiana coalition: the Antonio Maceo Brigade, the Martiana Alliance – as an individual organization, the José Martí Association, the Women’s Association for the Family, the Bolivarian Circle of Miami and the Circle of Intellectuals of Miami, call their members and all people of good will to participate in these moments of crisis to a new caravan of cars to be held this Saturday, October 21.
We need to make public our repudiation of the unjustified and unjustified measures taken by President Trump that have as their obvious intention to destroy the relations that have been gradually developing during the last almost three years between the peoples and governments of the United States and Cuba.
We must publicly reject the restoration of a war policy by US governments. against the Cuban people, against our families in Cuba. Against our inalienable right to be able to travel to Cuba freely, without restrictions, to share with our loved ones in Cuba.
Trump and Marco Rubio and company have no family in Cuba. We do have them, and we want them.
As always the participants in the caravan will begin to meet in the parking lot of the Youth Fair, whose entrance is at Coral Way (Calle 24 del S.W.) and the traffic lights at Avenue 112. THIS TIME FROM 11:30 AM. To leave later to transit for important streets of our city. ///
NOTA DE PRENSA
ALIANZA MARTIANA
Miami, 16 octubre de 2017
Envía: Andrés Gómez
SÍ A LAS RELACIONES Y A LOS VIAJES A CUBA
CARAVANA DE CARROS ESTE SÁBADO 21 DE OCTUBRE, EN CONTRA DE LAS INJUSTAS Y ARBITRARIAS MEDIDAS DE LA ADMINISTRACIÓN DE TRUMP CONTRA EL PUEBLO CUBANO QUE EVENTUALMENTE PONDRÁN EN PELIGRO NUESTRO DERECHO DE VIAJAR A CUBA LIBREMENTE Y SIN TEMOR
Miami.- Las organizaciones de la emigración cubana que en Miami integran la coalición Alianza Martiana: la Brigada Antonio Maceo, la Alianza Martiana –como organización individual-, la Asociación José Martí, la Asociación de Mujeres a favor de la Familia, el Círculo Bolivariano de Miami y el Círculo de Intelectuales de Miami, convocan a sus miembros y a todas las personas de buena voluntad a participar en estos momentos de crisis a una nueva caravana de autos a realizarse este próximo sábado, 21 de octubre.
Necesitamos hacer público nuestro repudio a las abusivas e injustificadas medidas tomadas por el presidente Trump que tienen como obvia intención destruir las relaciones que poco a poco se han ido desarrollando durante los últimos casi tres años entre los pueblos y gobiernos de Estados Unidos y Cuba.
Tenemos que rechazar públicamente la restauración de una política de guerra por parte de los gobiernos de EE.UU. contra el pueblo cubano, contra nuestras familias en Cuba. Contra nuestro inalienable derecho de poder viajar a Cuba libremente, sin restricciones, a compartir con nuestros seres queridos en Cuba.
Trump y los Marco Rubio y compañía no tienen familia en Cuba. Nosotros sí las tenemos, y las queremos.
Como siempre los participantes en la caravana comenzarán a reunirse en el parqueo del Youth Fair, cuya entrada está en Coral Way (Calle 24 del S.W.) y el semáforo de la Avenida 112. ESTA VEZ A PARTIR DE LAS 11:30 AM. Para partir más tarde a transitar por importante calles de nuestra ciudad. ///
This part right here is where the English goes. It’s a Translation in Process. Which is what was used as a place holder. If you look at the preview you’ll see that this text is on the English Tab. So replace it with the English you want in the post.
Leon Trotsky, Selected Texts, Introduction
Selection, introduction and epilogue by Fernando Rojas
Contents Note to editors
1 About the compiler
2 Introduction
3 Fernando Rojas Chronology
17 Results and outlook
The particularities of historical development
23 2. City and capital
30 3. 1789‑1848‑1905
Revolution and the Proletariat
45 5. The proletariat in power and the peasantry
51 6. The proletarian regime
The preconditions of socialism
61 8. The Workers Government in Russia and Socialism
Europe and the Revolution
82 Appendix.
Preface (1919) 90 Three Conceptions of the Russian Revolution
97 The Bolsheviks and Lenin
117 Theses on industry
The general role of industry in the socialist structure
Assets and liabilities in the first period of the New Economic Policy
147 3. The problems and methods of planned industrial activity
148 4. Trusts, their role and the necessary reorganisation
152 5. Industry and commerce
154 6. The factory
155 7. Calculation, assessment and monitoring
156 8. Wages
Finance, credit and tariffs
158 10. Foreign capital
160 11. Plant managers, their position and problems; the education of a new generation of technicians and managers
160 12. Party institutions and economic institutions
162 13. The Graphic Industry 164 Speech at the 13th Party Congress
165 Danger of bureaucratisation
166 The generational problem
170 Fractions and groupings
172 Plan issues
174 About errors
179 Address to the XV Conference
183 And now? (Fragment)
219 Introduction
219 I. Social Democracy
224 II. Democracy and fascism
230 III. Bureaucratic ultimatism
238 IV. The zigzags of the Stalinists on the question of the united front
246 VIII. For the united front to the sóviets as the supreme organ of the united front
256 X. Centrism “in general” and centrism in the Stalinist bureaucracy
262 XI. The contradiction between the economic successes of the USSR and the bureaucratisation of the regime
271 XII. The Brandlerians (KPDO) and the Stalinist bureaucracy
278 XIII. The strategy of the strikes
287 XIV. Workers’ control and collaboration with the USSR
296 XV. Is the situation desperate?
304 Conclusions
311 Economic development and the zigzags of leadership, “war communism”, “New Economic Policy” (NEP) and the orientation towards the affluent peasantry
315 A sudden turnaround: “the five-year plan in four years” and complete collectivization
323 Socialism and the State
333 The transitional regime
333 program and reality
336 The dual character of the Soviet State
338 Gendarme and socialized destitution
341 “The complete victory of socialism” and “the consolidation of the dictatorship”.
344 Increasing inequality and social antagonism
348 Misery, luxury, speculation
348 The Differentiation of the Proletariat
354 Social contradictions of the collectivized village
358 Social physiognomy of the leading media
362 What is the USSR?
369 Social relations
369 State capitalism?
377 Is bureaucracy a ruling class?
379 The problem of the social character of the USSR is not yet solved by history
382 The USSR at war (Excerpt)
385 The German-Soviet Pact and the character of the USSR
385 Is it a cancer or a new organ?
386 The early degeneration of bureaucracy
387 The conditions for the omnipotence and fall of the bureaucracy
387 And what will happen if the socialist revolution does not take place?
388 The present war and the destiny of the modern society
389 The theory of “bureaucratic collectivism
390 The Proletariat and its Leaders
392 Totalitarian dictatorships, the consequence of an acute crisis, and not of stable regimes
394 Orientation towards the world revolution and the regeneration of the USSR
395 Foreign policy is the continuation of domestic policy
396 The defense of the USSR and the class struggle
397 Introduction
ENGLISH TRANSLATION PENDING
1 Sobre el compilador
2 Introducción
3 Fernando Rojas Cronología
17 Resultados y perspectivas
23 1. Las particularidades del desarrollo histórico
23 2. Ciudad y capital
30 3. 1789‑1848‑1905
36 4. Revolución y proletariado
45 5. El proletariado en el poder y el campesinado
51 6. El régimen proletario
55 7. Las condiciones previas del socialismo
61 8. El Gobierno obrero en Rusia y el socialismo
77 9. Europa y la revolución
82 Apéndice.
Prefacio (1919) 90 Tres concepciones de la Revolución Rusa
97 Los bolcheviques y Lenin
117 Tesis sobre la industria
144 1. El rol general de la industria en la estructura socialista
144 2. El activo y el pasivo en el primer período de la Nueva Política Económica
147 3. Los problemas y los métodos de la actividad industrial planificada
148 4. Los trusts, su papel y la necesaria reorganización
152 5. La industria y el comercio
154 6. La fábrica
155 7. El cálculo, el balance y el control
156 8. Los salarios
157 9. Las finanzas, el crédito y los aranceles
158 10. El capital extranjero
160 11. Los gerentes de planta, su posición y sus problemas; la educación de una nueva generación de técnicos y de gerentes
160 12. Las instituciones del partido y las instituciones económicas
162 13. La industria gráfica 164 Discurso en el XIII Congreso del Partido
165 Peligro de burocratización
166 El problema generacional
170 Fracciones y agrupaciones
172 Cuestiones del plan
174 Acerca de los errores
179 Discurso a la XV Conferencia
183 ¿Y ahora? (Fragmento)
219 Introducción
219 I. La socialdemocracia
224 II. Democracia y fascismo
230 III. El ultimatismo burocrático
238 IV. Los zigzags de los estalinistas en la cuestión del frente único
246 VIII. Por el frente único a los sóviets como órgano supremo del frente único
256 X. El centrismo «en general» y el centrismo en la burocracia estalinista
262 XI. La contradicción entre los éxitos económicos de la URSS y la burocratización del régimen
271 XII. Los brandlerianos (KPDO) y la burocracia estalinista
278 XIII. La estrategia de las huelgas
287 XIV. El control obrero y la colaboración con la URSS
296 XV. La situación, ¿es desesperada?
304 Conclusiones
311 El desarrollo económico y los zigzags de la dirección, el «comunismo de guerra», la «Nueva Política Económica» (NEP) y la orientación hacia el campesinado acomodado
315 Viraje brusco: «el plan quinquenal en 4 años» y la colectivización completa
323 El socialismo y el Estado
333 El régimen de transición
333 Programa y realidad
336 El doble carácter del Estado soviético
338 Gendarme e indigencia socializada
341 «La victoria completa del socialismo» y «la consolidación de la dictadura»
344 El aumento de la desigualdad y de los antagonismos sociales
348 Miseria, lujo, especulación
348 La diferenciación del proletariado
354 Contradicciones sociales de la aldea colectivizada
358 Fisonomía social de los medios dirigentes
362 ¿Qué es la URSS?
369 Relaciones sociales
369 ¿Capitalismo de Estado?
377 ¿Es la burocracia una clase dirigente?
379 El problema del carácter social de la URSS aún no está resuelto por la historia
382 La URSS en guerra (Fragmento)
385 El pacto germano-soviético y el carácter de la URSS
385 ¿Se trata de un cáncer o de un nuevo órgano?
386 La temprana degeneración de la burocracia
387 Las condiciones para la omnipotencia y caída de la burocracia
387 ¿Y qué pasará si no tiene lugar la revolución socialista?
388 La guerra actual y el destino de la sociedad moderna
389 La teoría del «colectivismo burocrático»
390 El proletariado y sus dirigentes
392 Las dictaduras totalitarias, consecuencia de una crisis aguda, y no de regímenes estables
394 La orientación hacia la revolución mundial y la regeneración de la URSS
395 La política exterior es la continuación de la política interna
396 La defensa de la URSS y la lucha de clases
397 Introducción
A Alejandro II, el zar que abolió la servidumbre en 1861, los rusos le llamaban «el libertador». A Alejandro III, quien sucediera en 1881 al anterior, víctima de la organización revolucionaria terrorista «la voluntad del pueblo», le decían «el pacificador».1 Nicolás II, que ascendió al trono en 1896, no pudo ostentar ningún mote. Reinaba poco más de un lustro cuando declaró una guerra a Japón que costó a los rusos miles de muertos y la humillación nacional más grande desde la guerra de Crimea.2
Devastado por la contienda y sumido en una crisis que el fin de la servidumbre no había podido resolver, el país se agitaba, sacudido por las luchas obreras que conducía el mejor organizado de los partidos socialdemócratas de la época, a pesar de su escisión en dos tendencias: menchevique y bolchevique.
La escasez, la subida de precios y un crudísimo invierno justificaron la procesión pacífica de miles de habitantes de San Petersburgo el 9 (22) de enero de 1905. Iban a pedirle mejoras al padrecito zar. La historiografía soviética afirmó siempre que un provocador era el responsable de haber movilizado a la población de la capital rusa en circunstancias de altísima tensión social y política. Con independencia del crédito que merezca esta aseveración, la inconformidad iba a desatarse de cualquier modo.
El zar ordenó disparar sobre la manifestación.
Sucedió lo inevitable: la crisis nacional estalló en una revolución. En menos de un año los obreros organizaron los sóviets, los principales dirigentes del partido regresaron al país, surgieron las milicias armadas y se produjo la insurrección en Moscú. El movimiento evolucionó desde la agitación general a las manifestaciones obreras aisladas con determinado nivel de organización, de ahí a la huelga general y de esta a la insurrección moscovita de diciembre de 1905. En apretado cuadro pudo apreciarse el desarrollo político de los obreros y sus líderes, y también sus debilidades organizativas. Una adecuada expresión del panorama político en el campo revolucionario fue la elección de León Trotski, cuya posición pretendía ser equidistante de las dos fracciones socialistas principales, como presidente del sóviet de San Petersburgo.
La guerra campesina y la lucha de los pueblos oprimidos por el zarismo necesitaron seis meses más para abarcar el inmenso país y los obreros no pudieron sincronizar sus acciones con el movimiento rural.
La sangre de los obreros de Moscú, las promesas del zar y la reforma económica del ministro Stolipin consumieron a la revolución ya en los primeros meses de 1907.
El «ensayo general de la Revolución de Octubre» dejó a los rusos la extraordinaria experiencia del sóviet como organización de poder, reveló la crisis definitiva del régimen zarista, expresó las contradicciones del capitalismo en Rusia en su compleja interconexión con antiquísimas reminiscencias feudales y aproximó temporalmente a las dos fracciones socialdemócratas, que en el propio 1905 celebraron su congreso de unificación. No debe escapar al lector este último hecho cuando indague en la polémica de Lenin con los mencheviques. En 1905 —y hasta 1912— las fracciones del POSDR se consideraban integrantes de un único partido.
En el año 1905, la fuente del cambio era una gigantesca crisis nacional en todos los órdenes de la vida social. Ninguna clase, grupo o estamento podía continuar soportando el estado de cosas. La gran masa de la población quería vivir de otra manera, supuesta en las mentalidades grupales como mejor. No importaba el planteamiento estratégico o táctico de las fracciones políticas más que el elemental deseo colectivo de una transformación radical, que se imaginaba tan colosal como ambigua.
La hegemonía proletaria, además de una necesidad estratégica, fue una evidencia. Ninguna clase fue más consecuente.
Doce años de la más oscura reacción no pudieron evitar la bancarrota definitiva del zarismo.
Introducción
1905 en el marxismo
Para la fecha de la Revolución Rusa un importante sector de la socialdemocracia internacional había abjurado de la idea misma de la revolución. En Rusia los mencheviques concebían el movimiento, en el mejor de los casos, solo como una revolución burguesa. Ni ellos ni los más audaces de sus correligionarios en Europa otorgaban a Rusia la posibilidad de hacer alguna vez, o por lo menos en un período histórico breve, una revolución socialista. Los bolcheviques se oponían a este último extremo, pero coincidían en la idea de que la revolución que se iniciaba era esencialmente antifeudal. Bolcheviques y mencheviques concordaban en la idea de una revolución nacional que fortalecería las relaciones de producción capitalistas.
Lenin aportó en ese momento una idea capital para todo el desarrollo posterior del marxismo. Como ya se había esbozado en 1848 y, sobre todo, como se demostró en los procesos históricos que desembocaron en la formación de los Estados nacionales en Alemania e Italia, las burguesías nacionales no estaban ya dispuestas no solo a encabezar, sino ni siquiera a participar apenas en las transformaciones antifeudales. La contradictoria coexistencia de rasgos feudales y capitalistas en el entramado socioeconómico de Rusia y Europa oriental, desde fines del siglo xix, echaba a las burguesías en brazos de las más reaccionarias monarquías, por temor a la consecuente escalada de las revoluciones hacia transformaciones de corte socialista. De esta tendencia verificada y verificable surgieron la teoría de la revolución permanente de Trotski y la prefiguración leninista de la posibilidad de la revolución mundial desde el llamado «tercer mundo», que cristalizara definitivamente como postulado teórico en 1923.
La aparente equidistancia de Trotski de bolcheviques y mencheviques significa aproximarse a los primeros en cuanto al hecho de producir y aun encabezar la revolución misma, y a los segundos —lo cual a los ojos de este autor resulta decisivo— en cuanto a la imposibilidad absoluta de la revolución socialista en los marcos nacionales.
En cuanto a la revolución permanente casi es suficiente distinguir entre las dos aproximaciones de Marx al término que Trotski utilizara indistintamente, sin que ello implique tacharlo de manipulador: sencillamente, este último abordó el asunto en circunstancias reales y teóricas mucho menos «puras» que las que Marx analizó. Se trataba, por un lado, de la idea del triunfo de la revolución al mismo tiempo en los países «más avanzados» de la Europa Occidental y, por otro, de la idea del tránsito de la revolución por fases sucesivas hasta el comunismo, sin otra interrupción que no fuera la sucesión inmediata de clases, grupos sociales o partidos en el poder político nacional. En 1905 Trotski se refería esencialmente a esta segunda versión de la revolución permanente, restringiéndola a su visión táctica del desarrollo de la Revolución Rusa y subrayando su inevitable integración con la revolución en Europa.
Toda vez que Rusia no podía por sí sola ni hacer la revolución burguesa —porque la burguesía no la quería—, ni la socialista, el proletariado tendría que tomar el poder de inmediato, resolver las tareas pendientes de la burguesía, y solo se mantendría en el poder con el concurso de la revolución proletaria en Occidente.
En cualquier caso, el creativo apego del presidente del primer sóviet de Petrogrado —que lo fue también del que tomó el poder en 1917— a la ortodoxia marxista hacía su posición mucho más comprensible y menos contradictoria en las mentes de los ideólogos contemporáneos3 que la más sutil, compleja y —en la distancia— audaz posición de Lenin, que parecía insostenible a los ojos de la mayoría de los marxistas de la época, empezando por Trotski, con independencia de que se situaran a la izquierda o a la derecha del canon socialdemócrata (menchevique, si se trata de Rusia) imperante.
En la polémica, Lenin carga las tintas sobre los mencheviques y, en tanto Trotski pertenecía anteriormente a esa corriente, Lenin asume como hecho incontrovertible la militancia de este en la posición de aquellos. Solo menciona dos veces y de pasada a su antiguo discípulo, próximo oponente y futuro correligionario. La posición de Trotski era, en efecto, muy minoritaria dentro del partido. El mantenerse, por lo menos en apariencia, fuera del debate de las dos grandes fracciones fue probablemente lo que dio a Trotski más amplio predicamento entre sectores de masas del proletariado de San Petersburgo. El asunto era mucho más complicado, salpicado del carácter muy polémico de las argumentaciones y no desprovisto de ciertas dosis de escolástica,4 las que resultaron letales para el Partido bolchevique, a largo plazo, en la dinámica de sus discusiones internas.
Al convertirse en el líder de la fracción bolchevique, Lenin no albergaba la menor duda acerca de la concomitancia decisiva de dos magnitudes sociológicas aparentemente —a los ojos de la escolástica «tradición» marxista—5 muy contradictorias: la transformación anticapitalista de la Rusia zarista, o la lucha contra el capitalismo ruso, si se prefiere, transcurriría de la mano de una revolución campesina antifeudal, y ambos serían dos procesos en uno. Este autor pone particular énfasis en el término anticapitalista, pues es esta la clave de la ambigüedad (según Trotski) de la fórmula táctica leninista de 1905.6
Polemizando, quizás sin saberlo, con la versión trotskista de la revolución permanente, 7 Lenin distingue el Gobierno revolucionario que propone de la «conquista del poder», entendiendo esta última como la conquista del poder por el proletariado para establecer su dictadura y el consecuente tránsito al socialismo.
Es importante llamar la atención sobre el hecho de que tanto Trotski como Lenin, a diferencia del grueso de los líderes mencheviques, eran insurreccionales ya en 1905. En la discusión, sin duda, Trotski resulta mucho más cautivo de la escolástica, si bien más comprensible a la luz pública,8 al embrollarse discutiendo con Lenin sobre el objetivo final. Este último ya ha dejado claro que el objetivo final no está en la discusión, sino que sencillamente aún no está a la orden del día. No es difícil aventurar que la tan cacareada y manipulada revolución permanente es hija de estas divergencias.
Y sin embargo, Lenin insiste en el carácter proletario, en determinado sentido, de la Revolución:
La peculiaridad de la Revolución Rusa estriba precisamente en que, por su contenido social, fue una revolución democrático-burguesa, mientras que, por sus medios de lucha, fue una revolución proletaria. Fue democráticoburguesa, puesto que el objetivo inmediato que se proponía, y que podía alcanzar directamente con sus propias fuerzas, era la república democrá tica, la jornada de ocho horas y la confiscación de los inmensos latifundios de la nobleza: medidas todas ellas que la revolución burguesa de Francia llevó casi plenamente a cabo en 1792 y 1793.9
El año 1917 pareció demostrar que la diferencia táctica entre Lenin y Trotski significaba muy poco. A la larga Trotski demostró que tampoco suponía que en Rusia estuvieran maduras las condiciones para el socialismo, no ya en 1905, sino ni siquiera en 1925. Sin embargo, Trotski, como Stalin10 años más tarde desde el extremo opuesto, propendía a plantearse el problema desde visiones teóricas generalizadoras y metas a alcanzar, más que desde el análisis concreto de la situación rusa, que era el fuerte de Lenin. Este último, por tanto, atacó duramente a los mencheviques, no tanto por las diferencias tácticas como por sus consecuencias estratégicas —sobre todo por la actitud ante la burguesía— tendientes a hacer prácticamente nula en cualquier perspectiva, una revolución socialista. Lo dominante en el menchevismo de 1905, más que la traición abierta —lo que sucedió en 1914 con la mayor parte de la fracción—, es la inconsecuencia.
Hay un aspecto más sutil en la crítica antimenchevique, que se pierde en los avatares de lo psicológico y en los misterios de las mentalidades colectivas, específicamente dentro de las vanguardias políticas: en 1789 el común de los franceses, políticamente activos o no, identificaba la crisis nacional con la crisis del modelo; en la Rusia de 1905 ya no era tan así. En la misma medida en que la burguesía se desplazó, por su temor a las masas, de una posición antifeudal militante a una posición de connivencia con sectores de la oligarquía, determinados segmentos de los que ostentaban la representación popular retrocedieron igualmente hacia la connivencia con la burguesía.
El asunto adquiría mayor importancia en tanto el despertar de la actividad política de la gran masa de la población tenía lugar al calor de una revolución que, desde sus bases, trascendía las meras transformaciones antifeudales. Hoy se nos escapa con frecuencia que buena parte de las tan cacareadas libertades burguesas se conquistó por las masas luchando contra la burguesía. El sufragio universal es el mejor ejemplo. Engels vio en él, al final de su vida, una excelente arma de lucha por el poder en manos del proletariado. La Revolución de 1905 se produce varias décadas antes de que los centros ideológicos del capitalismo comenzaran a manipular esas ideas en su provecho, aunque nunca las hubieran llevado consecuentemente a la práctica.
Había que convencer de la necesidad de hacer una revolución realista, comprensible y beneficiosa, garantizando a cualquier plazo el tránsito al socialismo.
Un abarcador resumen de las diferencias dentro de la socialdemocracia rusa es ofrecido por Trotski mucho después:
En resumen. El populismo, como el eslavofilismo, provenía de ilusiones de que el curso de desarrollo de Rusia habría de ser algo único, fuera del capitalismo y de la república burguesa. El marxismo de Plejánov se concentró en probar la identidad de principios del curso histórico de Rusia con el de Occidente. El programa que se derivó de eso no tuvo en cuenta las peculiaridades verdaderamente reales y nada místicas de la estructura social y el desarrollo revolucionario de Rusia.
La idea menchevique de la Revolución, despojada de sus episódicas estratificaciones y desviaciones individuales, equivalía a lo siguiente: la victoria de la revolución burguesa en Rusia solo era posible bajo la dirección de la burguesía liberal y debe dar a esta el poder. Después, el régimen democrático elevaría al proletariado ruso, con éxito mucho mayor que hasta entonces, al nivel de sus hermanos mayores occidentales, por el camino de la lucha hacia el socialismo.
La perspectiva de Lenin puede expresarse brevemente por las siguientes palabras: La atrasada burguesía rusa es incapaz de realizar su propia revolución. La victoria completa de la revolución por medio de la «dictadura democrática del proletariado y los campesinos», desterraría del país el medievalismo, imprimiría al capitalismo ruso el ritmo del americano, fortalecería el proletariado en la ciudad y en el campo, y haría posible efectivamente la lucha por el socialismo. En cambio, el triunfo de la Revolución Rusa daría enorme impulso a la revolución socialista en el Oeste, y esta no solo protegería a Rusia contra los riesgos de la restauración, sino que permitiría al proletariado ruso ir a la conquista del poder en un período histórico relativamente breve.
La perspectiva de la revolución permanente puede resumirse así: la victoria completa de la revolución democrática en Rusia solo se concibe en forma de dictadura del proletariado, secundado por los campesinos. La dictadura del proletariado, que inevitablemente pondría sobre la mesa no solo tareas democráticas, sino también socialistas, daría al mismo tiempo un impulso vigoroso a la revolución socialista internacional. Solo la victoria del proletariado de Occidente podría proteger a Rusia de la restauración burguesa, dándole la seguridad de completar la implantación del socialismo.11
Sin embargo, el esbozo de la posibilidad de una revolución socialista en Rusia y, aun más, en el mundo subdesarrollado, tendrían que aportar una 10 León Trotski: Textos escogidos corrección al esquema de Marx que trascendería, con mucho, la recuperación, recreación y superación de lo mejor de la herencia revolucionaria burguesa, de la que los bolcheviques se enorgullecían, y del marxismo conocido. Sucedió que la globalización y el progreso científico-técnico que Marx concibió imposibles en la sociedad capitalista que le tocó vivir, continuaron su paso indetenible de la mano del capitalismo, expresando de manera cada vez más contradictoria el carácter social de la producción y ya no solo el carácter individual de la apropiación, sino de cualquier tipo de consumo, incluida la apropiación de la cultura.
1905, 1917… y 2008
Lenin no se planteó nunca la historia en términos de teleología. Era demasiado revolucionariamente irreverente para eso. La continuidad de 1905 en 1917 está tajantemente definida, pero las diferencias eran sustanciales. La expresión de Trotski de que en 1917 «los bolcheviques se desbolchevizaron»,12 que fue su explicación de la alianza con Lenin en vísperas del movimiento de octubre, se interpretaba en las discusiones de los años veinte desde un escolasticismo irreparable, contrastante con el altísimo nivel intelectual del bolchevismo en tiempos de Lenin. La idea de Trotski era que los bolcheviques habían defendido siempre la sucesión de etapas en la revolución, contra la revolución permanente y el argumento principal a su favor eran las tesis de 1905. En 1917, siguiendo el testimonio de Trotski, los bolcheviques renunciaron a su postura anterior y se encontraron con la posición de este último.13 Los sucesivos adversarios de Trotski14 en la década del veinte argumentaban que eso no era cierto, que la «dictadura revolucionaria de los obreros y los campesinos» contenía en su germen todo lo necesario para el tránsito a la revolución socialista, que Lenin enfatizó en la hegemonía proletaria en la revolución democrática —lo que es cierto, pero no es el punto—, que el partido conduciría sucesivamente a la clase obrera en todas las etapas15 de la revolución, etcétera.
En realidad y según consta en las fuentes primarias, sencillamente habían cambiado las condiciones: «Señalaremos de pasada que esos dos defectos [se refiere a los “defectos” de las condiciones de la revolución en 1905, F.R.] serán eliminados indefectiblemente, aunque tal vez más despacio de lo que Introducción 11 nosotros deseáramos, no solo por el desarrollo general del capitalismo, sino también por la guerra actual […]».16
Aparte de la eliminación de los defectos, sucedió que en febrero de 1917 la burguesía, contra todos los pronósticos anteriores de Lenin y Trotski,17 sí tomó el poder, ciertamente en singular convivencia con el poder de los sóviets.
Lo que la Revolución de 1905 no logró aportar al desarrollo de un capitalismo avanzado sería suplido con creces, por el inevitable desarrollo del propio capitalismo ruso y, sobre todo, por la guerra mundial. Esta conclusión tiene particular importancia en lo que se refiere a la educación de la clase obrera rusa y de su partido.
Lamentablemente, ese singular aspecto de la herencia de Lenin ha permanecido en el olvido. Múltiples y contradictorias tendrían que ser las consecuencias de tal planteamiento. El espacio solo permite algunos apuntes.
Para empezar, sería muy sugerente una lectura hacia atrás del tercer tomo de El capital, una aproximación contemporánea a las esencias de la reproducción ampliada, contenida exhaustivamente en muchos estudios, poco conocidos y censurados por la maquinaria ideológica del capitalismo, acerca del injusto orden económico mundial de nuestros días.
Marx y Engels analizaron la reproducción ampliada tomando en cuenta las relaciones de intercambio entre los centros del capitalismo. Las colonias se veían como una prolongación de las metrópolis, en una perspectiva que no se diferenciaba mucho de una relación de intercambio precapitalista. Por ello, el análisis de la dominación económica y de la formación de la plusvalía prácticamente se circunscribía a la relación entre los patronos y los obreros. Estos últimos, al emanciparse, emanciparían al resto de la población oprimida incluyendo a los habitantes de la periferia del capitalismo.
Los bolcheviques se quedaron solos con su revolución en un país devastado. Estaban obligados a crear las premisas materiales del socialismo que, según Marx y Engels, debieron madurar en el capitalismo, y ya no podían contar con la solidaridad del proletariado europeo triunfante como contrapeso a la insuficiencia del capitalismo ruso. Más que la ley del valor,18 es esta circunstancia, imprevisible para Marx, la que rige, ineluctablemente, el proceso de construcción del socialismo históricamente conocido. En ella hay que buscar los fundamentos de los audaces planteamientos acerca de las «tareas inmediatas del poder soviético», la NEP, el plan cooperativo y hasta la teoría de Bujarin sobre la «construcción del socialismo a paso de tortuga, tirando de nuestra gran carreta campesina».19
La guerra y la reacción habían demostrado con creces que no se vencería al capitalismo mediante el sufragio universal, que la socialdemocracia internacional, en el mejor de los casos, no podía aceptar el aserto anterior y en el otro extremo, sencillamente comenzaba ya a representar a los sectores medios beneficiados por la opresión colonial y de las capas más pobres de las sociedades de los países capitalistas desarrollados. La explotación de los inmigrantes en todo el mundo capitalista desarrollado contemporáneo es una singular expresión de ese fenómeno.
En la misma medida en que no era posible plantearse que la sola maduración de las condiciones del socialismo en el marco del capitalismo avanzado desembocara en la revolución que lo barriera, tampoco podía contarse ya con que la premisa de la democracia burguesa fuera suficiente para la construcción del orden político socialista. Después de destacar en El Estado y la revolución la cuestión de principio del derribo de la maquinaria estatal burguesa, pone en los sóviets la atención que no había fijado en 1905, insistiendo sobre todo, además de las elecciones, en las cuestiones de la dirección colectiva, la participación y la revocación. Eran estas últimas las que distinguirían definitivamente la nueva maquinaria estatal de la anterior, las que prefiguraban desde su fundación la inevitable desaparición de cualquier maquinaria, condición indispensable al nuevo Estado que parecía iba a durar un tanto más de lo previsto.
La convivencia más o menos larga del país socialista aislado con las grandes potencias capitalistas imponía la necesidad de una geopolítica de Estado a la Rusia soviética. No era este el ideal de Marx y Engels. Lenin pretendió resolver la contradicción haciendo públicas todas las políticas y ampliando a todo cauce la discusión ideológica.
En poco tiempo los sóviets se burocratizaron y la geopolítica impuso limitaciones al ejercicio democrático. Más que eso, el país soviético tuvo que dirimir el conflicto inevitable con el capitalismo por medio de las armas.
Lenin se respondió a sí mismo planteando el imperativo de una revolución cultural. Hacía mucho tiempo había manifestado la necesidad del cambio cultural, pero lo veía inmerso en la lógica del desarrollo del capitalismo, primero, y después, como algo concomitante a la revolución mundial. Tanta fue su insistencia que no han faltado quienes lo acusen de europeísta o eurocentrista, cuando en realidad no hacía más que ser fiel al espíritu de los tiempos, lo que es bastante pedir para un revolucionario. En este asunto y en el de la democracia vuelve a aparecer el problema de la identificación o la comprensión, al menos, de algunos valores de la burguesía,20 asunto que la división geopolítica y el estalinismo militante convirtieron en tabú. Por lo pronto, se trataba de producir en la Rusia atrasada una revolución cultural que no solo ni mucho menos igualara a la sociedad soviética con sus vecinos capitalistas, sino que los superara y planteara el problema del cambio cultural, desde una perspectiva completamente nueva, que amalgamara la tradición popular, asimilara lo mejor de la cultura universal y propusiera un modo de vida, una percepción ideológica y un arte nuevos, todo eso a un tiempo.
La combinación entre la lucha contra la burocracia, el plan cooperativo y el cambio cultural, debería conducir a una sociedad suficientemente próspera e igualitaria, con espacios de participación colectiva relativamente libres de la presión estatal, que funcionaran como un nuevo tipo de sociedad civil, encabezada por el partido, pero ejerciendo presión sobre su aparato. La vida espiritual sería —y tendría que ser— rica, amplia y diversa, medio de realización ciudadana y de enfrentamiento a cualquier forma de opresión, propia o ajena. En ese escenario, el primer Estado socialista podría intentar liderar una revolución de los pueblos oprimidos.
En definitiva, una vez vencidas las oposiciones bolcheviques de los años veinte, lo dominante en la política y la ideología soviéticas fue la preservación del poder del Estado y una mejoría temporal de las condiciones de vida del ciudadano común, ciertamente en términos de igualdad nunca vistos en la historia humana. Pero no pudieron crearse las condiciones materiales, culturales y políticas del socialismo que Marx vislumbró.
La socialización de la cultura y su extraordinaria, inagotable y definitiva concomitancia con el progreso científico quedaron en manos de la burguesía mundial, la que, consciente de que tenía que enfrentar una alternativa formidable, puso su baza en la pugna, iniciando la tradición burguesa —pronto cumplirá cien años— de políticas de Estado, eficaz arma ideológica contra el socialismo. El mundo de fines del siglo xx pudo contemplar, como la expresión más acabada de la dominación de muchos por unos pocos, el control del imperialismo sobre la difusión de la cultura. Tal contemplación es posible —dramática prueba de la monstruosidad del dominio— solo después de un arduo esclarecimiento.
El orden posterior a la Segunda Guerra Mundial se definió mucho más por las necesidades geopolíticas que por los intereses de los pueblos, aun cuando estos últimos fueron preservados en la medida en que no contradecían las condiciones que Stalin consideró imprescindibles para la supervivencia del Estado soviético deformado, que a pesar de todo seguía siendo una alternativa al sistema capitalista. El titánico esfuerzo de los hombres y mujeres soviéticos no alcanzó al medio siglo después de su supuesto cénit. Menos de dos décadas después, las angustias de Lenin aparecen con toda su crudeza: chinos y vietnamitas prueban la «economía socialista de mercado», tras el olvidado Bujarin, los incorregibles yugoslavos y el brillante pragmá tico Deng Xiao Ping, sin poder librarse de la amenaza de una restauración capitalista, tan espontánea y natural que no pueda ser evitada.
Una lectura cuidadosa de la herencia póstuma de Lenin indica a este autor que la imposibilidad de liberar a los ciudadanos de la coerción estatal y las obligaciones geopolíticas inevitables del país socialista aislado, además de la prioritaria construcción de los fundamentos materiales de un socialismo todavía lejano, condujeron a Lenin a esbozar, junto a la revolución tercermundista, una peculiar —e inédita en el marxismo— versión de la sociedad civil, el Estado y la relación entre ambos. Se trata de que, conservando en manos del Estado los pilares de la economía y los servicios (la energía, el transporte, la industria pesada y la cultura), las esencias de la dictadura proletaria y de sus órganos de poder; la sociedad civil, asentada materialmente —sobre todo— en la producción cooperativa21 y en condiciones de la más amplia democracia proletaria y la más abierta discusión ideológica, asumiera cada vez más funciones propias en la construcción del socialismo. La desburocratización del partido y la presencia en sus órganos de dirección a todos los niveles de obreros de filas, la oposición a la fundación de la URSS y la reforma del control, sustituyendo su esencia burocrática por un verdadero control popular, deben aquilatarse en el contexto de esta visión. El partido es percibido como líder de la sociedad civil, junto al Estado, pero sobre todo frente a él. No es ocioso apuntar que tal práctica permeó toda la actividad de Lenin en el período más fecundo de su labor como jefe del Gobierno bolchevique.
La dominación cultural del capitalismo contemporáneo otorga a la revolución tercermundista una dimensión más trascendente: al luchar por el socialismo, nuestros pueblos luchan también por la cultura, por la liberación espiritual del género humano.
Las esperanzas parecen volverse hacia los procesos que, sin mucho apego a las elucubraciones marxistas y leninistas, enfilan su rumbo, sencillamente, a transformar un orden que puede significar el fin de la civilización. Es tan atroz el capitalismo que después de derrotar al socialismo soviético y su extensa saga «en nombre de la libertad», parece encaminarse a hacer perecer al género humano.
Lenin lo previó casi todo, salvo la propensión de sus sucesores al crimen de lesa humanidad. Los procesos en ciernes le dan razón hasta la profundidad de los pasados cien años. Ello no resta méritos a los que han intentado, contra los crímenes de Stalin y las aventuras ultraizquierdistas, buscar caminos alternativos hacia el poder del pueblo, ni a los que han pretendido derivar de las culturas nacionales la solución a los problemas propios, como él mismo hizo, amén de desarrollar, heréticamente, lo mejor del marxismo. Pero nadie se ha hecho, como Lenin, las mismas preguntas sobre las perspectivas de la felicidad de pueblos enteros, desde la cúspide del poder del Estado más extenso, uno de los más poblados, más pobres y más pioneros que conoce la historia del género humano.
Hace poco leí que el cuerpo momificado de Lenin podría albergar células susceptibles de producir un clon. Presto a la noticia el poquísimo crédito que inspira el sensacionalismo de la prensa burguesa. No puedo evitar, sin embargo, sonreír ante la perspectiva de que nos encuentre discutiendo los mismos problemas que le atormentaron al morir. Por lo pronto, intente el lector indagar sobre esos problemas en la visión de la Revolución de 1905.
Fernando Rojas
La Habana, 5 de agosto de 2008.
encuentre discutiendo los mismos problemas que
Selección, introducción y epílogo de Fernando Rojas
Índice Nota a la edición
1 About the compiler
2 Introduction
3 Fernando Rojas Chronology
17 Results and perspectives
23 1. The particularities of historical development
23 2. City and capital
30 3 1789 1848 1905
36 4. Revolution and proletariat
45 5. The proletariat in power and the peasantry
51 6. The proletarian regime
55 7. The preconditions of socialism
61 8. Labor Government in Russia and Socialism
77 9. Europe and the Revolution
82 Appendix.
Preface (1919) 90 Three conceptions of the Russian Revolution
97 The Bolsheviks and Lenin
117 Theses on industry
1. The general role of industry in the socialist structure
144 2. Assets and liabilities in the first period of the New Economic Policy
147 3. Problems and methods of planned industrial activity
4. Trusts, their role and the necessary reorganization
152 5. Industry and trade
154 6. The factory
155 7. Calculation, balance and control
156 8. Wages
157 9. Finance, credit and tariffs
158 10. Foreign capital
160 11. Plant managers, their position and their problems; the education of a new generation of technicians and managers
160 12. Party institutions and economic institutions
162 13. The Printing Industry 164 Address at the XIII Party Congress
165 Danger of bureaucratization
166 The generational problem
170 Fractions and groupings
172 Plan issues
174 About mistakes
179 Address to the XV Conference
And now? (Fragment)
219 Introduction
I. Social Democracy
224 II. Democracy and Fascism
230 III. The bureaucratic ultimatismo
238 IV. The Zigzags of the Stalinists on the Single Front
246 VIII. For the united front to the Soviets like supreme organ of the united front
256 X. Centrism “in general” and centrism in the Stalinist bureaucracy
262 XI. The contradiction between the economic successes of the USSR and the bureaucratization of the regime
271 XII. The Brandlerians (KPDO) and the Stalinist bureaucracy
278 XIII. The strategy of strikes
287 XIV. Workers’ control and collaboration with the USSR
296 XV. Is the situation desperate?
304 Conclusions
Economic development and leadership zigzags, “war communism”, the “New Economic Policy” (NEP), and the orientation towards the well-off peasantry
315 Turnaround: “the five-year plan in 4 years” and complete collectivization
323 Socialism and the State
333 The transition regime
333 Program and reality
336 The double character of the Soviet state
338 Gendarme and socialized destitution
341 “The Complete Victory of Socialism” and “The Consolidation of the Dictatorship”
344 The increase of inequality and social antagonisms
348 Misery, luxury, speculation
348 The differentiation of the proletariat
354 Social Contradictions of the Collectivized Village
358 Social physiognomy of the ruling circles
362 What is the USSR?
369 Social relations
369 State Capitalism?
Is the bureaucracy a ruling class?
379 The problem of the social character of the USSR is not yet solved by history
382 The USSR at War (Fragment)
385 The German-Soviet Pact and the Character of the USSR
385 Is it a cancer or a new organ?
386 The early degeneration of bureaucracy
387 The conditions for the omnipotence and fall of the bureaucracy
What will happen if the socialist revolution does not take place?
388 The present war and the fate of modern society
389 The theory of “bureaucratic collectivism”
390 The proletariat and its leaders
392 Totalitarian dictatorships, as a consequence of an acute crisis, and not of stable regimes
394 The orientation towards world revolution and the regeneration of the USSR
395 Foreign policy is the continuation of domestic policy
396 The defense of the USSR and the class struggle
397 Introduction
English Article Goes Here
Selección, introducción y epílogo de Fernando Rojas
Índice Nota a la edición
1 Sobre el compilador
2 Introducción
3 Fernando Rojas Cronología
17 Resultados y perspectivas
23 1. Las particularidades del desarrollo histórico
23 2. Ciudad y capital
30 3. 1789‑1848‑1905
36 4. Revolución y proletariado
45 5. El proletariado en el poder y el campesinado
51 6. El régimen proletario
55 7. Las condiciones previas del socialismo
61 8. El Gobierno obrero en Rusia y el socialismo
77 9. Europa y la revolución
82 Apéndice.
Prefacio (1919) 90 Tres concepciones de la Revolución Rusa
97 Los bolcheviques y Lenin
117 Tesis sobre la industria
144 1. El rol general de la industria en la estructura socialista
144 2. El activo y el pasivo en el primer período de la Nueva Política Económica
147 3. Los problemas y los métodos de la actividad industrial planificada
148 4. Los trusts, su papel y la necesaria reorganización
152 5. La industria y el comercio
154 6. La fábrica
155 7. El cálculo, el balance y el control
156 8. Los salarios
157 9. Las finanzas, el crédito y los aranceles
158 10. El capital extranjero
160 11. Los gerentes de planta, su posición y sus problemas; la educación de una nueva generación de técnicos y de gerentes
160 12. Las instituciones del partido y las instituciones económicas
162 13. La industria gráfica 164 Discurso en el XIII Congreso del Partido
165 Peligro de burocratización
166 El problema generacional
170 Fracciones y agrupaciones
172 Cuestiones del plan
174 Acerca de los errores
179 Discurso a la XV Conferencia
183 ¿Y ahora? (Fragmento)
219 Introducción
219 I. La socialdemocracia
224 II. Democracia y fascismo
230 III. El ultimatismo burocrático
238 IV. Los zigzags de los estalinistas en la cuestión del frente único
246 VIII. Por el frente único a los sóviets como órgano supremo del frente único
256 X. El centrismo «en general» y el centrismo en la burocracia estalinista
262 XI. La contradicción entre los éxitos económicos de la URSS y la burocratización del régimen
271 XII. Los brandlerianos (KPDO) y la burocracia estalinista
278 XIII. La estrategia de las huelgas
287 XIV. El control obrero y la colaboración con la URSS
296 XV. La situación, ¿es desesperada?
304 Conclusiones
311 El desarrollo económico y los zigzags de la dirección, el «comunismo de guerra», la «Nueva Política Económica» (NEP) y la orientación hacia el campesinado acomodado
315 Viraje brusco: «el plan quinquenal en 4 años» y la colectivización completa
323 El socialismo y el Estado
333 El régimen de transición
333 Programa y realidad
336 El doble carácter del Estado soviético
338 Gendarme e indigencia socializada
341 «La victoria completa del socialismo» y «la consolidación de la dictadura»
344 El aumento de la desigualdad y de los antagonismos sociales
348 Miseria, lujo, especulación
348 La diferenciación del proletariado
354 Contradicciones sociales de la aldea colectivizada
358 Fisonomía social de los medios dirigentes
362 ¿Qué es la URSS?
369 Relaciones sociales
369 ¿Capitalismo de Estado?
377 ¿Es la burocracia una clase dirigente?
379 El problema del carácter social de la URSS aún no está resuelto por la historia
382 La URSS en guerra (Fragmento)
385 El pacto germano-soviético y el carácter de la URSS
385 ¿Se trata de un cáncer o de un nuevo órgano?
386 La temprana degeneración de la burocracia
387 Las condiciones para la omnipotencia y caída de la burocracia
387 ¿Y qué pasará si no tiene lugar la revolución socialista?
388 La guerra actual y el destino de la sociedad moderna
389 La teoría del «colectivismo burocrático»
390 El proletariado y sus dirigentes
392 Las dictaduras totalitarias, consecuencia de una crisis aguda, y no de regímenes estables
394 La orientación hacia la revolución mundial y la regeneración de la URSS
395 La política exterior es la continuación de la política interna
396 La defensa de la URSS y la lucha de clases
397 Introducción
A Alejandro II, el zar que abolió la servidumbre en 1861, los rusos le llamaban «el libertador». A Alejandro III, quien sucediera en 1881 al anterior, víctima de la organización revolucionaria terrorista «la voluntad del pueblo», le decían «el pacificador».1 Nicolás II, que ascendió al trono en 1896, no pudo ostentar ningún mote. Reinaba poco más de un lustro cuando declaró una guerra a Japón que costó a los rusos miles de muertos y la humillación nacional más grande desde la guerra de Crimea.2
Devastado por la contienda y sumido en una crisis que el fin de la servidumbre no había podido resolver, el país se agitaba, sacudido por las luchas obreras que conducía el mejor organizado de los partidos socialdemócratas de la época, a pesar de su escisión en dos tendencias: menchevique y bolchevique.
La escasez, la subida de precios y un crudísimo invierno justificaron la procesión pacífica de miles de habitantes de San Petersburgo el 9 (22) de enero de 1905. Iban a pedirle mejoras al padrecito zar. La historiografía soviética afirmó siempre que un provocador era el responsable de haber movilizado a la población de la capital rusa en circunstancias de altísima tensión social y política. Con independencia del crédito que merezca esta aseveración, la inconformidad iba a desatarse de cualquier modo.
El zar ordenó disparar sobre la manifestación.
Sucedió lo inevitable: la crisis nacional estalló en una revolución. En menos de un año los obreros organizaron los sóviets, los principales dirigentes del partido regresaron al país, surgieron las milicias armadas y se produjo la insurrección en Moscú. El movimiento evolucionó desde la agitación general a las manifestaciones obreras aisladas con determinado nivel de organización, de ahí a la huelga general y de esta a la insurrección moscovita de diciembre de 1905. En apretado cuadro pudo apreciarse el desarrollo político de los obreros y sus líderes, y también sus debilidades organizativas. Una adecuada expresión del panorama político en el campo revolucionario fue la elección de León Trotski, cuya posición pretendía ser equidistante de las dos fracciones socialistas principales, como presidente del sóviet de San Petersburgo.
La guerra campesina y la lucha de los pueblos oprimidos por el zarismo necesitaron seis meses más para abarcar el inmenso país y los obreros no pudieron sincronizar sus acciones con el movimiento rural.
La sangre de los obreros de Moscú, las promesas del zar y la reforma económica del ministro Stolipin consumieron a la revolución ya en los primeros meses de 1907.
El «ensayo general de la Revolución de Octubre» dejó a los rusos la extraordinaria experiencia del sóviet como organización de poder, reveló la crisis definitiva del régimen zarista, expresó las contradicciones del capitalismo en Rusia en su compleja interconexión con antiquísimas reminiscencias feudales y aproximó temporalmente a las dos fracciones socialdemócratas, que en el propio 1905 celebraron su congreso de unificación. No debe escapar al lector este último hecho cuando indague en la polémica de Lenin con los mencheviques. En 1905 —y hasta 1912— las fracciones del POSDR se consideraban integrantes de un único partido.
En el año 1905, la fuente del cambio era una gigantesca crisis nacional en todos los órdenes de la vida social. Ninguna clase, grupo o estamento podía continuar soportando el estado de cosas. La gran masa de la población quería vivir de otra manera, supuesta en las mentalidades grupales como mejor. No importaba el planteamiento estratégico o táctico de las fracciones políticas más que el elemental deseo colectivo de una transformación radical, que se imaginaba tan colosal como ambigua.
La hegemonía proletaria, además de una necesidad estratégica, fue una evidencia. Ninguna clase fue más consecuente.
Doce años de la más oscura reacción no pudieron evitar la bancarrota definitiva del zarismo.
Introducción
1905 en el marxismo
Para la fecha de la Revolución Rusa un importante sector de la socialdemocracia internacional había abjurado de la idea misma de la revolución. En Rusia los mencheviques concebían el movimiento, en el mejor de los casos, solo como una revolución burguesa. Ni ellos ni los más audaces de sus correligionarios en Europa otorgaban a Rusia la posibilidad de hacer alguna vez, o por lo menos en un período histórico breve, una revolución socialista. Los bolcheviques se oponían a este último extremo, pero coincidían en la idea de que la revolución que se iniciaba era esencialmente antifeudal. Bolcheviques y mencheviques concordaban en la idea de una revolución nacional que fortalecería las relaciones de producción capitalistas.
Lenin aportó en ese momento una idea capital para todo el desarrollo posterior del marxismo. Como ya se había esbozado en 1848 y, sobre todo, como se demostró en los procesos históricos que desembocaron en la formación de los Estados nacionales en Alemania e Italia, las burguesías nacionales no estaban ya dispuestas no solo a encabezar, sino ni siquiera a participar apenas en las transformaciones antifeudales. La contradictoria coexistencia de rasgos feudales y capitalistas en el entramado socioeconómico de Rusia y Europa oriental, desde fines del siglo xix, echaba a las burguesías en brazos de las más reaccionarias monarquías, por temor a la consecuente escalada de las revoluciones hacia transformaciones de corte socialista. De esta tendencia verificada y verificable surgieron la teoría de la revolución permanente de Trotski y la prefiguración leninista de la posibilidad de la revolución mundial desde el llamado «tercer mundo», que cristalizara definitivamente como postulado teórico en 1923.
La aparente equidistancia de Trotski de bolcheviques y mencheviques significa aproximarse a los primeros en cuanto al hecho de producir y aun encabezar la revolución misma, y a los segundos —lo cual a los ojos de este autor resulta decisivo— en cuanto a la imposibilidad absoluta de la revolución socialista en los marcos nacionales.
En cuanto a la revolución permanente casi es suficiente distinguir entre las dos aproximaciones de Marx al término que Trotski utilizara indistintamente, sin que ello implique tacharlo de manipulador: sencillamente, este último abordó el asunto en circunstancias reales y teóricas mucho menos «puras» que las que Marx analizó. Se trataba, por un lado, de la idea del triunfo de la revolución al mismo tiempo en los países «más avanzados» de la Europa Occidental y, por otro, de la idea del tránsito de la revolución por fases sucesivas hasta el comunismo, sin otra interrupción que no fuera la sucesión inmediata de clases, grupos sociales o partidos en el poder político nacional. En 1905 Trotski se refería esencialmente a esta segunda versión de la revolución permanente, restringiéndola a su visión táctica del desarrollo de la Revolución Rusa y subrayando su inevitable integración con la revolución en Europa.
Toda vez que Rusia no podía por sí sola ni hacer la revolución burguesa —porque la burguesía no la quería—, ni la socialista, el proletariado tendría que tomar el poder de inmediato, resolver las tareas pendientes de la burguesía, y solo se mantendría en el poder con el concurso de la revolución proletaria en Occidente.
En cualquier caso, el creativo apego del presidente del primer sóviet de Petrogrado —que lo fue también del que tomó el poder en 1917— a la ortodoxia marxista hacía su posición mucho más comprensible y menos contradictoria en las mentes de los ideólogos contemporáneos3 que la más sutil, compleja y —en la distancia— audaz posición de Lenin, que parecía insostenible a los ojos de la mayoría de los marxistas de la época, empezando por Trotski, con independencia de que se situaran a la izquierda o a la derecha del canon socialdemócrata (menchevique, si se trata de Rusia) imperante.
En la polémica, Lenin carga las tintas sobre los mencheviques y, en tanto Trotski pertenecía anteriormente a esa corriente, Lenin asume como hecho incontrovertible la militancia de este en la posición de aquellos. Solo menciona dos veces y de pasada a su antiguo discípulo, próximo oponente y futuro correligionario. La posición de Trotski era, en efecto, muy minoritaria dentro del partido. El mantenerse, por lo menos en apariencia, fuera del debate de las dos grandes fracciones fue probablemente lo que dio a Trotski más amplio predicamento entre sectores de masas del proletariado de San Petersburgo. El asunto era mucho más complicado, salpicado del carácter muy polémico de las argumentaciones y no desprovisto de ciertas dosis de escolástica,4 las que resultaron letales para el Partido bolchevique, a largo plazo, en la dinámica de sus discusiones internas.
Al convertirse en el líder de la fracción bolchevique, Lenin no albergaba la menor duda acerca de la concomitancia decisiva de dos magnitudes sociológicas aparentemente —a los ojos de la escolástica «tradición» marxista—5 muy contradictorias: la transformación anticapitalista de la Rusia zarista, o la lucha contra el capitalismo ruso, si se prefiere, transcurriría de la mano de una revolución campesina antifeudal, y ambos serían dos procesos en uno. Este autor pone particular énfasis en el término anticapitalista, pues es esta la clave de la ambigüedad (según Trotski) de la fórmula táctica leninista de 1905.6
Polemizando, quizás sin saberlo, con la versión trotskista de la revolución permanente, 7 Lenin distingue el Gobierno revolucionario que propone de la «conquista del poder», entendiendo esta última como la conquista del poder por el proletariado para establecer su dictadura y el consecuente tránsito al socialismo.
Es importante llamar la atención sobre el hecho de que tanto Trotski como Lenin, a diferencia del grueso de los líderes mencheviques, eran insurreccionales ya en 1905. En la discusión, sin duda, Trotski resulta mucho más cautivo de la escolástica, si bien más comprensible a la luz pública,8 al embrollarse discutiendo con Lenin sobre el objetivo final. Este último ya ha dejado claro que el objetivo final no está en la discusión, sino que sencillamente aún no está a la orden del día. No es difícil aventurar que la tan cacareada y manipulada revolución permanente es hija de estas divergencias.
Y sin embargo, Lenin insiste en el carácter proletario, en determinado sentido, de la Revolución:
La peculiaridad de la Revolución Rusa estriba precisamente en que, por su contenido social, fue una revolución democrático-burguesa, mientras que, por sus medios de lucha, fue una revolución proletaria. Fue democráticoburguesa, puesto que el objetivo inmediato que se proponía, y que podía alcanzar directamente con sus propias fuerzas, era la república democrá tica, la jornada de ocho horas y la confiscación de los inmensos latifundios de la nobleza: medidas todas ellas que la revolución burguesa de Francia llevó casi plenamente a cabo en 1792 y 1793.9
El año 1917 pareció demostrar que la diferencia táctica entre Lenin y Trotski significaba muy poco. A la larga Trotski demostró que tampoco suponía que en Rusia estuvieran maduras las condiciones para el socialismo, no ya en 1905, sino ni siquiera en 1925. Sin embargo, Trotski, como Stalin10 años más tarde desde el extremo opuesto, propendía a plantearse el problema desde visiones teóricas generalizadoras y metas a alcanzar, más que desde el análisis concreto de la situación rusa, que era el fuerte de Lenin. Este último, por tanto, atacó duramente a los mencheviques, no tanto por las diferencias tácticas como por sus consecuencias estratégicas —sobre todo por la actitud ante la burguesía— tendientes a hacer prácticamente nula en cualquier perspectiva, una revolución socialista. Lo dominante en el menchevismo de 1905, más que la traición abierta —lo que sucedió en 1914 con la mayor parte de la fracción—, es la inconsecuencia.
Hay un aspecto más sutil en la crítica antimenchevique, que se pierde en los avatares de lo psicológico y en los misterios de las mentalidades colectivas, específicamente dentro de las vanguardias políticas: en 1789 el común de los franceses, políticamente activos o no, identificaba la crisis nacional con la crisis del modelo; en la Rusia de 1905 ya no era tan así. En la misma medida en que la burguesía se desplazó, por su temor a las masas, de una posición antifeudal militante a una posición de connivencia con sectores de la oligarquía, determinados segmentos de los que ostentaban la representación popular retrocedieron igualmente hacia la connivencia con la burguesía.
El asunto adquiría mayor importancia en tanto el despertar de la actividad política de la gran masa de la población tenía lugar al calor de una revolución que, desde sus bases, trascendía las meras transformaciones antifeudales. Hoy se nos escapa con frecuencia que buena parte de las tan cacareadas libertades burguesas se conquistó por las masas luchando contra la burguesía. El sufragio universal es el mejor ejemplo. Engels vio en él, al final de su vida, una excelente arma de lucha por el poder en manos del proletariado. La Revolución de 1905 se produce varias décadas antes de que los centros ideológicos del capitalismo comenzaran a manipular esas ideas en su provecho, aunque nunca las hubieran llevado consecuentemente a la práctica.
Había que convencer de la necesidad de hacer una revolución realista, comprensible y beneficiosa, garantizando a cualquier plazo el tránsito al socialismo.
Un abarcador resumen de las diferencias dentro de la socialdemocracia rusa es ofrecido por Trotski mucho después:
En resumen. El populismo, como el eslavofilismo, provenía de ilusiones de que el curso de desarrollo de Rusia habría de ser algo único, fuera del capitalismo y de la república burguesa. El marxismo de Plejánov se concentró en probar la identidad de principios del curso histórico de Rusia con el de Occidente. El programa que se derivó de eso no tuvo en cuenta las peculiaridades verdaderamente reales y nada místicas de la estructura social y el desarrollo revolucionario de Rusia.
La idea menchevique de la Revolución, despojada de sus episódicas estratificaciones y desviaciones individuales, equivalía a lo siguiente: la victoria de la revolución burguesa en Rusia solo era posible bajo la dirección de la burguesía liberal y debe dar a esta el poder. Después, el régimen democrático elevaría al proletariado ruso, con éxito mucho mayor que hasta entonces, al nivel de sus hermanos mayores occidentales, por el camino de la lucha hacia el socialismo.
La perspectiva de Lenin puede expresarse brevemente por las siguientes palabras: La atrasada burguesía rusa es incapaz de realizar su propia revolución. La victoria completa de la revolución por medio de la «dictadura democrática del proletariado y los campesinos», desterraría del país el medievalismo, imprimiría al capitalismo ruso el ritmo del americano, fortalecería el proletariado en la ciudad y en el campo, y haría posible efectivamente la lucha por el socialismo. En cambio, el triunfo de la Revolución Rusa daría enorme impulso a la revolución socialista en el Oeste, y esta no solo protegería a Rusia contra los riesgos de la restauración, sino que permitiría al proletariado ruso ir a la conquista del poder en un período histórico relativamente breve.
La perspectiva de la revolución permanente puede resumirse así: la victoria completa de la revolución democrática en Rusia solo se concibe en forma de dictadura del proletariado, secundado por los campesinos. La dictadura del proletariado, que inevitablemente pondría sobre la mesa no solo tareas democráticas, sino también socialistas, daría al mismo tiempo un impulso vigoroso a la revolución socialista internacional. Solo la victoria del proletariado de Occidente podría proteger a Rusia de la restauración burguesa, dándole la seguridad de completar la implantación del socialismo.11
Sin embargo, el esbozo de la posibilidad de una revolución socialista en Rusia y, aun más, en el mundo subdesarrollado, tendrían que aportar una 10 León Trotski: Textos escogidos corrección al esquema de Marx que trascendería, con mucho, la recuperación, recreación y superación de lo mejor de la herencia revolucionaria burguesa, de la que los bolcheviques se enorgullecían, y del marxismo conocido. Sucedió que la globalización y el progreso científico-técnico que Marx concibió imposibles en la sociedad capitalista que le tocó vivir, continuaron su paso indetenible de la mano del capitalismo, expresando de manera cada vez más contradictoria el carácter social de la producción y ya no solo el carácter individual de la apropiación, sino de cualquier tipo de consumo, incluida la apropiación de la cultura.
1905, 1917… y 2008
Lenin no se planteó nunca la historia en términos de teleología. Era demasiado revolucionariamente irreverente para eso. La continuidad de 1905 en 1917 está tajantemente definida, pero las diferencias eran sustanciales. La expresión de Trotski de que en 1917 «los bolcheviques se desbolchevizaron»,12 que fue su explicación de la alianza con Lenin en vísperas del movimiento de octubre, se interpretaba en las discusiones de los años veinte desde un escolasticismo irreparable, contrastante con el altísimo nivel intelectual del bolchevismo en tiempos de Lenin. La idea de Trotski era que los bolcheviques habían defendido siempre la sucesión de etapas en la revolución, contra la revolución permanente y el argumento principal a su favor eran las tesis de 1905. En 1917, siguiendo el testimonio de Trotski, los bolcheviques renunciaron a su postura anterior y se encontraron con la posición de este último.13 Los sucesivos adversarios de Trotski14 en la década del veinte argumentaban que eso no era cierto, que la «dictadura revolucionaria de los obreros y los campesinos» contenía en su germen todo lo necesario para el tránsito a la revolución socialista, que Lenin enfatizó en la hegemonía proletaria en la revolución democrática —lo que es cierto, pero no es el punto—, que el partido conduciría sucesivamente a la clase obrera en todas las etapas15 de la revolución, etcétera.
En realidad y según consta en las fuentes primarias, sencillamente habían cambiado las condiciones: «Señalaremos de pasada que esos dos defectos [se refiere a los “defectos” de las condiciones de la revolución en 1905, F.R.] serán eliminados indefectiblemente, aunque tal vez más despacio de lo que Introducción 11 nosotros deseáramos, no solo por el desarrollo general del capitalismo, sino también por la guerra actual […]».16
Aparte de la eliminación de los defectos, sucedió que en febrero de 1917 la burguesía, contra todos los pronósticos anteriores de Lenin y Trotski,17 sí tomó el poder, ciertamente en singular convivencia con el poder de los sóviets.
Lo que la Revolución de 1905 no logró aportar al desarrollo de un capitalismo avanzado sería suplido con creces, por el inevitable desarrollo del propio capitalismo ruso y, sobre todo, por la guerra mundial. Esta conclusión tiene particular importancia en lo que se refiere a la educación de la clase obrera rusa y de su partido.
Lamentablemente, ese singular aspecto de la herencia de Lenin ha permanecido en el olvido. Múltiples y contradictorias tendrían que ser las consecuencias de tal planteamiento. El espacio solo permite algunos apuntes.
Para empezar, sería muy sugerente una lectura hacia atrás del tercer tomo de El capital, una aproximación contemporánea a las esencias de la reproducción ampliada, contenida exhaustivamente en muchos estudios, poco conocidos y censurados por la maquinaria ideológica del capitalismo, acerca del injusto orden económico mundial de nuestros días.
Marx y Engels analizaron la reproducción ampliada tomando en cuenta las relaciones de intercambio entre los centros del capitalismo. Las colonias se veían como una prolongación de las metrópolis, en una perspectiva que no se diferenciaba mucho de una relación de intercambio precapitalista. Por ello, el análisis de la dominación económica y de la formación de la plusvalía prácticamente se circunscribía a la relación entre los patronos y los obreros. Estos últimos, al emanciparse, emanciparían al resto de la población oprimida incluyendo a los habitantes de la periferia del capitalismo.
Los bolcheviques se quedaron solos con su revolución en un país devastado. Estaban obligados a crear las premisas materiales del socialismo que, según Marx y Engels, debieron madurar en el capitalismo, y ya no podían contar con la solidaridad del proletariado europeo triunfante como contrapeso a la insuficiencia del capitalismo ruso. Más que la ley del valor,18 es esta circunstancia, imprevisible para Marx, la que rige, ineluctablemente, el proceso de construcción del socialismo históricamente conocido. En ella hay que buscar los fundamentos de los audaces planteamientos acerca de las «tareas inmediatas del poder soviético», la NEP, el plan cooperativo y hasta la teoría de Bujarin sobre la «construcción del socialismo a paso de tortuga, tirando de nuestra gran carreta campesina».19
La guerra y la reacción habían demostrado con creces que no se vencería al capitalismo mediante el sufragio universal, que la socialdemocracia internacional, en el mejor de los casos, no podía aceptar el aserto anterior y en el otro extremo, sencillamente comenzaba ya a representar a los sectores medios beneficiados por la opresión colonial y de las capas más pobres de las sociedades de los países capitalistas desarrollados. La explotación de los inmigrantes en todo el mundo capitalista desarrollado contemporáneo es una singular expresión de ese fenómeno.
En la misma medida en que no era posible plantearse que la sola maduración de las condiciones del socialismo en el marco del capitalismo avanzado desembocara en la revolución que lo barriera, tampoco podía contarse ya con que la premisa de la democracia burguesa fuera suficiente para la construcción del orden político socialista. Después de destacar en El Estado y la revolución la cuestión de principio del derribo de la maquinaria estatal burguesa, pone en los sóviets la atención que no había fijado en 1905, insistiendo sobre todo, además de las elecciones, en las cuestiones de la dirección colectiva, la participación y la revocación. Eran estas últimas las que distinguirían definitivamente la nueva maquinaria estatal de la anterior, las que prefiguraban desde su fundación la inevitable desaparición de cualquier maquinaria, condición indispensable al nuevo Estado que parecía iba a durar un tanto más de lo previsto.
La convivencia más o menos larga del país socialista aislado con las grandes potencias capitalistas imponía la necesidad de una geopolítica de Estado a la Rusia soviética. No era este el ideal de Marx y Engels. Lenin pretendió resolver la contradicción haciendo públicas todas las políticas y ampliando a todo cauce la discusión ideológica.
En poco tiempo los sóviets se burocratizaron y la geopolítica impuso limitaciones al ejercicio democrático. Más que eso, el país soviético tuvo que dirimir el conflicto inevitable con el capitalismo por medio de las armas.
Lenin se respondió a sí mismo planteando el imperativo de una revolución cultural. Hacía mucho tiempo había manifestado la necesidad del cambio cultural, pero lo veía inmerso en la lógica del desarrollo del capitalismo, primero, y después, como algo concomitante a la revolución mundial. Tanta fue su insistencia que no han faltado quienes lo acusen de europeísta o eurocentrista, cuando en realidad no hacía más que ser fiel al espíritu de los tiempos, lo que es bastante pedir para un revolucionario. En este asunto y en el de la democracia vuelve a aparecer el problema de la identificación o la comprensión, al menos, de algunos valores de la burguesía,20 asunto que la división geopolítica y el estalinismo militante convirtieron en tabú. Por lo pronto, se trataba de producir en la Rusia atrasada una revolución cultural que no solo ni mucho menos igualara a la sociedad soviética con sus vecinos capitalistas, sino que los superara y planteara el problema del cambio cultural, desde una perspectiva completamente nueva, que amalgamara la tradición popular, asimilara lo mejor de la cultura universal y propusiera un modo de vida, una percepción ideológica y un arte nuevos, todo eso a un tiempo.
La combinación entre la lucha contra la burocracia, el plan cooperativo y el cambio cultural, debería conducir a una sociedad suficientemente próspera e igualitaria, con espacios de participación colectiva relativamente libres de la presión estatal, que funcionaran como un nuevo tipo de sociedad civil, encabezada por el partido, pero ejerciendo presión sobre su aparato. La vida espiritual sería —y tendría que ser— rica, amplia y diversa, medio de realización ciudadana y de enfrentamiento a cualquier forma de opresión, propia o ajena. En ese escenario, el primer Estado socialista podría intentar liderar una revolución de los pueblos oprimidos.
En definitiva, una vez vencidas las oposiciones bolcheviques de los años veinte, lo dominante en la política y la ideología soviéticas fue la preservación del poder del Estado y una mejoría temporal de las condiciones de vida del ciudadano común, ciertamente en términos de igualdad nunca vistos en la historia humana. Pero no pudieron crearse las condiciones materiales, culturales y políticas del socialismo que Marx vislumbró.
La socialización de la cultura y su extraordinaria, inagotable y definitiva concomitancia con el progreso científico quedaron en manos de la burguesía mundial, la que, consciente de que tenía que enfrentar una alternativa formidable, puso su baza en la pugna, iniciando la tradición burguesa —pronto cumplirá cien años— de políticas de Estado, eficaz arma ideológica contra el socialismo. El mundo de fines del siglo xx pudo contemplar, como la expresión más acabada de la dominación de muchos por unos pocos, el control del imperialismo sobre la difusión de la cultura. Tal contemplación es posible —dramática prueba de la monstruosidad del dominio— solo después de un arduo esclarecimiento.
El orden posterior a la Segunda Guerra Mundial se definió mucho más por las necesidades geopolíticas que por los intereses de los pueblos, aun cuando estos últimos fueron preservados en la medida en que no contradecían las condiciones que Stalin consideró imprescindibles para la supervivencia del Estado soviético deformado, que a pesar de todo seguía siendo una alternativa al sistema capitalista. El titánico esfuerzo de los hombres y mujeres soviéticos no alcanzó al medio siglo después de su supuesto cénit. Menos de dos décadas después, las angustias de Lenin aparecen con toda su crudeza: chinos y vietnamitas prueban la «economía socialista de mercado», tras el olvidado Bujarin, los incorregibles yugoslavos y el brillante pragmá tico Deng Xiao Ping, sin poder librarse de la amenaza de una restauración capitalista, tan espontánea y natural que no pueda ser evitada.
Una lectura cuidadosa de la herencia póstuma de Lenin indica a este autor que la imposibilidad de liberar a los ciudadanos de la coerción estatal y las obligaciones geopolíticas inevitables del país socialista aislado, además de la prioritaria construcción de los fundamentos materiales de un socialismo todavía lejano, condujeron a Lenin a esbozar, junto a la revolución tercermundista, una peculiar —e inédita en el marxismo— versión de la sociedad civil, el Estado y la relación entre ambos. Se trata de que, conservando en manos del Estado los pilares de la economía y los servicios (la energía, el transporte, la industria pesada y la cultura), las esencias de la dictadura proletaria y de sus órganos de poder; la sociedad civil, asentada materialmente —sobre todo— en la producción cooperativa21 y en condiciones de la más amplia democracia proletaria y la más abierta discusión ideológica, asumiera cada vez más funciones propias en la construcción del socialismo. La desburocratización del partido y la presencia en sus órganos de dirección a todos los niveles de obreros de filas, la oposición a la fundación de la URSS y la reforma del control, sustituyendo su esencia burocrática por un verdadero control popular, deben aquilatarse en el contexto de esta visión. El partido es percibido como líder de la sociedad civil, junto al Estado, pero sobre todo frente a él. No es ocioso apuntar que tal práctica permeó toda la actividad de Lenin en el período más fecundo de su labor como jefe del Gobierno bolchevique.
La dominación cultural del capitalismo contemporáneo otorga a la revolución tercermundista una dimensión más trascendente: al luchar por el socialismo, nuestros pueblos luchan también por la cultura, por la liberación espiritual del género humano.
Las esperanzas parecen volverse hacia los procesos que, sin mucho apego a las elucubraciones marxistas y leninistas, enfilan su rumbo, sencillamente, a transformar un orden que puede significar el fin de la civilización. Es tan atroz el capitalismo que después de derrotar al socialismo soviético y su extensa saga «en nombre de la libertad», parece encaminarse a hacer perecer al género humano.
Lenin lo previó casi todo, salvo la propensión de sus sucesores al crimen de lesa humanidad. Los procesos en ciernes le dan razón hasta la profundidad de los pasados cien años. Ello no resta méritos a los que han intentado, contra los crímenes de Stalin y las aventuras ultraizquierdistas, buscar caminos alternativos hacia el poder del pueblo, ni a los que han pretendido derivar de las culturas nacionales la solución a los problemas propios, como él mismo hizo, amén de desarrollar, heréticamente, lo mejor del marxismo. Pero nadie se ha hecho, como Lenin, las mismas preguntas sobre las perspectivas de la felicidad de pueblos enteros, desde la cúspide del poder del Estado más extenso, uno de los más poblados, más pobres y más pioneros que conoce la historia del género humano.
Hace poco leí que el cuerpo momificado de Lenin podría albergar células susceptibles de producir un clon. Presto a la noticia el poquísimo crédito que inspira el sensacionalismo de la prensa burguesa. No puedo evitar, sin embargo, sonreír ante la perspectiva de que nos encuentre discutiendo los mismos problemas que le atormentaron al morir. Por lo pronto, intente el lector indagar sobre esos problemas en la visión de la Revolución de 1905.
Fernando Rojas
La Habana, 5 de agosto de 2008.
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